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Fesal Chain, escritor chileno. Ha escrito 20 libros en formato
digital, tanto en Crónicas, Ensayo, Relatos y Poesía. Su trabajo
en las redes se encuentra principalmente en los sitios web
Revista SITIOCERO y Blog literario Poesía para alentar coraje.
Además ha sido publicado en La Jiribilla, Cuba, en el blog del
poeta español Marcos Ana y en Letras de Chile, entre otros.
Libros publicados: "La Sociología de la Resistencia", Chile, año
2006; "Poemas y Relatos", Cochabamba, Bolivia, año 2011. En
Antologías: "Poemario", Pontevedra, España, 2010; "La casa de
los sueños", Chile, 2010; "El Mar de los Poetas", Chile, 2009.
Dirige junto a Gonzalo Ilabaca el Programa Radial Vuelvo al Sur,
que se transmite desde el Barrio Puerto Valparaíso por Radio
Ritoque FM, por 6 emisoras del norte y sur de Chile, por Radio
Claves del Sur y Radio Kermés en Buenos Aires y La Pampa,
Argentina y por Radio y TV Víctor Jara de Estocolmo, Suecia.
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Escribir sobre Osvaldo Rodríguez, es escribir sobre la pérdida
de la memoria de Chile. Es escribir sobre un Chile que ya no
existe y que no existirá jamás. Pero no hablo del Chile anterior
al Golpe, sino de uno profundo que fue nuestro territorio,
nuestro lugar de constitución y que de modo abrupto, como en un
cataclismo desapareció, coincidentemente en las décadas de la
matanza. Al respecto es reveladora la reflexión del poeta
porteño Juan Cameron:
“La figura del Gitano Rodríguez es un paradigma para nuestra
conducta y nuestra práctica cultural. En el país, y en especial
en este puerto, era un tipo querido por sus pares y por la
juventud, a raíz de su famoso vals, 'Valparaíso'. Al regresar a
Chile las puertas le fueron cerradas. Es cierto que le
ofrecieron y concedieron algunas pequeñas ayudantías y regalías,
mas resultaron insuficientes para sobrevivir con su familia.
Cuando pidió más se le trató de farsante, de poco realista, de
querer mantener en Chile el status económico que tenía en el
extranjero. Para muchos provincianos, el extranjero todavía
significa riqueza y bienestar”. (1)
Todo lo que plantea Cameron es cierto, es
la relación histórica de Chile y de sus creadores, especialmente
con aquellos que han triunfado o han sido reconocidos en el
extranjero. Pero la historia
del Gitano en Chile, antes y después del golpe y en su periplo
siempre obligatorio, fue mucho más que el vals Valparaíso, o la
negación de su figura por parte de la mentalidad provinciana de
los porteños en particular, y de los chilenos en general. Lo de
Cameron es una consideración obligatoria, pero a mi juicio
insuficiente.
Para mí la vida y obra de Osvaldo Rodríguez, fue y sigue siendo
sobretodo la historia
de la
pérdida del lar, la del exilio interior,
la del migrante y su nostalgia de pasado y de futuro, pero ya
hablaremos de esto.
En 1972 edita su primer libro Estado de Emergencia, y a
comienzos del 1973 graba su primer disco Tiempo de Vivir, que
contiene su famoso tema Valparaíso, poema escrito en 1962 y
musicalizado por sugerencia del poeta brasileño Thiago de Mello.
En 1974 ya en el exilio, recibe la Insignia de Plata del Teatro
Rostock de la República Democrática Alemana. En 1975 se integra
a la Sociedad de Autores y Compositores de Música de Francia y
en 1976 deja la RDA para estudiar en la Ecole des Hautes Etudes
de París, donde realiza su tesis basada en la novela
“Coronación” de José Donoso. También graba su segundo y último
disco de estudio, Les Oiseaux sans Mer (Los pájaros sin mar). A
partir de 1979 cursa la Licenciatura en Letras de la Facultad de
Filosofía y Letras de la Universidad Carolina de Praga. En 1981
obtiene su título de Licenciado. El año 1984, en Francia, es
galardonado con el premio “Charles Cross” por el mejor disco del
año: La memoire Chantés de Regine Mellac, grabado en vivo en
1983.
En 1986 escribe su tesis “La
nueva canción chilena: continuidad y reflejo” obteniendo el
título de Doctor en Letras por la misma Universidad de Praga.
Por este ensayo, recibe el mismo año el premio en Musicología de
la Casa de las Américas, en La Habana, Cuba. (2)
Viajó a Chile por primera vez en 1989 y para radicarse en
1993.Pero el regreso no tuvo nada que ver con el sueño
romántico: en Chile Rodríguez no encontró el espacio suficiente
para su trabajo artístico, a esas alturas, también diversificado
a la pintura. Aunque su voluntad fue volcarse a la Universidad
de Playa Ancha y hacer desde ahí su aporte a la cultura local,
al cabo de un año, deprimido y enfermo, decidió volver a Italia.
Allí, de nuevo en el exilio,
el 18 de marzo de 1996 murió
víctima de un cáncer al páncreas,
a la edad de 53 años.
(3)
MÁS
ALLÁ DEL VALS, DE LAS NEGACIONES
Y
DE LOS EXILIOS
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Como ya lo había planteado, la historia de Osvaldo Rodríguez fue
y sigue siendo la historia
de la pérdida del lar, la del exilio
interior, la del migrante y
su nostalgia. En una extensa entrevista realizada por Gonzalo
Ilabaca y por quien escribe a su viuda Silvia Rühl, lo que más
me llamó la atención de la vida del cantor, fue la marginalidad
o exclusión de su poesía respecto del exilio político y de lo
que la izquierda consideraba debía ser el mensaje y el pueblo
mismo. Si bien el Gitano fue un militante comunista y recorrió
la canción comprometida en sus dos discos de estudio, siendo
además parte de antologías musicales de la resistencia, su
hablante no era el del cantor politizado.
Al respecto, siempre creí y porque conocía su trabajo desde niño
en Villarrica y Temuco, escuchando sus canciones en cintas
magnetofónicas durante la década de los ’70, que él era un
hombre del sur y no de Valparaíso. Lo que puede ser una mera
intuición poética, creo se refrenda en parte de sus canciones,
como por ejemplo en Laura:
“Qué quedará
de mí
ese aire frio
de los pájaros sin mar,
y ese clima
sin fin(…)
la lluvia
traerá, una pregunta que no puedo responder…
lejos (…) yo
estaré lejos de mi pueblo una vez más
o tal vez no,
o tal vez no…” |
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Osvaldo
"Gitano" Rodríguez. Fotografía inédita tomada en
Lüttenklein/Rostock, donde vivió su primer exilio en Europa. Regalo de
José
Secall a Fesal Chain. Colección privada.
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Si uno recorre las plazas de Concepción que es sólo el centro
sur de Chile, están atiborradas de gaviotas, pero no hay mar, de
hecho la misma ciudad da la espalda al río. No sé si en el
pasado llovía mucho en el puerto, o si el cambio climático lo ha
transformado, pero lo que si sé que existe como un hecho
insoslayable y en especial en el cerro Playa Ancha donde nació y
vivió el Gitano, es el viento implacable, que como dice el poeta
Moro, define y redefine a Valparaíso en su ser más íntimo, no
así la lluvia, hoy al menos eventual.
Rodríguez además se caracteriza a sí mismo como alguien a quien
el pueblo no comprende. Pueblo en su doble acepción, de lugar,
de territorio familiar y vecinal, pero también de lo popular. En
el fondo se define como un incomprendido de los populares. Ya lo
decía en su célebre alocución en el Concierto en vivo en el Café
del Cerro en 1989, al contar la historia de su canción
Valparaíso en un diálogo con Nelson Osorio Tejeda, amigo del
gitano y actual profesor de la USACH. Rodríguez había escrito
“es que yo nací pobre y siempre tuve un miedo inconcebible a la
pobreza”, a lo que Osorio le contesta al escuchar su interpretación “no seas
mentiroso Gitano, tu nunca fuiste pobre y si hay algo que los
pobres no tienen, es miedo a la pobreza, sino rabia”. Ahí le
cambió la letra a ese “es que yo no nací pobre y siempre tuve un
miedo inconcebible a la pobreza”. Pero seguía teniendo la
esperanza de que ese pueblo lo terminaría escuchando (“o tal vez
no, o tal vez no...”) Al menos le abrió la puerta de su
cosmovisión con su “yo no he sabido nunca de su historia (…) el
viejo puerto vigiló mi infancia, con rostro de fría
indiferencia”.
El mismo se caricaturiza como un pequeño burgués educado en
colegio inglés. No se victimiza. Pero a mi juicio su explicación
tenía más ironía que nada, y por cierto era esclava de la
ideologización de la época. No en vano Violeta Parra, la más
popular de nuestras populares cantoras, lo eligió a él para
interpretar su canción La Pericona ha muerto en el Cuarto
Festival de la Canción Universitaria, realizado por la
Universidad Católica de Chile en 1965, donde obtuvo el segundo
lugar. Pero bueno para eso estamos lo que aún vivimos, para
interpretar y reinterpretar la historia y a sus protagonistas,
aunque sepamos que ya no volverán. Así termina diciendo en la
misma canción:
“…ya no te
contaré mi itinerario de viajero sin final
y para siempre
así
aunque la piel
de la memoria siga igual...”
Es decir un viajero infinito, no el que vive un exilio político
permanente, sino aquel que donde esté y con quien esté, aún
entre los que cree propios, no pertenecerá y huirá siempre hacia
adelante, en busca de lugar perdido de ayer, para lanzarlo como
utopía. De esta manera la figura del Gitano se asemeja más a la
del relegado.
Siguiendo en este periplo imaginado, he
elegido una canción poema para mi notable: El espejo de los
dioses. Quien haya leído a
Jorge Teillier, nuestro más insigne poeta del lar, del lugar
perdido, de la casa con los leños crepitando en la vieja cocina
a leña de la abuela o de la madrina, no puede sino identificarse
con esa misma poesía y esa atmosfera de fin de mundo cuando el
Gitano nos dice:
“…yo andaba
enamorando el aire,
trazando un
mapa de pájaros y arañas.
En esa tierra
donde se pierde el ojo
en horizonte
como un abismo de agua”.
Porque pájaros y arañas se esconden en los árboles añosos y en
los rincones húmedos y sombríos, y no en la ciudad del viento y
del mar. En el sur de Chile la pupila no se pierde en la
lejanía, pero si se entremezcla en los saltos de agua que caen
en vertical desde las cúspides negras de las cordilleras.
O cuando nos canta:
“…yo aprendía
el canto de la tórtola,
la voz del ave
oculta en zarzamora,
gritaba en un
idioma de indios”.
Díganme si no es La Frontera esa de Neruda y sus trenes, entre
las murras, los bueyes en yunta, y bajo el murmullo del mapuche
cabizbajo.
Para terminar: El duende, que no sólo nos remite al canto mágico
de Knut Hamsun o a los nórdicos, sino también y por lo mismo, al
poeta lautarino y su Jinete nocturno en el paisaje:
“Hay un
duende que camina por tus calles,
un travieso
caballero transparente.
Mira el
paisaje y la gente
y se duerme
dulcemente
arrullado por
un bote y su remar”. |
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MI
OJO SOBRE EL OJO DEL GITANO
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Se podrá afirmar que estas interpretaciones son demasiado libres
y que en realidad al estar en exilio, el poeta transformaba sus
palabras en un lánguido lamento de imágenes dolorosas de una
Europa impuesta y distante, que con sus versos reafirmaba la
pena y la mera nostalgia de Valparaíso. Sin embargo podría
haberse remitido, como tantos músicos y poetas lo hicieron, sólo
a la Patria y a la derrota casi reciente de las fuerzas
populares, y desde allí, a la reafirmación de la lucha y
reconstrucción de la utopía perdida. Pero no lo hizo, y si buscó
y logró reconstruir desde su mirada fenómenos que aparentemente
externos, siempre estuvieron en su imaginario, en su
conformación interna, y que como un todo evocan ya como
sufrimiento, ya como un ser en el mundo, la provincia, el
espacio del silencio y de la magia.
Mi mirada no puede ser definitiva, ni con pretensión de verdad
alguna, pues no es sino el gesto sin descanso de la ronda
barrosa de los niños del sur, antes de la matanza y de la
diáspora. Es que tomando en su conjunto estos trozos de
canciones poemas y parte de la biografía del Gitano, uno puede
ver, casi sin lugar a dudas y a la vez lleno de intuición, que
este hombre muerto joven y en pleno exilio ya llegada la coja
democracia, siempre fue un migrante que rescataba del Chile pre
moderno los elementos animados e inanimados, los paisajes, las
palabras y los espíritus, a las personas invisibilizadas: (los
pájaros, la lluvia, la tierra, los abismos de agua, la
zarzamora, los indios, los duendes, los seres transparentes) que
el suponía, y que en realidad sabía, eran los únicos que podrían
habernos salvado del marasmo, no sólo de la barbarie del
militarismo y de la economía, sino también de la barbarie de las
masas convertidas en urbe. Masas que, como alguien dijo hace
algún tiempo, en su mayoría no son más que campesinos que han
tenido que migrar a la ciudad y que sembraron hijos y nietos
que viven el exilio eterno de una metrópolis que no les
pertenece, que no los comprende, que no los entiende y que nunca
los acogerá. Pues los chilenos y chilenas de hoy, consumistas,
ávidos y angustiados, no somos más que los eternos relegados del
campo a la ciudad, o lo que es lo mismo, de la muda provincia a
la urbe antropófaga y ciega.
Acaso en el sentido de lo anterior, no fue
entonces el provincianismo quien negó y ha negado la delicada
poesía y el legado del Gitano Rodríguez, sino todo lo contrario,
han sido los citadinos, burgueses o proletarios, los hijos y
nietos de la modernización y de la máquina, y de pasada, al
decir de Edwards Bello, los siúticos, que siempre han preferido
la voluptuosa presencia de las fachadas a las humildes y
pequeñas presencias y a los fantasmas de cada día y de cada
noche que enarbolan nuestro ser, a aquellos que a riesgo de
enfermarse y de perder la vida física, preservarán por siempre
nuestra alma. El alma de Chile,
la voz del ave oculta en zarzamora,
el paisaje y la gente, arrullada por un bote y su remar.
(1)
Sitio Música Popular.cl Sitio: www.latinoamericano.cl/osvaldogitanorodriguez.htm
(2)
Michal Zourek, OSVALDO “GITANO“ RODRÍGUEZ Y LA NUEVA CANCIÓN
CHILENA Reflexiones del exilio; Universidad Carolina de Praga,
Facultad de Filosofía y Letras, 2008
(3)
Ibíd. 1 y 2. |
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