S E G U N D A   P A R T E

L A   B O H E M I A

p o r   V i c e n t e   G a b r i e l


 

 

 

La propuesta de este segunda parte es aterrizar, lo visto sobre la bohemia en el ensayo anterior, a la realidad histórica de Chile. ¿Cuándo nace la bohemia en nuestro país?, ¿Cómo se desarrolla y quienes la gestan?, además de ¿Qué repercusiones tuvo para la realidad de Chile?, son algunas inquietudes que asaltan la curiosidad, de manera a priori.  Con anterioridad a la llegada de los españoles y de la independencia de Chile, ya hay señales claras de la vida de celebraciones colectivas de carácter cultural en el pueblo Mapuche. El cahuín y el Malón son buenas muestras de ello.

 

La palabra cahuín, se utiliza en el mapudungun para denominar, un encuentro o una reunión social entre miembros de un mismo lof. En dicho espacio determinado por sus miembros y no por un espacio físico, se solía compartir alimentos y bebidas, con el fin de conversar y compartir.

 

Ahí se discutía sobre las problemáticas del lof distendidamente. No se trata de una reunión formal, sino de un espacio de camaradería. Puede ser que  debido a las características de dicho encuentro, la palabra cahuín hoy tenga otra acepción, que es la de hablar a espaldas de otro. Muchas veces la fiesta que ocurría en el cahuín, se prestaba para conversar de  los problemas que un lof tenía con otro.

 

Sin embargo el concepto original de la palabra cahuín no tiene nada que ver con la idea de pelar a otro. Es más bien una interpretación española del tema, que también puede deberse a que en el cahuín los mapuches conspiraban contra ellos, por tanto los conquistadores vieron la acepción negativa a una festividad que no entendían.

  

Ocurre algo parecido con el malón. Bajo este concepto podemos encontrar tres definiciones, que dependiendo de qué bando que se esté, el concepto sobre el mismo, va cambiar rotundamente. Visto desde la mirada del conquistador, el malón significaIrrupción o ataque inesperado de indios”.  Desde el estado chileno “Grupo de gamberros o maleantes”. Finalmente desde el ideario Mapuche: “Fiesta sorpresa”.

 

Al igual que ocurrió en Europa con la palabra bohemia, cahuín y malón están marcados por una connotación discriminativa, que pasa por la falta de otra edad de los pueblos occidentales.  Lo cierto es que la palabra malón apela a la sorpresa, pero no a la guerra sorpresa. Más bien a la festividad sorpresa.

 

El pueblo Mapuche realiza rituales que son organizados con anticipación de carácter protocolar, de fines  militares o espirituales, entre ellos está el guillatún, we tripantu o el machitún, pero el malón no tenía dicho carácter.   El malón no es más que  una celebración espontánea, algo así como un cumpleaños sorpresa. Lo que se destaca en el malón es su carácter festivo y colectivo. En el que cada uno de los integrantes aportaba algo para la fiesta, es lo que diferencia la idea occidental de un cumpleaños con un malón, la cooperación y la solidaridad son la piedra angular de él.

 

Chimba significa “La otra orilla” en Quechua y era en referencia a la otra orilla del río Mapocho, el cual era el límite entre el fin del imperio inca y el territorio plenamente Mapuche. A ese escenario llegaron los conquistadores españoles a fundar Santiago de Nueva Extremadura.

 

A las orillas del Santiago español se acento el barrio la Chimba, en lo que hoy es la parte sur de la comuna de Recoleta, detrás de la ex Estación Mapocho donde hoy está la  actual Vega Central. En dicho lugar se ubicaron a los guangualíes o caseríos de material ligero donde vivían indígenas y mestizos, que por lo general trabajaban para la nobleza y aristocracia de la época. En este lugar comenzaría, poco a poco, a desarrollarse una vida nocturna que escapaba a las lógicas morales de la época. Moral, que por cierto de manera hipócrita, estaba reñida con la vida nocturna que en la Chimba se desarrollaba.

 

Digo hipócrita, porque al ser la Chimba un barrio marginal del Santiago colonial, era prácticamente tierra de nadie; ahí solían llegar gente de la nobleza y de la aristocracia en busca de una prostituta o de una noche de jarana. En el barrio la Chimba se formaron los primeros prostíbulos y bares de la época.

 

Aquel barrio fue el escenario para peñas, fondas y chinganas. A diferencia de la actualidad los tres lugares bohemios de la época se diferenciaban por su funcionalidad y no por su estructura. Los tres espacios destinados a la distensión y festividad, eran construidos de manera precaria: suelo de tierra, pilares y vigas de madera, con un techo de ramas de árbol, que por lo general era de palmera o palma, de ahí el concepto de ramadas a modo genérico.

 

 

 

 

 

Chile, clase de zamacueca a fines del siglo XIX.

Fotografía de Obder W. Heffer.

 


 

 

 

La fonda, lejos de aparecer en el país una vez al año para las fiestas patrias, era de manera permanente. Entre otras cosas, claro está, porque Chile no era independiente del imperio español y no existían las fiestas patrias.  Pero la fonda correspondía a la idea de un bar, donde se solía escuchar música en vivo y se servía comida y tragos.

 

La chingana tenía otra connotación, se asemejaba a un burdel, es decir además de encontrar música y otras artes en vivo, aparte de encontrar comida y bebidas alcohólicas, también se encontraba el cariño de una prostituta.

 

El caso de la peña es distinta, se desmarcaba de la lógica del burdel, ya que tenía la intención de ser un espacio político. Ahí se juntaba la comida, el alcohol, el arte, el baile y los discursos y reuniones políticas. Era un espacio de conspiración. Es por lo mismo que las peñas aparecen en nuestra historia hacia fines de la colonia, cuando nos acercamos a la independencia de Chile.

 

Fondas, chinganas y peñas era el espacio predilecto de músicos, pintores, actores, poetas, etc. Aquellos considerados “menores” al hacer arte popular o callejero, ya que no estaban bajo el amparo de la escasa nobleza española chilena. Es necesario recordar las diferencias sociales que existían marcadas por estamentos, los cuales a su vez se definían por raza, en otras palabras la casta poderosa eran españoles netos (nacidos en España), que a su vez se diferenciaban según títulos u oficios, luego aquellos españoles nacidos en el continente (criollos), le seguían los mestizos, indígenas y por ultimo esclavos. El barrio la chimba era habitado por mestizos e indígenas cercanos a la corona española (yanaconas), y solía ser frecuentada por criollos o españoles sin títulos. Los nobles, claro está tenían sus burdeles y fiestas personales en palacios.

 

En chile existió un grupo de niños, que al crecer cambiaron el rumbo de la historia. Uno vivía en la actual esquina sur oriente de Agustinas con Morandé, los otros cuatro en la esquina sur poniente de la misma intersección de calles. El primero se llamaba Manuel y los otros cuatro Javiera, Juan José, José Miguel y Luis. Cuando pequeños, los cinco, solían jugar juntos en la calle a las bolitas, el trompo e iban al cerro Santa Lucia (Huelen), cerca de lo que quedaba del fuerte español que un día se acento ahí a elevar volantines, en lo que en esos años era literalmente un peladero abandonado.

 

Ya en la adolescencia, cercanos a su juventud, los cuatro hermanos Carrera y Manuel Rodríguez comenzaron a frecuentar el barrio la Chimba, por ahí se le vio bailar la resbalosa a Javiera Carrera, se enamoró Manuel de más de una mujer que atendía las fondas, en más de una ocasión echaron de una chingana  a Juan José y Luis Carrera por borrachos y revoltosos en medio de una riña y José Miguel rompió más de un corazón con su carisma y figura esbelta, según cuentan las malas lenguas. También participaban de tertulias en peñas, donde se solía intercambiar visiones en torno a libros prohibidos por la inquisición, que propagaban las ideas de la ilustración, tales como El contrato social de Rousseau.

 

En este barrio marginal de Santiago, se comenzaba a gestar la simbiosis de la cual hablamos en nuestro primer ensayo, entre política y vida nocturna, entre política y la bohemia. Lo que siempre se plantea como “La chilenidad” se gesta o se expresa a partir de la realidad social y cultural que ocurre en este barrio.

 

La actitud bohémica del joven José Miguel Carrera obliga a su padre a tomar medidas frente a él, sobre todo porque este hasta 1803, era oficial del Regimiento de Caballería de Milicias del príncipe en el cual llego al grado de Coronel. Cercano a la realeza, no podía permitirse que su hijo fuese tema de protestas y reclamos contra la moral y debía seguir una carrera militar, la cual lo disciplinaria y seguiría una tradición familiar.

 

 

 

 

 

Antigua fotografía de La Chimba

 


 

 

 

José Miguel es enviado a España a ser militar, donde demostraría con creces sus capacidades hasta transformarse en húsar de la reina y pelear para el rey de España contra las tropas de Napoleón Bonaparte. Lo que no se presumía es que el joven bohemio, una vez estando en Europa aprendería precisamente, no sólo a ser un gran estratega militar, sino que también se empaparía de las ideas de la revolución francesa, que planteaban sus adversarios franceses.

 

Rápidamente José Miguel Carrera se transformaría en un ídolo para la pequeña capitanía general de Chile. Pueblo que al lado de las otras colonias de España en América, era pequeño en cuanto a poblado y riquezas, que mantenía una guerra tiránica contra el pueblo Mapuche y donde las noticias volaban rápido. Pueblo chico infierno grande.

 

Al volver a nuestro país, luego de su campaña en contra del ejército de Napoleón las expectativas en torno al “nuevo” José Miguel eran grandes. Por un lado estaban amigos y familiares que le extrañaban, por otro lado políticos que avalaban y adulaban su imagen, por otra parte mujeres que lo definían como un perfecto galán. Carrera se había transformado en una figura que daba para conversar. Sin embargo este se encierra y no da declaraciones, nadie sabe de él con certeza, el mito sobre él genera expectativas y echa a correr rumores.

 

La expectativa sobre Carrera termina, el mismo día en que empieza a terminar la colonia española en Chile. Hasta su regreso a Chile, el 16 julio de 1811, los criollos chilenos habían planteado el auto gobierno a esperas de que el rey fuese liberado, pero no tenía ningún fin independentista. José Miguel Carrera decide salir a su patio ubicado en la actual Plaza de la Constitución, a demostrar sus capacidades militares haciendo piruetas con su corcel negro. La muchedumbre se juntó a observar el espectáculo: políticos, mujeres, niños, amigos, religiosos, etc. se dedicaron a contemplar al ídolo. Mientras Juan José y Luis Carrera, Manuel Rodríguez, los hermanos Benavente y otros más, tomaban por asalto el palacio de gobierno. Esta toma de poder desembocaría o instalaría las ideas independentistas, se decreta por cierto la independencia, pese a lo que muchos decían que no había que hacer y sería el inicio de lo que hoy llamamos la patria vieja o poéticamente hablando la instalación de los bohemios en el poder de Chile.

 

No crean que nos olvidamos de la bohemia y que por tanto sólo estamos reduciendo, este ensayo a la historia de Chile. Por lo mismo no hablaremos de la arremetida de la corona española en contra de los independentistas. Sólo a modo de resumen afirmaremos que la patria vieja duro hasta 1814 y que España recupera el poder en ese año, lo que implica que los independentistas criollos deban exiliarse en Mendoza, buscando refugio algunos con privilegios y otros no, con San Martín. Esto es un preludio para hablar del próximo bohemio, quien siendo un soldado y político mantuvo sus nexos con el barrio la Chimba.

 

Todos los patriotas independentistas tras inminente derrota frente al ejército español debieron cruzar los Andes y refugiarse en Mendoza. Algunos, los carreristas fueron apresados entre ellos Manuel Rodríguez, por órdenes de San Martín que trabajaba en complicidad con O'higgins. Rodríguez logra zafar de la cárcel y enfrenta a San Martín, quien anonadado por sus habilidades y capacidades, llega al acuerdo de trabajar juntos. Manuel Rodríguez se transformaría en el espía del ejército libertador que cruzaría los Andes.

 

 

 

 

 

Afiche anónimo, 1918.

 


 

 

 

Manuel vuelve a Chile en clandestinidad ¿y dónde se refugia?, nada más ni nada menos que en el querido barrio la Chimba. Sus antiguas andanzas bohémicas lo habían transformado en una persona muy querida en el bajo pueblo de Santiago. Pero el refugiarse en este lugar no es gratuito, ni azaroso. No sólo tenía gente que estaba dispuesta a protegerlo, no sólo se trataba de una tierra de nadie donde los talaveras temían entrar, sino que también era donde vivían aquellos que eran la servidumbre de la nobleza chilena. La estrategia era tener la cooperación de todo el pueblo para escuchar conversaciones en palacios, robar documentos, mapas, obtener noticias, recursos, etc. El compromiso del pueblo chileno en ese sentido fue grande.

 

Entre los sacos de harina, los fardos de paja, los sacos de azúcar, en los sótanos, en los barriles de vino y de granos, se escondían armas, pólvora, documentos, mensajes e incluso al mismo Manuel Rodríguez. De esta manera y gracias a la gente que habitaba el barrio la Chimba el ejército libertador obtenía información sobre su enemigo y pudo preparar su ataque.

 

Pero la misión de Rodríguez no sólo consistía en robar información, sino que también en mover en falso a las tropas realistas, dispersarlas, hacer gastar recursos en vano y ver cuál es su forma de responder ante ciertas situaciones de ataque. Para ello era necesario contactar a un hombre muy particular, ya que este era un bandido, un montonero acostumbrado a saquear caminos. Justamente Manuel Rodríguez se entera de su existencia en el barrio la Chimba, su nombre: José Miguel Neira. Acostumbrado a robarle a las caravanas de los ricos en los caminos.

 

A través de un conocido, en alguna ramada de la Chimba, Rodríguez dio con el contacto y se reunió con Neira. Su intención era clara, hacer que este le apoyara en escaramuzas y asaltos, para generar agitación en el pueblo y dispersión en el ejército. Neira quien no tenía ni patrón ni amo y que lideraba una banda de cerca de unos 50 a 60 hombres en un comienzo no accedió. ¿Qué le iba a interesar la política a un hombre sin patria?, Manuel accede a ciertos compromisos con él, que refieren, a títulos de tierra, amnistía de sus crímenes y rango militar, obtuvo así el grado de coronel de milicias.

 

Gracias a esta jugada nace el mito del Guerrillero Manuel Rodríguez, que el pueblo cómplice de él empezaría a echar correr el rumor de que este tenía un pacto con el diablo. La explicación es bien sencilla, al gobernador Marco del Pont le llegaban noticias de que Rodríguez y sus hombres habrían atacado tres puntos de Chile, el mismo día y a la misma hora; atacó Coquimbo con 20 hombres, atacó San Fernando con 20 hombres y atacó Chillán con otros 20, la única explicación posible era la que rumoreaba el pueblo. Neira y su brazo derecho se vestían de la misma manera que Rodríguez y hacían proclamas en el ataque a la ciudad afirmando que eran Manuel Rodríguez.

 

En esta segunda parte del ensayo podemos afirmar que desde nuestros albores, la bohemia ha estado ligada al pueblo y a sus problemáticas, es por lo mismo es que esta segunda parte es un sentido homenaje a todos aquellos que vivían, vivieron y aún viven en el hermoso e histórico barrio La Chimba, el cual está ligado no sólo a nuestra identidad, sino que a la vez a nuestra realidad, ya que sin él quizás no seriamos los mismos. No duden que seguiremos revisando la bohemia desde distintas perspectivas en un tercer ensayo.

 

 


 

Vicente Gabriel, poeta y diseñador, nacido en Santiago de Chile en 1982. Comenzó a escribir poesía a temprana edad, para un concurso en el colegio Altamira, en cual sacó mención honrosa a los 9 años.

 

Desde diciembre del año 2012 hasta la fecha, organiza junto a Ingrid Córdova y Reinaldo Muñoz, el ciclo de lecturas poéticas: "Llégale aquí a mi guarida". Dichas lecturas tienen como fin el revivir la bohemia en nuestro país por sobre el carrete, abrir un espacio nuevo para la poesía y para quienes la escriben, y generar redes de solidaridad y apoyo entre artistas.

 

Hoy es editor de la revista digital  La Guarida y realiza talleres de distintos tipos. Junto al colectivo La Guarida, ha realizado dos lecturas hasta la fecha en contra la represión al movimiento estudiantil en las tomas de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile y en la toma de la casa central de la UTEM.