V
i n o R e c u e r d o s.
Stella
Díaz Varín es una voz propia en la Poesía.
Cuando
su sonido interrumpe el silencio de la orquesta
la
vejez, si es que quiere,
puede
ser la más lúcida de la palabras.
Puede
ser un relámpago en medio de tanta muerte
o
un frágil quejido de vino en el vaso del sexo.
Una
gruesa voz húmeda en el humo
aleja
tanto como el color de la sangre.
El
aroma ocre del vino dentro de la boca te lleva a los recuerdos:
Puede
ser que al borde de unos tragos aparezca la cara de mi padre
antes
de que el oficio del '73 lo devorara
y
él recuerde también sus escapadas al cine para ver "El hombre invisible",
"Yo
acuso" o las semanales de "Flash Gordon".
Cuando
el "Cojo Trincado" no mataba aún a su hija por no haber nacido
hombre
o
aún no se escuchara el ciego grito homosexual con Ibáñez.
Mis
recuerdos son otros,
pero
tienen textura.
Yo
era un niño en medio de ese vino maricón que sumergía al papá
o
era un crepúsculo cuando el vino era la llave para que tocaran "Las
guitarras viajeras".
Lindas
mujeres - que ahora están gordas y flácidas -
cuando
el vino se tomaba en el "Bim Bam Bum".
Regias
pelucas y plumas artificiales en regias noches de insomnio
desapareciendo
lentamente con el frío brillo del "fierro".
La
sombra de mi padre temblando después de años de beber
el
bigoteado en las quintas de recreo,
como
yo después de haber tomado el mejor pipeño barato en Talcahuano.
Son
horas dejadas de lado que algún día
me
pasarán la cuenta,
me
penarán lo suficiente como para adorar el estiércol
y
sin olerlo beber lentamente otro vaso.
Este
vino de ahora no es cualquier trago.
Es
un trapo de terciopelo que te envuelve los labios y la lengua.
Tiene
aroma, es un cuerpo fragmentado, marea según diga la luna.
Es
la excusa tangible para tomar la voluntad de los otros
y
escuchar a la Stella.
Cuando
veo la roja lágrima de una vela encendida
entre
vasos de vidrio
y
rastrojos de cigarro
creo
que la propia voz, es la Stella Díaz Varín en la Poesía.
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Miguel Moreno
Duhamel, 2002. |
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