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R O D R I G
O V E R D U G O P I Z A R R O
N A C Í
R O D E A D O D E S U R R E A L I S M O
p o r A n t o n i o G a s t e l ú
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Un abrigo de misterio cubre la
presencia del poeta Rodrigo Verdugo Pizarro, una capa que no
comparto necesariamente, las contadas veces en que me he topado
con él me ha demostrado ser un humano amable, un concienzudo
estudioso que medita sus palabras y sabe lo que dice. Durante
días, mientras caminaba por las calles de Santiago, le vi
esperando locomoción colectiva en un paradero de Pudahuel o
bebiendo una sopa de cebollas en un restaurante de nombre
francés en el barrio Lastarria. En otra ocasión, mientras
esperaba la luz verde en la esquina de Santa Rosa con Ureta Cox,
me di cuenta que el barrendero de overol naranja era el poeta
Verdugo. La última vez que pedí un taxi era Rodrigo el que lo
conducía. Me han dicho que es un severo profesor en la extinta
carrera de parasicología de la universidad de Chile y que varias
mujeres se enfrentan en acalorados debates por su persona,
discusiones donde no faltan los improperios de grueso calibre.
Hace muy poco lo divisé de pie sobre el techo de una casa en la
esquina de Exequiel Fernández con Coipué mirando hacia el
noreste; decidí tomar una escalera que estaba tirada en ese
patio, la apoyé sobre la descascarada muralla y subí al techo
donde pude observar los ojos del escritor que, detrás de unos
gruesos lentes, parecían interpretar el movimiento de las nubes.
¿Qué estás mirando poeta Rodrigo
Verdugo?
Lo que se oculta, lo que se
esconde, los signos de vida y muerte que pueden estar tanto en
la tierra como en el cielo. El poeta tiene esa misión de
descifrar y relacionar las cosas, unir lo fenomenológico y lo
ontológico, la poesía no es ocurrencia, sino relación.
¿Cuándo y cómo te hiciste
habitante del surrealismo?
En términos personales creo que
nací habitando en el surrealismo, en términos literarios a
partir del año 2002, fecha de publicación de mi primer libro, lo
asumí como una forma de vida.
Háblanos de tus comienzos en la
literatura, del taller Isla Negra y de su director, el poeta
Edmundo Herrera.
Antes que todo, mi primera
vocación intelectual se manifestó hacia la Historia de Chile,
motivado por la figura de mi abuelo el historiado Alejandro
Pizarro Soto, quien nos visitaba llevándonos cajas de recortes
de sus archivos, y motivado también por las visitas que hacíamos
con mi madre Patricia Pizarro Silva todos los domingos a
distintos museos. Posteriormente me incline hacia la pintura,
hasta que en 1990, vi un documental sobre la casa museo de Pablo
Neruda en Isla Negra, en ese documental el poeta Raúl Zurita
recorría los distintos lugares de la casa y contaba la historia
de cada uno de los objetos. Fue tal el impacto de ese
documental, que al otro dia, en un cuaderno del colegio empecé a
escribir algunos pensamientos, luego fueron tomando la
estructura de un poema, ese cuaderno se extravió en manos del
inspector del colegio donde estudiaba en ese entonces. En 1992
viví por razones de fuerza mayor dos meses junto a mi abuela
Silvia Silva Robles y a mis primos Alan Bruna Pizarro y Carolina
Bruna Pizarro en la ciudad de Arica, mi madre me enviaba
encomiendas con libros de poesía y casetes de programas
literarios que en ese entonces se daban en algunas radios por
ejemplo:”Taller de creación por correspondencia, conducido por
el poeta Juan Samuel en Radio Umbral, “Semanario Cultural”,
conducido por el escritor Víctor Manuel Lozano, donde además
participaba el poeta Mario Ferrero en Radio Universidad de
Chile. A raíz de todos estos estímulos, escribí lo que considero
el primer texto más o menos formal que escribí, y que gano ese
mismo año un concurso literario a nivel escolar, este texto que
llevaba por título “Minero con tu mirada”, es formalmente mi
ingreso también a la letra imprenta, puesto que fui publicado en
el Cuaderno de la Fundación Pablo Neruda. En junio mi madre me
llevo a conocer la Casa Museo de Pablo Neruda a Isla Negra, y
surgieron cuadernos con mas textos, (cuadernos que
desgraciadamente terminaron en la basura por un descuido
domestico) y en ese mismo mes escuchando junto a mi madre un
programa en Radio Nuevo Mundo, nos enteramos que existía un
taller literario llamado “Isla Negra”, que era dirigido por el
poeta Edmundo Herrera, que funcionaba en la Sociedad de
Escritores de Chile, y que realizarían un homenaje al poeta
Gonzalo Rojas Pizarro (mi tío abuelo por parte de mi madre).
Ingreso entonces en 1992 al taller de poesía “Isla Negra” y
entablo una amistad entrañable con el poeta Edmundo Herrera, (al
punto de considerarlo como un padre y él considerarme como un
hijo).
a quien comienzo a leer con mucho
interés, comprando en la librería de Octavio Rivano, casi la
mayoría de sus libros, sin embargo su primer libro “Cantos de
la sombra”, me deslumbro y considero que es su obra mayor y un
libro al que Edmundo Herrera volvía de vez en cuando. Un hecho
que marcó mágicamente ese año, y el que más recuerdo, fue el
haber viajado a Isla Negra junto a Edmundo Herrera, Tatiana
Olavarría y Juan Cerda Zúñiga al segundo funeral de Pablo
Neruda. Esa misma noche nosotros tres, más la poeta Perla
Vallejos (en cuya casa nos quedamos), bajamos como a las dos de
la mañanas a la playa y vimos bajar por el borde de su casa a
Pablo Neruda vestido con su poncho, ese hecho como digo cierra
mágicamente mi ingreso al taller y acrecienta mi vocación
poética hasta el día de hoy. |
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Con parte del grupo Derrame, de izquierda a derecha:
Sebastián Riveros Zebrah, Rodrigo Verdugo Pizarro, Enrique de Santiago,
Rodrigo Hernández Piceros y Daniel Madrid
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-Cuéntanos
del grupo Derrame al que perteneciste y de tus recuerdos sobre uno de
sus fundadores, el poeta Rodrigo Hernández Piceros, recientemente
fallecido.
En el año
2000 ingreso al programa de Bachillerato en Humanidades a la Universidad
Andrés Bello, mi intención de ese entonces era seguir la carrera de
Derecho para lo cual tome el ramo de introducción al derecho. Desde 1997
al 2001, deje de escribir, sin embargo seguía comprando libros
preferentemente de poesía Chilena, mi conocimiento del surrealismo era
parcial, había leído la antología de Aldo Pellegrini, había visitado en
1993 al poeta Enrique Gómez Correa con quien teníamos interminables
conversaciones telefónicas), sabia de una vez existió el Grupo
Surrealista Mandrágora, etc. Sin embargo durante una clase de historia
del arte dictada por el pintor surrealista Jorge Leal Labrin, se hablo
de André Bretón, terminó la clase y me acerque a conversar con el
profesor, quien a los pocos minutos me comento que habían unos jóvenes
estudiantes de la carrera de periodismo que hacían una revista que se
llamaba “Derrame” y que en ella homenajeaban a los poetas surrealistas
chilenos y que la revista era de corte surrealista. A esta conversación
se sumo el poeta y pintor Aldo Alcota, con quien inmediatamente
congeniamos, amaneciéndonos en un bar de calle Echaurren. Al llegar de
madrugada a mi casa, bote a la basura los apuntes de introducción al
derecho. Esa misma semana conocí en los patios de la Universidad a
Rodrigo Hernández Piceros, no hablamos mucho, sin embargo lo volví a ver
en un homenaje a Enrique Gómez Correa en la Sech, Rodrigo estaba sentado
junto a la poeta y viuda Wally Ossa. Una noche Aldo y Rodrigo me citaron
para una reunión, la reunión fue en la casa de Rodrigo, mejor dicho
dentro de su pieza, me regalaron ejemplares de la revista Derrame uno,
dos y tres, y me invitaron como en una ceremonia de iniciación a ser
parte del Grupo Surrealista Derrame. Esa noche mi vocación por los
estudios de derecho quedó definitivamente atrás. Después vinieron los
demás números de la Revista Derrame, conocí a los otros integrantes, los
poetas Roberto Yáñez, Carlos Sedille y vivieron exposiciones,
publicaciones, proyectos, fiestas, noches de bares, era nuestra edad de
oro, la que duro hasta el año 2010, y empezaron a irse de este mundo
partes de lo que eran nuestro mundo: Stella Díaz Varín, Daniela
Arriagada, Antonio Silva, Ernesto Gallardo, Danielo Maestre, Carlos M
Luis, Edouard Jaguer, Braulio Leiva, Milan Bodis Suckel y recientemente
Rodrigo Hernández Piceros con quien me unió una gran y profunda amistad,
no éramos amigos, éramos hermanos, yo veía en Rodrigo a uno de los
poetas más excelsos del surrealismo actual, además de profesar una gran
pasión por la literatura chilena, junto a Rodrigo hicimos muchos
proyectos, fuimos coeditores del libro Ídem de Armando Uribe, escribimos
en conjunto un texto para el libro “Ludwig Zeller, arquitectura del
escritor” de Hernán Ortega Parada. Es misión nuestra ahora preservar su
legado literario.
-¿Por qué que el surrealismo, siendo un movimiento
centenario, aún sigue ejerciendo esa atracción y entusiasmo, incluso en
los más jóvenes?
Primero, el
surrealismo al igual que el inconsciente no se agota; segundo, el
surrealismo es quizás el único movimiento que resume las aspiraciones
del romanticismo, en cuanto a habitar poéticamente este mundo, y tal vez
el único movimiento al cual es inherente esa idea de cambiar el mundo y
transformar la realidad, (Marx, Rimbaud); tercero, más que un movimiento
es una forma de vida, los jóvenes en general que adhieren al ideario
surrealista, lo hacen absolutamente entregados a esa aventura
metafísica, convencidos de una de sus principales premisas, la que sin
duda ejerce más atracción y entusiasmo en ellos: "El surrealismo es un
medio de la liberación total del espíritu".
-En otros movimientos artísticos existe una familiaridad,
un lenguaje común que une la obra de distintos artistas y hace
reconocibles sus creaciones como pertenecientes a una escuela. Sin
embargo en el surrealismo se puede apreciar una gran diversidad -quizá
hasta disparidad- en el estilo de pintores, literatos, escultores. ¿Por
qué crees que se produce esto?
Estoy totalmente de acuerdo. Esa
diversidad responde por lo menos a cuatro puntos. Primero, una suerte de
estética revolucionaria; segundo, que toda esta diversidad tiene una
base común: la libertad creadora; tercero, responde también a los
diversos métodos y técnicas de creación surrealista; y cuarto, responde
también a las diversas búsquedas que tanto los poetas, pintores,
escultores, iniciaron dentro de sus obras, y dentro de las modalidades
del surrealismo mismo, ya sea el automatismo, la exaltación lírica, el
humor negro, lo maravilloso, la poesía negra. |
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De izquierda a derecha: Rodrigo Verdugo Pizarro, Rodrigo Hernández
Piceros,
Susana Wald, Ludwig Zeller y Enrique de Santiago
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-¿Qué opinión tienes de la poesía chilena
actual?
Conozco poco, tengo algunos libros de
poetas chilenos actuales o más bien de las generaciones mas recientes,
me he abocado mucho más a la lectura de poetas chilenos de generaciones
más anteriores, como la generación del 80 hacia atrás, de manera que no
tengo una opinión muy formada al respecto.
-Por ahí leí de tu acercamiento a la
parasicología, cuéntanos de eso.
Ese tema tiene relación un poco con la
pregunta respecto del surrealismo, como decía en una de las respuestas
anteriores, creo que nací habitando en el surrealismo. Desde muy pequeño
presencie, y fui testigo de hechos paranormales, y de cosas que rompían
con la lógica habitual, esto se explica un poco por el haber habitado en
casas o departamentos donde habían ocurrido ciertos hechos. Mi infancia
estuvo rodeaba por todo esto y también por la aparición de ciertos
personajes extraños que aparecían en mi familia y que luego desaparecían
sin que se supiera nunca más de ellos. Todo esto me indujo en algún
momento a tratar de estudiarlo en forma mas sistemática, entonces tuve
un acercamiento a la parapsicología, entable amistad con parapsicólogos
y durante un tiempo visitamos casas embrujadas, lugares raros, etc. Vi
también que entre parapsicología y surrealismo habían muchos nexos al
punto de “Derrame”, mismo fue partícipe de este nexo.
-Cuál es, para ti, la función del poeta y
la poesía en la sociedad.
La poesía según Heidegger era anterior al
lenguaje, yo creo que el poeta es depositario, de algo que viene desde
tiempos inmemoriales, por él pasa un mensaje, que debe escribirse, un
mostrar que las cosas pueden ser algo y a la vez pueden ser lo otro. Se
ha hablado bastante y debatido sobre la función de la poesía en las
sociedades actuales, pero yo me inclino por creer que la poesía está
ligada a lo inefable, y viene de esa voz primordial para recordarle al
hombre y a la mujer que estamos rodeados de enigmas y que toda la
existencia humana se debate desde hace miles de años en torno a las
mismas preguntas, y coincido con el físico Claudio Bunster, quien en un
dialogo con el poeta Jaime Valdivieso afirmaba que “Desde el punto de
vista del hombre en el universo, de la cosmología, no se puede dar una
respuesta que no sea poética”.
DIECINUEVEAVO
ANUNCIO
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Pido
permiso a los relámpagos para hacer el tajo
Para que
algo venga desde las profundidades saciadas
Llagado
sea el descubrimiento desde la sombra al cuerpo.
Pido
permiso a la costura esencial
Para ver
como el cielo es acariciado por la muerte
Después
voy a electrizar a esas arañas que andan
Para que
los sistemas espectrales las ostenten.
Pido
permiso a la raíz inalcanzable para ver como
Después
voy a glorificar ojos de lobos dentro de las alcancías
Total el
verano puede calcarlos cuando se repliega
Ante los
volcanes amputados, ante este territorio
Que todos
van cruzando por las noches
Llevando
en las espaldas una puerta cubierta de espinas
No
sabemos que clase de castigo es
Que
ardores saqueados los hacen hacer esto
Pero nos
consta que se hacen acompañar
Por
hermanos que no ven nunca
Toman el
camino más polvoriento
Van con
el conducto más escabroso
Pasan por
piscinas pintadas de negro, cubiertas de búhos
Allí
pernoctan por si llega el día
O arrojan
a quien no quiera o deba seguir
Pero para
cruzar aquel territorio de las victimas
Debían
saber de ciertas advertencias
Debían
saber que en cualquier momento se les diría:
“Ni un
paso más, ni la menor tentativa,
Antes que
los sistemas espectrales partan
Desde
esas arañas que andan con trajes de monjas
Después
medid el empuje, medid el tajo,
Si
queréis con remos o con astrologías quemadas”
Total un
gran hueco quedara en este territorio de las victimas
Hueco
suficientemente grande como para
Que
descanse el descubrimiento llagado
Poned
encima esa puerta cubierta de espinas, entrad, entrad
Y que el
último en cerrar la puerta sea el que pueda ver
Como es
común todo rayo, toda orilla
Y que el
primero en abrir la puerta
Sea el
que pida permiso a esos ojos de lobos
Para que
la tierra gire alrededor del descubrimiento llagado.
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