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R O D R I G
O H E R N Á N D E Z P I C E R O S
A
M O D O D E R É Q U I E M
p o r M i g u e l M o r e n o
D u h a m e l
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“Temprano levantó la muerte el
vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo”
Elegía, Miguel Hernández
Conocí a Rodrigo Hernández
Piceros en los carretes culturales que se hacían los
viernes en el patio de prensa del diario La Nación,
cuando este medio aún se publicaba en papel. Fue por
medio del incansable Martín Huerta, escritor y fotógrafo
de muchas aventuras que con el pasar de los años parecen
míticas. En el dintel de la puerta por donde se
ingresaba a estos eventos colgaba un gran carrete de
madera de esos que se usan para enrollar el hilo de
volantín y en él un cartel pegado donde se podía leer
“cultura”. Era un gran espacio inundado de fotografías,
pinturas, esculturas, en donde se daba cita parte del
universo multicolor y bohemio de artistas e
intelectuales del cono sur; allí se discutía, se
recitaba, se cantaba, se hicieron presentaciones de
libros, exposiciones, se exhibían películas y
documentales. En ese lugar, por ejemplo, pudimos ver a
la poeta Stella Díaz Varín recitando su poema
“introducción al vértigo” poco antes de su muerte en el
2006.
La Stella Díaz Varín fue la
maestra de muchos jóvenes quienes la rodeaban como
gigantescos insectos voladores; uno de esos jóvenes fue
Rodrigo, junto con Aldo Alcota y varios otros que
terminaron conformando el grupo surrealista “Derrame”.
Rodrigo siempre me pareció una persona que transitaba en
un espacio paralelo a este, a una velocidad distinta,
más pausada, como si fuera poseedor de una templanza y
humildad de tótem. Sin embargo, sé que en su cabeza
anidaba la creación compulsiva, ¡tantas cosas quedaron
por hacer!, tantos libros y entrevistas, tantos videos,
tantos eventos culturales alrededor del surrealismo y,
últimamente, en los nidos de la espiritualidad krishna.
Recuerdo como él fue el motor de “El umbral secreto”,
encuentro internacional surrealista que se realizó en
Chile el 2009; de la revista homónima del grupo
“Derrame”, con unas cuidadas ediciones de colección; de
un documental por los ochenta años del poeta Armando
Uribe; del homenaje “Fernando Pessoa 130 años, una
jornada de desasosiego” que se realizó en junio de 2018
en la sala América de la Biblioteca Nacional de Chile,
donde me invitó a participar junto con Los Poetas
Marcianos, banda de poesía y música electrónica de la
que formo parte. En realidad, Rodrigo era magma
creativo en permanente ebullición. |
La noticia de su temprana
muerte me golpeó como un puño de boxeador en el estómago. Sé
que a mucha gente le pasó lo mismo. Su último libro “Visiones,
sueños y mantras”, editado por Dharma Comunicaciones, alcanzó a
estar en sus manos, pero no pudo hacer el lanzamiento. En marzo
de este año, un grupo de amigos decidió hacer un homenaje a la
memoria de Rodrigo y en esa ocasión se hizo la presentación de
su última obra en vida. Allí, su amigo y compañero de andanzas,
Aldo Alcota, decretó que con la muerte de Rodrigo Hernández
Piceros, también murió el grupo “Derrame”. Yo creo que es
verdad.
Rodrigo Hernández Piceros
(Santiago de Chile, 1974) poeta, gestor cultural, periodista y
licenciado en comunicación social. Fue uno de los fundadores
del Grupo Surrealista Derrame, la revista Derrame y Dharma
Comunicaciones. Participó en numerosas lecturas poéticas,
algunas conferencias y colaboró en la organización de algunas
exposiciones como “El Umbral Secreto: Encuentro Internacional de
Surrealismo Actual”; “La voz del Animal Metafísico”; “Roberto
Matta: Au mileu des fauves” y “Nascimento: De mar a mar, una
odisea editorial”.
Su primer libro, La
perseverancia del sueño, fue publicado el 2006 por Ediciones
Derrame. En marzo del 2011 la Editorial Brumes Blondes de
Holanda publicó En vísperas de lo primitivo, y Ediciones
de la Anjana Suta Academy Chile ese mismo año publica
Pasajero de la eternidad.
Algunos de sus poemas han sido
traducidos al francés, inglés y holandés, y publicados en
revistas, libros y catálogos de Francia, Colombia, Holanda,
Portugal, España, Estados Unidos y Chile.
Trabajó en diversos proyectos
culturales donde se involucraron la Biblioteca Nacional de
Chile, el Centro Cultural de España, la Universidad Andrés
Bello, la Embajada de Portugal y el Instituto Camoes, el Centro
Arte Alameda, el ex Consejo Nacional de la Cultura y las Artes
(ahora Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio),
el instituto Norteamericano de Estudios Orientales y Clásicos (NIOS),
entre otras importantes instituciones.
En los años 2013 y 2014 fue
finalista del Premio Alumni, mención cultura, que otorga la
Universidad Andrés Bello por su trayectoria como profesional.
En el año 2012 fue uno de los
coordinadores de la postulación del poeta Ludwig Zeller al
Premio Nacional de Literatura de Chile.
Desde el 2007 practicó bhakti
yoga esperando ser un discípulo iniciado de SS Hanumatpresaka
Swami, maestro espiritual en la tradición Vaisnava Vedanta
Bengalí.
Entre el año 2002 y el 2003 fue
colaborador del área de comunicaciones de la Dirección para la
Comunidad de Chilenos en el Exterior (DICOEX) del Ministerio de
Relaciones Exteriores de Chile.
Al momento de su muerte se
encontraba trabajando en el almacén de su padre, en otro libro
de poemas, un libro de entrevistas a maestros de filosofía
védica y desempeñándose como director del área de comunicaciones
de Dharma en la ciudad de Santiago.
Creyó plenamente que los
principios del Surrealismo “Poesía, Libertad y Amor” pueden
contribuir a cambiar la vida y transformar el mundo.
Su maestra fue la poeta Stella
Díaz Varín.
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(Visiones)
Las palabras de los sabios
quedan esculpidas
Entre naufragio y naufragio
Y se manifiestan en la
oportunidad de cada día
Llorando bajo una gota de
lluvia
Con un gesto encadenado al
cielo
Nos surge la presión por
demostrar más y más
Y sólo en una “oscura vida
radiante”
Seremos más que humanos.
(Sueños)
Era la instancia en que
cambiaban las cosas
Para abrir los sentidos y sus
vocales
Épocas de fiebres y plagas
negras
Pero seguíamos de pie pese a
todos los obstáculos
Nuestra mente estaba llena de
risas y amores
Pero había tanto cansancio en
nuestras venas
Que era algo insólito volver a
lo mismo
Ese punto en que se quiebran
las ilusiones
Porque tú te marchas y nunca
vuelves a la hora acordada
y es así que yo parto en busca
de lo desconocido.
(Mantras)
Por donde surgen los rumores
Esas persianas que se relajan
Entre el cuerpo y las lombrices
Son el signo y la frase que
resuena
Como cánticos del último Rey.
Del libro Visiones, sueños y mantras de Rodrigo
Hernández Piceros,
publicado por Dharma Comuinicaciones, 2019. |
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