L A   P O E S Í A   D I C E   T A N T O

C O N   T A N   P O C O


p o r   S a n d r a   M a l d o n a d o   H .

 


Angélica Santa Olaya es escritora mexicana (Ciudad de México, 1962). Es licenciada en periodismo y comunicación colectiva por la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam). Es egresada de la Escuela de Escritores de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem). Obtuvo el primer lugar en dos concursos de cuento breve e infantil en México (1981 y 2004, respectivamente) y el segundo lugar en el V Certamen Internacional de Poesía "Victoria Siempre 2008", (Victoria, Entre Ríos, Argentina; mayo de 2008). Ha participado de encuentros literarios internacionales en México, Argentina, Brasil, Cuba y Uruguay. Ha publicado Habitar el tiempo, Miro la tarde, El sollozo, Dedos de agua y El lado oscuro del espejo. Ha sido publicada, también, en una docena de antologías latinoamericanas (Argentina, Bolivia, Brasil, México, República Dominicana y Uruguay), así como en diversas revistas, impresas y electrónicas, nacionales e internacionales. Formó parte del Consejo Editorial de Tintanueva Ediciones y del Comité Organizador del Festival Latinoamericano de Poesía "Ser al fin una palabra...". Pertenece a los colectivos artísticos Ollin Xóchitl e In-mural. Es maestra de la Escuela Nacional de Antropología e Historia.


 

Tú escribes cuento y poesía. ¿Qué te gusta más?

Los dos géneros, pero más la poesía. Me maravilla la capacidad que tiene para decir tanto con tan poco.  En ella es necesaria la precisión y la concisión en la utilización de los recursos retóricos.  Me emociona que unas cuantas palabras puedan crear imágenes y emociones profundas e inolvidables: "Todos los adioses se agolpan y me miran a mitad de la noche" dice Enriqueta Ochoa.  "Yo no sé de pájaros… pero creo que mi soledad debería tener alas" dice Alejandra Pizarnik. Y es suficiente para guardar esas imágenes en la memoria hasta la muerte. Es un reto.

 

¿Cuándo y por qué escribes?

Cuando es necesario, pero sobre todo por las noches cuando todos duermen y el silencio me visita y puedo escucharlo con atención.

 

¿Cómo nace tu proceso creativo? ¿Revisas y modificas lo que escribes?

A veces vienen palabras-hormiga que caminan dentro de mi cabeza sin descanso, urgencia en la punta de los dedos, a veces un vacío en el estómago… puede ser en cualquier momento.  En la calle, trabajando, viendo una película, un cuadro, escuchando una canción o durmiendo y entonces tengo que levantarme de la cama para escribir.  Sí, reviso mucho y modifico.  El Lado Oscuro del Espejo fue revisado varias veces a lo largo de cuatro años.

 

Háblame de tu libro "El Lado Oscuro del espejo": el uso del lenguaje, signos e imágenes.

No lo planee, así nació.  Me preguntan si es surrealista, no lo sé. Las imágenes que hay en él son las que llegaron a mi cabeza en el momento de escribirlo.  Seguramente hay signos porque la vida está llena de ellos y porque el libro que lo amamantó –la Alicia de Carroll- es un libro que abunda en ellos.  En cuanto al lenguaje es un lenguaje onírico influido también por el país de maravillas en que puede convertirse, de pronto, la vida de cualquiera. El que esté libre de sueño que arroje la primera piedra.  Me interesó –ya en el trabajo de revisión- que fuera un libro onírico y lúdico, pero que volviera a pisar la tierra de la que surgió porque aterrizar es importante.

 

¿Cuáles son tus referentes poéticos?

Neruda en primer lugar.  "Puedo escribir los versos más tristes esta noche" fue el primer verso que aprendí y me conmovió.  Después vinieron Villaurrutia, Lorca, Miguel Hernández, Sabines, Paz, Vallejo, Pound, Mayakovski, Pizarnik, Olga Orozco, Enriqueta Ochoa, Marosa di Giorgio, Cecilia Meireles, Saúl Ibargoyen, Eduardo Lizalde,  Juan Gelman y muchos otros más contemporáneos como Ricardo Yáñez, Francisco Hernández, Tanussi Cardoso, Leo Lobos… Olga Rivero Jordán de las islas Canarias, etc.

 

¿Crees que Chile es un país de poetas? ¿Cuál es tu visión de la poesía chilena?

Claro.  Ha dado a luz poetas cuya poesía está en la memoria poética del mundo. Acabo de mencionar a Neruda por supuesto, está Nicanor Parra, Vicente Huidobro, Enrique Lihn, Gonzalo Rojas, Roberto Bolaño, Leo Lobos, José María Memet… La poesía chilena, me parece, continúa marcando sendas y eso es importante. El sur del cono ha sido referente literario para el continente porque hay un atrevimiento, un arriesgarse, un desenfado por no anclarse al pasado que le permite moverse, caminar y dejar luces en la vereda de esta búsqueda continua de respuestas.

 

¿Qué sucede con la poesía en México?  ¿Tiene gran cantidad de lectores?

Creo que la poesía de mi país está moviéndose también.  Quizá a un ritmo más lento que en otros lugares de América porque el anclaje a la tradición es muy fuerte, pero lo hace.  Hay, en estos momentos, una generación joven creando y pugnando por construir cosas nuevas con sus propios estilos y voces de los que vislumbro van a salir poetas que lograrán una poesía que trascienda.  En lo que me parece importante hacer hincapié es que no debe olvidarse, ni ignorarse, la memoria histórica poética, porque sin huellas se corre el riesgo de caminar sobre arena movediza.  La memoria histórica, en cualquier ámbito, es importante.

Los lectores no son tantos como quisiéramos debido a la poca educación y formación artística que se promueve y debido, también, a los altos costos de los libros desde su edición hasta su adquisición.  Pero, últimamente, las herramientas sociales cibernéticas están permitiendo una circulación de poesía y literatura en general que –con un costo relativo- permiten una mayor difusión y lectura.  Hay que aprovecharlas.

 

Tú participaste como jurado de los cuartos de final del IV Adversario en el Cuadrilátero, evento que se celebra en México organizado por los jóvenes de VersodestierrO. Háblame de este evento. ¿En qué consiste? ¿Estos chicos quienes son?

VersodestierrO es un grupo de gente joven, con Adriana Tafoya y Andrés Cardo al frente, que lucha todos los días en todos los escenarios citadinos –calles, plazas, escuelas, medios de transporte, etc.- por llevar la poesía a la mayor cantidad de personas con la idea fundamental de que la poesía no es un algo extraño, ajeno y críptico que está fuera del alcance de la mayoría de la gente como se nos ha hecho creer.  Ellos se preocupan porque a la poesía se le quite el moño y el frac para sacarla a las calles a convivir con la gente de la cual proviene; porque la poesía no está más en los salones ni surge de ahí, surge de la vida diaria de los habitantes de una ciudad o de un país en sus cotidianas y simples –que no carentes de valor- actividades. Se han conformado como editorial, pero principalmente como grupo de trabajo constante que tiene por lema: "Las revoluciones se hacen todos los días".  Llevan a cabo un trabajo admirable innovando y buscando diversas formas de presentar y difundir la poesía para que llegue a una mayor cantidad de gente.

 

En este evento te hicieron una pregunta con respecto a que en México, y seguro en muchos países, a los poetas se les tilda de individuos apolillados, cosa con la que no estoy de acuerdo.  Danos tu opinión sobre esto.

 

Bueno, cabe aclarar, que no todas las personas piensan eso.  Pero sí, como ya comentaba antes, en algunos ámbitos hay un estereotipo del poeta que lo presenta como una persona rígida, apegada a los cánones tradicionales de creación y difusión, que sólo se presenta en los eventos de grandes luces para compartir una poesía que pocos –se supone- pueden entender.  Tiene que ver con el apego a la tradición que ya mencionaba y con la idea del arte como un objeto de lujo al que pueden acceder sólo unos cuantos con una presunta capacidad intelectual que se los permite.  El estereotipo, por naturaleza, generaliza y de lo que se trata es de combatirlo porque, aunque no nos guste, tiene su origen en algún punto de la realidad que no debe ser pequeño toda vez que permite la identificación y el chiste. Los chistes están hechos con estereotipos.  Y el chiste existe porque el personaje existe.  De otra forma, la risa no surgiría.  Y yo tampoco estoy de acuerdo con esa visión del poeta porque no todos los poetas son así.

 

Tú, aparte de escritora y periodista eres profesora.  Cuéntame de tu experiencia con los alumnos

Ser maestro es algo que todos deberíamos hacer, alguna vez, en nuestras vidas.  Es enriquecedor si se permite que la información fluya en ambos sentidos y se deja atrás el estereotipo del maestro que todo lo sabe.  Es una  experiencia muy nutritiva y satisfactoria comprobar que podemos dar algo de lo que somos y sabemos y ver que hay alguien a quien eso le sirve para algo positivo en la vida.  Es armonía con el universo.  Recibo y doy.  Ayudo a construir, entonces me equilibro.

 

¿Cuáles son tus proyectos en la literatura? ¿Estás escribiendo algo?

Siempre estoy escribiendo algo.  Lo necesito.  Ahora mismo reviso cuatro libros inéditos –dos de poesía y dos de narrativa- y escribo los poemas o cuentos que van brotando de mi cabeza. También estoy escribiendo mi tesis de maestría en Historia acerca de lo que leían los niños en el siglo XVIII en la Nueva España.

 

¿Cuál de todas tus obras te gusta más?

Por ahora, El Lado Oscuro del Espejo; es un libro que es muy yo y que, por eso mismo, me ha permitido –luego de escribirlo- salir de mi y de todo lo que tenía que decir en esos momentos sobre Angélica para mirar afuera y alrededor.  Además, porque fue un libro necio que salió al mundo porque quería hacerlo y porque a su alrededor aparecieron las personas correctas para que así fuera.

 

 

Tienes tribuna abierta para decir lo que tú quieras…

Me gustaría que los gobiernos le dieran al arte el apoyo que merece y dejara de verse a los artistas como personas que se divierten y que no aportan nada a la sociedad o, incluso, como seres indeseables. Me gustaría que muchas más personas de las que ahora lo hacen se dieran la oportunidad de acercarse al arte, a la literatura… y permitieran que la poesía, la pintura, la música y demás expresiones artísticas los tocaran con sus dedos.  Me gustaría que nos fuera más fácil ser afectuosos y amables que desconsiderados e indolentes.

 

 

Angélica Santa Olaya D. R. ©

México, D. F. marzo 2010.


 


Poemas de Angélica Santa Olaya


 

S i n   v e r a n o

 

¿Quién soy yo? Me acordaré, si puedo.

 

Definitivamente
      no domino el tramposo discurso de Sócrates,
      la razón no tiene cabida en el estómago y
      la lógica conmigo se topa con pared;
      tampoco tengo labia ni mañas de Madame Bovary,
      ni cabello rubio, ni ojos azules,
      ni mis medidas son 90-60-90.

Todo lo contrario,
     platico con los árboles y caracoles del jardín,
     me tuteo con la esquizofrenia y el trastorno bipolar,
     el corazón taclea las jugadas del cerebro
     que no gusta de ondear banderas rosadas
     porque las alas a veces grisean.
     Mi cabello es oscuro, mis caderas anchas
     y no me gustan los relojes ni las reinas.
     ¿Será que sólo podrá amarme la poesía?

 


E l   l u g a r

 

Alicia... pudo ver al través del pasadizo
el más hermoso jardín... Pero ni siquiera
podía  meter la cabeza por la puerta.

 

La punta de la lengua
          sueña dibujar el tímido contorno de tus labios;
el filo de los dientes,
          sacarte el alma a mordidas por la boca;
la cara oculta de los muslos,
          cobijarte mientras habitamos el lado oscuro del espejo;
el lecho entre las caderas,
          trasladar tu savia hasta las nuevas hojas;
las plumas de mis alas,
          subir contigo al lugar
donde no hay papeles ni firmas
          que acrediten la posesión del sol.

 


C i n c o   r a z o n e s

 

A nosotras mismas
 y al que le quede el saco.


I

No miento,
podemos llegar al hueso de la tierra socavando el cielo,
multiplicar al predador del pleistoceno,
regurgitar las sobras en dorada placenta
y volver salvas de la cópula infierno-paraíso.

 

II

Basta ya de aparentar que nuestras piernas
no aman el círculo de fuego,
de dormir avergonzadas con un ojo abierto
anhelando la certeza de otra piel
que alimente nuestros ácaros dormidos.

 

III

¿Quién dice que esplendemos sólo al parir carne?
También florecemos entre partos y
nos crecen colmillos como estrellas
transitadas por los jugos de la vía láctea.

 

IV

Quien dijo que blanco es el conejo de la luna
no mira con frecuencia el cielo.
La luna es mujer y a veces sangra
por su propia voluntad.

 

V

El blanco y el siempre no existen sino a ratos.
El único siempre que conozco es el instante en que lo nombran,
luego huye tras la eme ce al cuadrado.
El único blanco que recuerdo habita una sonrisa de leche
que un día escupe su manto de inocencia.

Suficiente para quitar el dedo de nuestro sol.