J u a n   A n t o n i o   M a s s o n e

M I R A   H A C I A   A F U E R A   N O   M E N O S

Q U E   H A C I A   L O   Í N T I M O


p o r   S a n d r a   M a l d o n a d o   H e n r í q u e z

 


Juan Antonio Massone: Es poeta, ensayista, antologador y autor de textos de estudios. Nació en Santiago de Chile en 1950. Profesor de Castellano y magíster en literatura, título y grado, respectivamente, obtenidos en la Universidad Católica de Chile. Es miembro de la Academia Chilena de la Lengua desde 1992. Imparte docencia en las universidades Universidad Católica Cardenal Raúl Silva Henríquez, U. Diego Portales, U. Andrés Bello. Ejerció docencia en el Colegio San Agustín, establecimiento en donde fue Rector durante algunos años. Ha dictado conferencias en literatura en universidades e institutos culturales. Ha tenido participación sobre temas literarios en televisión, radio y prensa escrita. En 1979 obtuvo el primer premio en el concurso "Música para la historia" (Canal Nacional). Actualmente pertenece a la Academia Chilena de la Lengua, donde es presidente de la comisión de Literatura.  También forma parte de el Ateneo de Santiago y la Sociedad de Escritores de Chile.

 

Entre sus muchos libros publicados podemos citar : Nos poblamos de muertos en el tiempo (1976), Alguien hablará por mi silencio (1978), En voz alta (1979), Las horas en el tiempo. Santiago de Chile, Editorial Nascimento (1983), Las siete palabras. Santiago de Chile, Ediciones Aire Libre (1987),

Poemas del amor joven (1989), A raíz de estar despierto. Santiago de Chile. Ediciones Rumbos (1995), Pedazos enteros. Santiago de Chile. Ediciones Rumbos (2000), Juntémenos Ahora. Multimedia.Ottawa: Cdpoesia; Editorial Poetas Antiimperialistas de América (2004).


 

Cómo profesor y miembro de la Academia Chilena de la lengua. ¿Qué opina de  la Educación en Chile?

 

 

El estado de la educación en Chile es asunto de preocupación.  A partir de la reforma de 1965 se intentó modernizar la metodología y las actividades curriculares. Sin embargo, cada cierto tiempo se descubre que la educación no da frutos. Entonces se buscan paliativos en la tecnología, en la preparación de nutridos expedientes por cada estudiante, reuniones numerosas y cambio de nombres en esto y en aquello, todo ello  sobre la base de pólvoras extranjeras y descubrimientos de caminos de tierra. La apresurada imitación de lo foráneo continúa siendo un distintivo muy nuestro.

 

¿Cuáles son los frutos reales? La gente queda sin desarrollo de sus facultades: raciocinio, memoria, capacidad de preguntar. Se sabe que aumenta el analfabetismo de hecho, no el de reconocer letras, sino el de comprender, ejerciendo las facultades del intelecto y de la apreciación, la expresividad y el sentido comunitario.

 

Los tecnócratas anuncian  la instalación de nuevos equipos, los cuales, supuestamente, desarrollarán a los estudiantes. No creo haga falta reconocer la necesidad de lo tecnológico, pero encargarle a los "expertos" el destino de las nuevas generaciones es como creer que los publicistas pudieren dar luces acerca del sentido de vivir.

 

 

¿Qué propondría usted para mejorar la calidad de la Educación en Chile?

 

 

Reforzar ciertos contenidos fundamentales que forman a la persona. Y ello de  mano de un énfasis ético y estético, íntimo y comunitario, inmediato y trascendente. Es decir, sin empequeñecer a la gente sobre la base de adiestramientos, únicamente.

 

Despejaría el trabajo de los profesores, asignándoles un papel más directo con los estudiantes: hablar con ellos, escucharlos, si es posible con algún tiempo de juego, en vez de papeles y papeles, apuntes estadísticos y otras desviaciones.

 

La educación no es mercancía, por lo tanto, no debería tratársela como tal. Hablar de producción en ella es como si el juego, la belleza, la oración tuvieran que someterse a una mediación cuantitativa.

 

Parece que vivimos una etapa que se prefiere a una mariposa clavada en un insectario, en lugar de regocijarse con su vuelo libre.

 

Padecemos un exceso de mediciones y cada vez menos gusto por vivir. Es cosa de mirar los rostros y enterarse de las noticias.

 

Según las encuestas Chile es un país de malos lectores, hay pocos libros en las casas. ¿Qué piensa de esto? ¿Cómo podría cambiar esta realidad?  

 

El analfabetismo cotidiano es un hecho.  La carencia de lenguaje es pandemia en un mundo de individuos sometidos a incesantes y numerosos contactos, pero de escasas relaciones interpersonales. Lo malo es que sin palabras que forjen nociones de poco y nada servirán los aparatos, salvo para la insignificancia y el ocaso de lo humano.

 

La revaloración de la palabra empieza en familia. Es preciso conversar, contar historias, raciocinar por escrito. Marcar menos x, menos relleno de espacios, y sí redactar breves párrafos. Se podrían regalar libros; jugar más con las palabras.

 

Usted recomienda la lectura de la Biblia, especialmente el Nuevo Testamento. ¿Por qué?. En lo personal ¿qué significa para usted?

 

Somos herederos de lo greco-latino no menos que de lo bíblico. ¿Por qué mutilar la formación de la gente, dejándola en el desconocimiento de nociones fundadoras como las que entrega la Biblia?

 

La Biblia enseña, recuerda, plantea dimensiones esenciales en lo personal, lo comunitario, para lo inmediato y lo trascendente. ¿Seremos mejores si olvidamos, por terquedad y soberbia, sabidurías largamente seculares? Y todo esto, sin esquivar el hecho de que la Biblia reúne varios formatos literarios, verdaderos modelos que han servido a tantos. Lo lírico y narrativo, lo épico y lo ideativo, el mito y la narraciones finales, todo tiene asiento en ese libro de muchos libros.

 

 

¿Qué recuerdos tiene de su infancia?

 

 

Innumerables. Quizás he desplegado durante la vida posterior muchos de esos principios animadores recibidos y descubiertos entonces.

 

Casa, colegio, personas y juegos me han edificado y dan cuenta, en buena medida, de quien soy ahora. Explayarme supondría un espacio mucho mayor, sin olvidar la apaciencia del prójimo lector.

 

 

Usted es profesor de Literatura, Poeta, Ensayista, Antologador y autor de textos de estudios ¿Con cuál de estos roles se siente más identificado y por qué?

 

 

Me identifico con todos esos roles. Cada uno me aporta, cada uno me manifiesta. En todos puedo cumplir una misión, porque todos los realizo con satisfacción, pero no sólo para mí.

 

 

¿En qué momento de su vida nace la necesidad de volcar sus emociones en un papel?

 

 

Cuando me percaté de que el vivir tenía varios planos: los hechos externos, la memoria de ellos, la significación que avivaba mil ecos en mí. Entonces, supe que uno es, cuando menos, alguien bifronte: mira hacia afuera no menos que hacia lo íntimo.

 

¿Cuáles son sus influencias como escritor?

 

 

Tantos son los influjos que corro el peligro de no aquilatar suficientemente a todos. Lo oído, lo aprendido, las lecturas, las diversas modulaciones de escritores de antes y de ahora, de aquí y de allá. Lo escuchado, lo visto, lo sentido. En fin, cuántas experiencias que me han deparado los demás. La generosidad y la miserablía con que me han regalado, por ejemplo.

 

En un artículo leí, que para usted la escritura recoge el alfabeto interior y se vierte en otro ¿Cree que lo ha logrado?

 

 

Eso es algo que deben decir los otros. ¿Cuándo se logra plenariamente un poema, por ejemplo? Quizás cuando otro le aporta su humanidad y puede decir con sencillez que le ha sido dada una experiencia de lo verdadero, de lo hermoso, de lo inefable, de la intimidad despierta.

 

¿Qué pasa con la poesía en Chile?

 

 

Mucho. Siempre la renovación a partir de poetas sinceros y de calidad.También se suceden confusiones e inepcias, forcejeos y zancadillas. Pero la poesía es una palabra de verdad y logra zafarse de sus captores ocasionales.

 

 

¿Cuáles son sus ilusiones?

 

 

Soy  persona que tengo menos ilusiones que esperanzas. Soy creyente y sé que la Vida es y tiene la última palabra. No adhiero a una teoría, sino a Alguien. Desde luego, soy frágil y vulnerable por mi condición humana.

 

 

¿Qué es para usted trascender?, dicho sea de paso, para mí usted , ya lo ha  logrado.

 

 

La trascendencia genuina corresponde a la que nos regala Dios, al vencer la muerte, otorgar sentido a todo y redimirnos por amor. La otra trascendencia, con minúscula, puede asimilarse a la perduración de algo de lo hecho. Para ello, sólo los tiempos tendrán la palabra.

 

 

En "La pequeña eternidad", usted entró en el motivo de la  contemplación pictórica. ¿Cómo surgió este trabajo?

 

 

En el hecho simple de contemplar obras pictóricas y de acoger la reacción experimentada delante de ellas. No es asunto de explicar pinturas, sino de expresar su provocación o su invocación, o su evocación en uno.

 

Chile está catalogado como país de Poetas. Entonces ¿Por qué la poesía no se  vende?

 

 

La poesía no puede venderse. Algunos autoproclamados poetas se venden. Saben ofrecerse al mejor postor. Pero la poesía, si es veraz, auténtica, necesaria, ella no es transable. Otro asunto, y muy legítimo por demás, es ofrecer un libro, una publicación, un disco, qué sé yo.

 

Chile es país de poesía. Los lectores pertenecen a un linaje minoritario.

 

¿Qué piensa del Haiku?

 

 

Pienso que es una de las tantas formalizaciones en la que puede habitar la poesía. Su brevedad me parece la del relámpago.

 

¿Usted pertenece a la Academia Chilena de la Lengua, qué labores realiza esta institución?

 

 

La Academia Chilena de la Lengua, fundada en 1885, cumple varias labores: estudiar diversos aspectos del idioma, difundir valores literarios, elaborar documentos y libros que ayuden al buen uso idiomático, pero también que expliquen los fundamentos de la lengua, alentar el interés y conocimiento por lo idiomático. Todo éso lo cumple. Algunas tareas las emprende en el seno de la Asociación de academias de la Lengua Española. Algunos buenos ejemplos son: Notas idiomáticas y el Diccionario Panhispánico de dudas.

 


V o z    e    i m a g e n    d e

J u a n    A n t o n i o   M a s s o n e

 

Poemas de Gustavo Donoso, escritor y dibujante, leídos por Juan Antonio Massone durante un encuentro realizado en la Sociedad de Escritores de Chile en Agosto de 2009, en reconocimiento al creador de "Margarita".


 

 

 

Algunos poemas de

Juan Antonio Massone


 

 

 

U n a   i n f a n c i a

 

Yo fui un niño que tuvo patio

con un perro que se perdió una vez

y hasta el día de esta tarde no regresa.

Yo era un niño que olía tierra húmeda

y fue mío despedirme de momentos

como si el día acostumbrara a morir.

Yo fui un niño en un patio y ventolera

con más ladridos debajo de la tierra.

La nieve parece ahora menos blanca.

Yo era un niño que pactó con lagartijas

y queltehues invocando nuevas lluvias

en espera de pan con mantequilla.

Yo fui un niño y, de en medio del patio,

una acacia con nidos fue arrancado.

Los años aún no dicen para qué.

Yo era un niño con un perro

al que asustó la muerte muy temprano

y el pálpito quedó mío sin deseos.

Yo quedé niño de patio sin acacia

ni perro, sin estar seguro de nada más.

En los otros quedaba la alegría.

 

( De "Pedazos enteros", 2000)

 


 

T r e s   e s   e l   n ú m e r o   p e r f e c t o

 

Tres son las Personas Primordiales,
los años ocultos del Mesías fueron treinta,
tres los Reyes Magos y la Sacra Familia,
las tentaciones tres y los regalos,
múltiplo de tres los doce apóstoles,
tres en el Tabor y tres en el Calvario,
fueron también tres los años públicos,
tres veces los dejó velando en los olivos
y por otras tres los halló dormidos,
las negaciones tres y las horas de la Cruz.
Tres veces Cristo dijo "¿Tú, me amas?",
las consultas de los jefes fueron tres,
Pilato vaciló también tres veces,
treinta monedas fue la tasa para el Hijo
y el velo del templo se rasgó a las tres.
Al tercer día resucitó de entre los muertos.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

( De "Las horas en el tiempo", 1979)

 


 

C o n t i g o   f u i   a r q u i t e c t o

d e   l a   l u n a . . .

 

Contigo fui arquitecto de la luna.
Menos importan fechas y tu labio
de escarcha entra en coma.
Me fui yo también. Tardé en decirlo.
No era cosa de hablar a nadie si brotaba
la solitaria flor del jacarandá desnudo.
Ahora ya no hay prisa. Lo mismo da
que tú me escuches o brinde el roquedal
con una acacia. Es lo mismo siendo
diferente. Sin rostro queda tu nombre
en las arrugas de un papel marchito.
Lo que decimos tener está hecho
de algo que no puede ser nuestro.

 

(De "En el centro de tu nombre", 2004)