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Háblanos
acerca de tu libro "El asado de Bacon"
"El
Asado de Bacon" es un libro que nace a partir de una sensación de la
fragmentación mental, corporal y el suceso violento que este hecho
provoca. Lo fragmentado es una realidad caótica que se multiplica a través
del pensamiento y la acción mediante una fusión de lenguajes (la poesía
y la plástica). En primera instancia tomo al pintor Francis Bacon como un
referente, una suerte de luz, de inspiración, si se quiere, pero a
mediada que fui trabajando el libro se estableció entre Bacon y yo un
engranaje conspirativo, una suerte de complicidad obsesiva en la mirada
que contempla y resiente el mundo. A decir verdad, este es mi libro más
personal, más pasional y con un grado de perversión en la descripción y
la vivencia del hecho.
Se refieren a ti como una escritora rupturista y vanguardista ¿Te
sientes cómoda con esta definición? ¿Por qué?
Me
suele incomodar todo tipo de definición. Tengo la sensación de trampas
que encadenan y sumergen. Cierto establecimiento de juego circular en
torno a una sola idea, un espacio que impide abrirse a otras
posibilidades, a otros espacios. Sin embargo, todos nos sentimos cómodos
o más o menos felices con determinadas formas o tendencias que se acercan
a nuestro decir. De cualquier manera estoy buscando resquicios, como una
imperiosa necesidad, que me permitan romper estructuras rígidas a nivel
del lenguaje y del pensamiento. Y otro yo me hace decir: soy rupturista
periférica.
¿Se
puede ser vanguardista todavía a estas alturas del desarrollo de las
artes, con sus infinitas capacidades de creación y experimentación.
En el entendido además de que las vanguardias surgieron a principios del
siglo XX?
En
el sentido de descentralizar el discurso, de ocupar y ocuparse de los
bordes, de ejecutar un doblaje de mano al sistema se puede lograr un otro
decir que no siga las líneas acotadas y acordadas. Es verdad que las
vanguardias como tendencias dejaron su impronta a principios del XX, pero
la búsqueda más allá de
los límites, cierta sensación de no-plenitud, provoca un ensanchamiento
en el lenguaje y su decir.
Háblanos sobre la creación literaria del Sur de Chile. Aquella
elaborada por distintos autores pertenecientes a esa región del país que
viven y escriben en esa geografía. ¿sientes tú que tu poesía
tiene algo que ver con eso?
La
verdad es que en el Sur de Chile existe una mirada múltiple. Son muchas
las voces que establecen un mundo poético sólido. Pienso en Rosabetty Muñoz,
Sergio Mansilla, Verónica Zondek (ahora afincada en Valdivia), David
Miralles (narrativa) Yanko González, Pedro Guillermo Jara (en narrativa),
Ricardo Mendoza (también editor y dibujante), Antonia Torres. Ellos, y
otros, configuran sujetos creacionales que dicen más allá de la geografía
sin olvidar cierta devastación y melancolía del paisaje. Hay que agregar
que, sin constituir un grupo o movimiento literario, hay en todos, o casi
todos, una suerte de confluencia comunicacional que enriquece a la
palabra. Respecto a mi poesía, ésta busca una suerte de irrupción en lo
humano, en el grito humano y los lazos que la unen a otras poéticas son
lazos disímiles.
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