EDUARDO
LLANOS MELUSSA, después de 20 años
Por Sergio Rodríguez Saavedra |
RECUERDO Y tú, primer amor, primer olvido, ¿qué haces allí tan sola tiritando acurrucada en mi memoria? Ven, entíbiate un rato aquí conmigo. Eduardo Llanos Melussa. |
En septiembre de 1993, entrevisté por primera vez a Eduardo Llanos, quien permanecía alejado del ambiente literario y renuente a publicar, considerando la buena acogida que tuvo su primer libro (Contradiccionario, 1983) y el hecho de haber obtenido importantes premios internacionales. Hoy me reencuentro con este hombre que poco ha cambiado, y que tras veinte años de silencio editorial, vuelve para ofrecernos dos nuevas publicaciones: Miniantología (en formato de disco compacto y libro), y Antología presunta. |
foto: Nelson Cáceres |
-En
Antología presunta, ¿sigue esa opción que mantienes en cuanto a privilegiar
el armado, la trama de los textos que componen esta obra?
-Como a ti te consta, yo casi no corrijo ni reescribo mis poemas; sin embargo, sí gasto un buen tiempo en tomar decisiones respecto a qué título dar a cada volumen o qué subtítulo dar a determinada sección de un volumen, o bien qué orden dar a cada poemario. O sea, gasto más tiempo en la “armazón”, como tú dices, que en la poesía propiamente tal. Los artículos y hasta los apuntes que hago para mis alumnos sufren más revisiones que mis poemas. Y en este caso, Julio Sau y Patricia Villanueva, del Fondo de Cultura Económica Chile, están siendo mis editores ideales para esta antología. De hecho, ni en sueños me imaginé que ciertos poemas visuales quedarían tan bien compuestos como quedaron.
-Hay
una reflexión en el prólogo de Niall Binns para esta antología, sobre el
amplio uso de epígrafes, citas, reescrituras, diálogos con los poetas muertos,
etcétera. ¿Esto ocurre porque tu escritura responde como referente de la
“tradición lírica chilena”?
-Para un poeta que no esté urgido por la obsesión de posicionarse en el “mercado lector” y que tenga una autoestima realista (es decir, ni hipertrófica ni mendicante), haber nacido en Chile es una auténtica bendición. Esto lo he pensado desde mi adolescencia, pero lo reafirmo cada vez que debo viajar a algún festival o encuentro internacional de poetas. Desde afuera uno valora mucho mejor el privilegio de haber compartido tantas conversaciones significativas con Parra, Rojas, Lihn o Teillier. Y creo que la mayoría de mi generación siente lo mismo.
-Casi
un año antes de que tu primer libro empezara a circular, tú ya
publicabas reseñas y artículos críticos, incluyendo uno un tanto
temerario contra Ignacio Valente. En retrospectiva, ¿qué dirías hoy de
todo eso? -Creo que nuestra minitradición no ha tenido ni críticos ni antólogos ni editores a la medida. La última antología panorámica de buena calidad es la de Alfonso Calderón, que dicho sea de paso la he regalado unas diez veces a amigos extranjeros. Y el último crítico de nivel fue Ignacio Valente, pero sólo hasta la década de los setenta, pues en sus últimos veinte años me da la impresión de estar oscilando entre aspavientos pseudojusticieros y un exceso de cálculo. Por otra parte, el problema de fondo tampoco depende sólo de la crítica. La poesía debería impregnar nuestra cultura, ya desde la enseñanza primaria o al menos en la secundaria. De hecho, la poesía ilumina la adolescencia y permite sobrellevarla mejor. |
Eduardo Llanos, 1984. |
-Suena
a diagnóstico pesimista...
-Alguien dijo por ahí que el pesimista es un optimista bien informado... Cualquiera nota que en este país la comprensión lectora es cada vez más pobre. De hecho, hay estudios que nos dejan muy mal parados en un contexto comparativo; por ejemplo, nuestra capa gerencial tiene en promedio menos comprensión lectora que los obreros alemanes, y el mejor diez por ciento de nuestros alumnos está por debajo de la media internacional... Si no fuera así, ¿cómo explicar la increíble ramplonería de la televisión y de los titulares periodísticos? Y no digamos nada del debate político y de la educación “superior”, donde cuesta una enormidad sostener discusiones serias y orientadas al bien común. Con todo, creo que mi visión es más realista que pesimista; de hecho, trabajo con mucho entusiasmo y energía en la docencia y la estimulación de habilidades transversales. Pero, claro, cada año va resultando más desgastador.
PERFIL GENERAL ¡Viva este general! El mal lo hizo muy bien y el bien lo hizo muy mal. Eduardo Llanos Melussa.
LAS MUCHACHAS SENCILLAS Las muchachas sencillas dudan que el mundo sea un balneario para lograr bronceados excitantes y exhibirse como carne en la parrilla de una hostería al aire libre. Las muchachas sencillas no cultivan el arte de reptar hacia la fama ni confunden a las personas con peldaños ni practican ocios ni negocios ni firman con el trasero contratos millonarios. Las muchachas sencillas estudian en liceos con goteras, trabajan en industrias y oficinas, rehuyen las rodillas del gerente, hacen el amor con Luis González en hoteles, en carpas, en cerros, en lugares sencillos. Las muchachas sencillas se convierten en madres, en esposas sencillas, luchan largos años como sin darse cuenta, llenándose de canas, de várices y nietos. Y cuando abandonan este mundo dejan por todo recuerdo sus miradas en fotos arrugadas y sencillas. Eduardo
Llanos Melussa. A LOS COMPAÑEROS DE UNA GENERACIÓN PRESUNTA Colegas, cohabitantes de la misma caleta, malabaristas del mismo circo pobre en que hoy yo desnudo mi rostro: afinemos y afilemos este idioma para el poeta que vendrá y que será más grande que nosotros nosotros los que extraviamos el camino a cada rato, los que escribimos en vitrina sin siquiera darnos cuenta. Trabajemos, hermanos, por el poeta que vendrá, dignifiquemos este oficio que también es más grande que nosotros.
Eduardo Llanos Melussa. |
Extracto de la entrevista publicada en Revista Literaria RAYENTRU No. 24, año 2003. Con los debidos permisos de su director Ricardo Gómez L. |