O l g a O r o z c o . T A M B I É N L A L U Z E S U N A B I S M O . p o r I s a b e l L l o r c a B o s c o |
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Isabel Llorca Bosco es escritora y secretaria de redacción y correctora de Revista SESAM (Sociedad de escritores de San Martín, Argentina) en cuya edición número 82, de agosto de 2008, apareció este artículo por primera vez. |
OLGA
OROZCO
(Toay, La Pampa, 17 de marzo de 1920 – Buenos Aires, 15 de agosto de
1999). Su nombre completo era Olga Noemí Gugliotta Orozco. Poeta,
narradora y periodista. Una de las voces mayores de la lírica en lengua
castellana. Se relaciona con la generación del cuarenta (a la que
pertenece) y con el surrealismo (aunque ella aclaraba que nunca había
hecho asociación libre ni escritura automática, según cita Manuel
Ruano). Algunas
distinciones: Gran Premio del Fondo Nacional de las Artes, Premio
Esteban Echeverría de Poesía, Primer Premio Nacional de Poesía, Gran
Premio de Honor de la SADE, Láurea de Poesía de la Universidad de Turín,
Premio Gabriela Mistral, otorgado por la OEA, Premio Juan Rulfo. Poemas
suyos han sido traducidos al francés, ingles, italiano, alemán, rumano,
hindú, portugués y japonés. |
OBRA
POÉTICA Desde
lejos (Buenos
Aires, Losada,1946) Las
muertes (Buenos
Aires, Losada, 1951). Los
juegos peligrosos
(Buenos Aires, Losada, 1962). Museo
salvaje (Buenos
Aires, Losada, 1974). Cantos
a Berenice (Buenos
Aires, Sudamericana, 1977). Mutaciones
de la realidad
(Buenos Aires, Sudamericana, 1979). La
noche a la deriva
(Buenos Aires, Sudamericana,1984 ). En
el revés del cielo
(Buenos Aires, Sudamericana, 1987). Con
esta boca, en este mundo
(Buenos Aires, Sudamericana, 1994). Relámpagos
de lo invisible
(Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica,1997). OBRA
NARRATIVA (Relatos) La oscuridad es otro sol
(Buenos Aires, Sudamericana,1967) También
la luz es un abismo
(Buenos Aires, Emecé, 1995).
Olga
Orozco decía que la obra literaria que más apreciaba era En
busca del tiempo perdido porque Marcel Proust "en una gota de agua
encontraba un laberinto". Lo mismo puede aplicarse a la poesía de la
propia Olga. Desde su primer libro (1946), la poeta opta por versos larguísimos,
sin metro regular ni rima, por frases con subordinadas, donde cada palabra
abre un haz de asociaciones que se despliegan en una nueva frase que
maravilla. Pero, al mismo tiempo, recorrer sus versos y seguirlos en toda
su riqueza supone un entrenamiento para el lector. Por otra parte, éste
repara en que la imagen sorprendente está lejos del juego (aunque sabemos
que en ocasiones hacía cadáveres exquisitos). La nutrida literatura que
ha pasado por los ojos de Olga Orozco, incluso de filósofos y epistemólogos,
lejos de entorpecer, constituyen una apertura en la obra de esta escritora
que también es una escucha atenta del mundo de lo oculto. "Creo más en
lo que no veo que en lo que veo", nos decía. Sin embargo, en esta época
posmoderna en que el mundo de lo esotérico es algo tan socorrido, estos
elementos no son en sus textos lugar común, sino otra forma de llevar los
interrogantes a una profundidad mayor.
El tiempo, la infancia, la evocación de un paraíso perdido, de una época
de unión mística persiste a lo largo de su obra con elementos de una
religiosidad abierta. También la literatura forma parte de la temática,
como en su libro Las muertes, en el que personajes literarios escriben su propio
epitafio. Dice en el poema que da nombre al volumen Con esta boca, en este mundo: "He dicho ya lo amado y lo perdido, / trabé con cada sílaba los
bienes y los males que más temí perder. / Nuestro largo combate fue
también un combate con la muerte, poesía. / Hemos ganado. Hemos
perdido".
Olga Orozco, en una entrevista que le hizo Cristina Piña, habla de su forma de escribir un poema. Dice que pasa por momentos de felicidad y de angustia. Que conoce algo del principio y del final pero no de lo que va en el medio, camino salvaje, desconocido, donde el poeta "es como un cazador que va en persecución de la imagen, de la palabra justa", que tiene que elegir a cada paso y duda de "haber acertado con el centro al que apuntaba el poema". Distingue dos momentos: uno "en que tal vez haya como un gesto de estar esperando la voz, esa voz con otra dimensión, pero luego empieza el trabajo". Componía los poemas con lentitud, en varios días. |
Elegimos tres poemas no tan extensos ni de versos tan desmesurados como
los que la caracterizan, que tratan el tema de la separación en distintas
circunstancias. Es uno de los más recurrentes, con el del tiempo (otra
forma de distancia), el recuerdo y la tentación, el error (“el
laberinto del error”). Tal vez la caída que menciona Patricia Calabrese.
En
No hay puertas, poema
extenso, entre sus logros casi constantes, aparece una imagen que nos
recuerda la pintura surrealista. El yo poético, tras el abandono, dice
que ha visto a la soledad: “desplegar
en medio de una sala/ esa lluvia que cae/ junto al mar/ lejos, en otra
parte.” Este es un ejemplo de esa descontextualización entre un
interior y un exterior, que se dan en la plástica. No hay en la poeta
rupturas sintácticas y las agramaticalidades se resuelven por la lectura
poética y el análisis.
En
el poema 13 del libro Cantos
de Berenice,
escrito luego de la muerte de la gata negra con la que vivió más de
quince años, el homenaje a Edgar Allan Poe –que viene desde el
nombre– es otro caso en que lo intertextual y lo mítico del felino a lo
largo de la historia se entretejen con la relación cotidiana y personal
entre el yo poético y la gata.
En
Mujer
en su ventana,
después de la muerte de su pareja, Olga realiza otra equilibrada e
intensa expresión de la mayor cantidad de instancias que puede contemplar
una situación semejante.
Olga
Orozco cuenta con dos libros de relatos en prosa realizados con un
material que escribió en el consultorio de su psicoanalista, acerca de
los recuerdos de infancia: La
oscuridad es otro sol
y La
luz es un abismo.
En el primero, dice Telma Luzzani Bystrowitz, están las claves de toda su
obra. |
3 p o e m a s d e O l g a O r o z c o |
NO
HAY PUERTAS
[1] (fragmentos) Con
arenas ardientes que labran una cifra de fuego sobre el tiempo, con
una ley salvaje de animales que acechan el peligro [desde
su madriguera, con
el vértigo de mirar hacia arriba, con
tu amor que se enciende de pronto como una [lámpara
en medio de la noche, con
pequeños fragmentos de un mundo consagrado para la idolatría, con
la dulzura de toda tu piel cubriendo el costado del miedo, a
la sombra del ocio que abría tiernamente un abanico [de
praderas celestes, hiciste
día a día la soledad que tengo. Mi
soledad está hecha de ti. Lleva
tu nombre en su versión de piedra, En
un silencio tenso donde pueden sonar todas las [melodías
del infierno; Camina
junto a mí con tu paso vacío, Y
tiene, como tú, esa mirada de mirar que me voy más lejos cada vez, Hasta
un fulgor de ayer que se disuelve en lágrimas, en nunca. -----
§ ----- La
he visto así poblar las alamedas con los enmascarados
[que inmolan el amor –personajes
de un mármol invencible, ciego y absorto [como
la distancia–, o
desplegar en medio de una sala esa lluvia que cae junto al mar, lejos,
en otra parte, donde
estarás llenando el cuenco de unos años con un agua de olvido. Algunas
veces sopla sobre mí con el viento del sur Un
canto huracanado que se quiebra de pronto en un [gemido
en la garganta rota de la dicha o
trata de borrar con un trozo de esperanza raída un
adiós que escribiste con sangre de mis sueños en [todos
los cristales para
que hiera todo cuanto miro. |
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(13)
2 Se
descolgó el silencio, sus
atroces membranas descolgadas como las de un [murciélago
anterior al diluvio, su
canto como el cuervo de la negación. Tu
boca ya no acierta su alimento. Se
te desencajaron las mandíbulas igual
que las mitades de una cápsula inepta para encerrar [la
almendra del destino. Tu
lengua es el Sahara retraído en penumbra. Tus
ojos no interrogan las vanas ecuaciones de cosas y de rostros. Dejaron
de copiar con lentejuelas amarillas los fugaces [modelos
de este mundo. Son
apenas dos pozos de opalina hasta el fin donde se [ahoga
el tiempo. Tu
cuerpo es una rígida armadura sin nadie, sin
más peso que la luz que lo borra y
lo amortaja en lágrimas. Tus
uñas desasidas de la inasible salvación recorren
desgarradoramente el reverso impensable, el
cordaje de un éxodo infinito en su acorde final. Tu
piel es una mancha de carbón sofocado que atraviesa [la
estera de los días. Tu
muerte fue tan solo un pequeño rumor de mata que se arranca y
después ya no estabas. Te
desertó la tarde; te
arrojó como escoria a la otra orilla, debajo
de una mesa innominada, muda, extrañamente impenetrable, allí,
junto a los desamparados desperdicios, los
torpes inventarios de una casa que rueda hacia el poniente, que
oscila, que se cae, que
se convierte en nube. |
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MUJER
EN SU VENTANA 3
Ella
está sumergida en su ventana contemplando
las brasas del anochecer, posible todavía. Todo
fue consumado en su destino, definitivamente inalterable [desde
ahora como
el mar en un cuadro, y
sin embargo el cielo continúa pasando con sus angelicales [procesiones. Ningún
pato salvaje interrumpió su vuelo hacia el oeste; Allá
lejos seguirán floreciendo los ciruelos, blancos, como si nada, y
alguien en cualquier parte levantará su casa sobre
el polvo y el humo de otra casa. Inhóspito
este mundo. Áspero
este lugar de nunca más Por
una fisura del corazón sale un pájaro negro y es de noche –¿o
acaso será un dios que cae agonizando sobre el mundo?–, pero
nadie lo ha visto, nadie sabe,
ni
el que va creyendo que de los lazos rotos nacen preciosas alas, los
instantáneos nudos del azar, la inmortal aventura, aunque
cada pisada clausure con un sello todos los paraísos [prometidos.
Ella
oyó en cada paso la condena. Y
ahora ya no es más que una remota, una inmóvil mujer en su [ventana, la
simple arquitectura de la sombra asilada en su piel, como
si alguna vez una frontera, un muro, un silencio, un adiós, hubieran
sido el verdadero límite, el
abismo final entre una mujer y un hombre. |
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[1]
de Los
juegos peligrosos, en Orozco, Olga. Poesía (Antología) Buenos Aires, Centro
Editor de América Latina,1993. [2]
de Cantos
a Berenice, ídem. [3]
de
Con
esta, boca en este mundo.
Buenos
Aires, Editorial Sudamericana, 1994. Piña,
Cristina. Conversaciones con poetas.
Olga Orozco. First,
Nº 88, enero
1994. Ruano,
Manuel. Entrevista para el prólogo
de la Obra Poética de Olga Orozco (digital). Moscona,
Myriam. La puerta que no abriste
(digital). Calabrese,
Patricia. Olga Orozco en Asterión
XXl (digital). Luzzani
Bystrowics, Telma. Prólogo de la antología citada. |
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