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U N
C U E N T O D E R U B É N S
I L V A |
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Rubén Silva nació en Valdivia en junio de
1986. Estudió pedagogía en Artes en la Universidad de Los Lagos en
Puerto Montt y realizó un magister en educación en la Universidad Arcis
en Santiago. En 2008 obtuvo el tercer lugar en categoría poesía en el
primer concurso literario Balmaceda 1215. En 2012 publica su primer
libro, Los Neronianos y otros cuentos.
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1.-
El crujido empezó suave y en la misma frecuencia del sonido de
los dientes de una rata mordiendo un trozo de madera: pero, en
este caso, no era madera, sino cemento, hormigón. El ruido de la
calle lo hacía imperceptible. Sólo un oído entrenado lograría
distinguir tal descascaramiento. A intervalos intermitentes, la
resonancia no se diferenciaba. Pero es probable que nunca haya
dejado de sonar, por lo tanto de hacer presión, o más bien, de
soportar una presión insoportable. Para alguien instruido, tal
fenómeno pudo haber despertado las sospechas más curiosas. Sin
embargo, para ellos, no. Sus oídos no estaban adiestrados para
apreciar los decibeles bajos de una ranura, de una grieta en
expansión producto de un movimiento subterráneo.
2.-
Ella y él estaban en la cama. Él pene de él acababa de salir de
dentro de ella, flácido y mojado. Ella, por su parte, terminaba
de prender un cigarro y la televisión. Él, después de encender
el suyo propio y aspirar algunas bocanas de humo, le dijo a ella
que lo sentía, que no sabía qué le estaba pasando. Ella le dijo
que no se preocupara, que ya se estaba acostumbrando y ambos se
quedaron mirando la caja de plástico plomo que transmitía el
noticiero. La pantalla mostraba a la nueva candidata
presidencial dando una entrevista. Él le dijo que jamás votaría
por ella porque parte de su familia había pertenecido al partido
nacional socialista alemán, y aquello era causal suficiente para
detestarla. Su mujer, que se rascaba la entrepierna con el
cigarro entre el dedo índice y pulgar, le dijo que la candidata
se parecía a un travesti o a un hombre vestido de mujer y que
tampoco votaría por ella bajo ninguna circunstancia. Entonces
él, para amenizar el momento le contó lo que le había sucedido
hace un par de días.
El viernes pasado tuvo que ir a la casa de un compañero de
trabajo a buscar unas películas que había olvidado. Cómo la
música estaba fuerte, su llegada pasó inadvertida, y puesto que
la puerta estaba abierta, se tomó la atribución de entrar,
suponiendo que encontraría a alguien al instante. Fue a la
cocina, pero no había nadie, fue al patio y tampoco encontró a
su amigo, a su mujer o a alguno de sus hijos. Al final, no quiso
llamar y decidió ir rápidamente a la pieza por sus películas.
Sin embargo, antes de llegar, sintió un gemido extraño que venía
desde una de las habitaciones. Se detuvo e inquieto, escuchó. Se
percató que la puerta no estaba cerrada del todo y se acercó
despacio hacia ella. Los gemidos no dejaban de escucharse, de
hecho, se hacían más fuertes e intensos a medida que sus pies
avanzaban. Cuando se hubo acercado lo suficiente, se dio cuenta
que la televisión estaba encendida, pero sin volumen. Lo que
vio, hizo que se le pusieran los pelos de punta: la pantalla
mostraba a una negra siendo penetrada por dos hombres
musculosos, uno lo hacía por la boca y otro por el ano. Los dos
tipos la sodomizaban con violencia y parecía que a la negra le
causaba dolor el coito por la forma en como cerraba los ojos. Y
mientras miraba, los gemidos de mujer seguían escuchándose. Pero
él no supo qué hacer. Permaneció unos segundos mirando la
pantalla y escuchando. Instantes después, con el pulso del
corazón en la garganta, pero ya no de nervios, sino de
excitación, decidió marcharse sin retirar los cds que había ido
a buscar. Una vez en la calle, tomó un taxi cuanto antes y voló
a su casa directo a masturbarse. Pero claro, esta parte no se la
contó a su mujer. Ella, no obstante, se puso a reír y le dijo
que no creía nada de lo que acababa de escuchar. |
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3.-
Y es la grieta, que nadie sabe que es grieta, la que vuelve a
crujir. Ahora el sonido se esparce como un líquido por toda la
pieza. Es una vibración, un eco, que se extiende por las paredes
del lugar: arriba, abajo y a los lados. ¿Pero qué son las
grietas? Más bien ¿Por qué se puede originar una grieta en un
edificio de veintitrés pisos? Intentando no caer en
tecnicismos, las grietas pueden originarse por al menos cuatro
motivos: por problemas con la estructura, por problemas de
asentamiento, por problemas térmicos y por problemas de
fraguado. Por un lado, los problemas estructurales pueden
originarse por malos análisis y diseños, y por estas
irregularidades en la planificación de la construcción, es
probable que la grieta se transforme en una falla estructural
grave, debido a que la estructura no cuenta con las
restricciones suficientes para aliviar las concentraciones de
fuerza en el lugar donde se han ocasionado las aberturas.
4.-
Después de unos minutos de ofertas presidenciales, ataques
israelíes en Palestina y de reuniones políticas para elegir al
nuevo sucesor del Apóstol Pedro, él lo volvió a intentar. Ella
se dejó acariciar, aunque con algo similar a la lástima. Después
de un rato de tocar muslos y vagina, él le abrió las piernas y
se subió encima. Con el miembro tieso, la embistió un par de
veces hasta que éste, nuevamente, estuvo tocando el fondo de su
abertura. Ella, sin mayor interés, le acarició la espalda y el
culo, suponiendo que el esfuerzo volvería a ser en vano. Pero él
probó una nueva técnica: en tanto su pene rosaba las paredes de
una vagina elástica, comenzó a imaginar a su perro y su gato
corriendo y jugando por un infinito sembrado de trigo. El trigo
lo visualizó a ras de suelo, apenas apareciendo, y a sus
animales saltando y mordiéndose una y otra vez por sobre él.
Gritaban. Uno ladraba y otro maullaba. Pero no se hacían daño.
Sólo jugaban a cazar a una presa inexistente. Vislumbró un día
soleado, en donde el aire, tibio pero húmedo, provocaba un
cansancio extenuante, pero que no era impedimento para que sus
mascotas pararan de jugar. Y esa imagen logró sus resultados,
porque ella empezó a gemir y a decir suaves palabras en su
oreja, entre las que se escuchaba: "sigue, sigue hueón, no
pares, sigue dándole". Y sus caderas volvieron a moverse a
compases regulares y rítmicos, mientras él, entraba y salía de
su vientre, a la vez que el perro mordía una pata al gato y lo
hacía gritar, no supo si de dolor o nervios. Él, que en
ocasiones sentía como un líquido tibio, que no era semen, le
salía del pene, por primera vez en mucho tiempo se estaba
sintiendo un semental. Pero aún no conseguía su objetivo, por lo
que continuó metiendo y sacando su miembro, en línea recta, en
círculos y con nuevos y cortos movimientos a presión. Ella
agradecía las acrobacias: con groserías, con gemidos cada vez
más ruidosos, con arañazos en la espalda y las piernas, con la
lengua metida en el agujero de la oreja. Hasta que por fin, como
era de esperarse, y mientras el gato saltaba encima del perro
mordiéndole una oreja y haciéndolo aullar, ella tuvo un orgasmo.
Varios meses sin tener uno con algo dentro que no fueran sus
dedos, habían valido la pena. Porque sintió que, más allá de la
típica descarga repentina de acumulación sexual, el éxtasis fue
una explosión, una bomba reventando un puñado de soldados
extraviados en el desierto.
5.-
A su vez, las grietas por asentamiento se originan debido a una
falta de sustentación y firmeza del suelo o por haber diseñado
mal los cimientos de la construcción. Esto ocasiona un
movimiento no uniforme en las bases de la edificación. Esta
grieta, según expertos, no es igual que la anterior, debido a
que casi nunca se asocia al colapso total o parcial de la
estructura. Por otra parte, las grietas térmicas, se originan
cuando existen diferencias sustanciales entre la temperatura del
interior y el exterior de la construcción, lo que entre otra
cosas, se debe a un mal aislamiento de la estructura en su parte
interna. Por último, las grietas de fragua, se producen por
procesos químicos del endurecimiento del concreto. Suelen
producirse por falta de aditivos especiales o el reforzamiento
del material estructural.
6.-
Pero ella, sin haber disminuido su morbosidad, le dijo que
quería ver cómo salía el semen de su pene, y él para
complacerla, sacó el miembro de su vagina, lo jaló un poco y
eyaculó entre su ombligo y los primeros pelos de su entrepierna.
Al terminar, ella le preguntó qué le había pasado, qué había
hecho para aguantar, porque aún no creía que después de tantos
meses no haya acabado antes de tiempo. Él le contó, mientras
prendía un nuevo cigarro, lo de sus mascotas saltando y jugando
en un campo de trigo y ambos se echaron a reír. Entonces,
mientras la risa aún no se iba de sus labios, en un canal de la
televisión abierta apareció una mujer vestida con un traje
similar al de una monja, dando a conocer “treinta y cinco pasos”
para alcanzar la estabilidad conyugal, cuando el marido se
encuentra cesante. Los pasos eran algo así: 1.- Como es de
esperarse, lo primero que usted debe hacer al despertarse es
verificar que su mujer esté al lado suyo como lo estuvo en el
instante anterior a que se durmiera. 2.- Se levanta. 3.- Ayuda a
su mujer a planchar la blusa o pantalón; le hace el desayuno y
después le da comida al gato. 4.- Vuelve a acostarse. 5.- Mira
cómo su mujer se toma el desayuno o se lava los dientes mientras
usted escucha el noticiero de las siete AM. 6.- Le da un beso en
la boca a su mujer antes de que ella se vaya al trabajo. 7.-
Después puede volver a dormir o quedarse despierto leyendo algún
libro. 8.- A eso de las once AM, se levanta definitivamente. 9.-
Se lava la cara y pone música. 10.- Toma desayuno. 11.- Sigue
leyendo. 12.- Prende el computador y se mete a Internet. 13.-
Abre Gmail y Facebook. 14.- Mira si a alguien se le ha ocurrido
escribirle algo. 15.- Chatea con su mujer por el chat de Gmail.
16.- Cuando ella no pueda contestarle busca algo para ver o leer
en Internet. 17.- A eso de la una o dos PM se sirve el almuerzo
que su mujer o usted dejó hecho la noche anterior. 18.- Si no
hay almuerzo preparado toma un té con pan tostado o vuelva al
yogurt con avena de la mañana. 19.- Cuando termine de almorzar
sigue leyendo. 20.- Escribe algo, lo que sea. 21.- Juega con el
gato. 22.- Lo molesta hasta que el gato se enoja y lo muerde.
23.- Mira por la ventana, pero no de aburrido, sino que de
curioso. 24.- Vuelve a leer. 25.- Se mete nuevamente a Internet.
26.- A eso de las cinco PM comienza a ordenar el departamento.
27.- Lava la loza, hace la cama y barre. 28.- Se sienta un rato
a escuchar algo de música. 29.- Cuando tenga cigarros fuma antes
de que sean las 5:45. 30.- Cuando sean las 5:45 se lava los
dientes, se viste, se pone los audífonos del mp3 y sale en
dirección a buscar a su mujer. 31.- Tratan de llegar al
departamento tomados de la mano. 32.- Algunos días salen a comer
afuera o van al cine. Cuando no salen a comer afuera o no van al
cine se quedan en el departamento viendo alguna novela en la TV
o jugando cartas o ajedrez. 33.- A eso de las diez PM, después
de ver el noticiero de las nueve PM, se acuestan. 34.- En
ocasiones hacen el amor, otras veces se quedan conversando o
simplemente se duermen enseguida. 35.- Y como es de esperarse,
lo primero que usted debe hacer al despertarse en la mañana
siguiente es verificar que su mujer esté al lado suyo como lo
estuvo en el instante anterior a que se durmiera para volver a
empezar.
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7.-
Pero algo ajeno a un mero desperfecto estructural estaba
ocasionando que la grieta, que estampada como un mapa en el lado
norte de la construcción, siguiera abriéndose y sonando en una
frecuencia apenas audible para el oído humano. Aún era un
mormullo, un sigilo, que él y ella no podían distinguir. Y el
hormigón que continúa partiéndose en fragmentos incalculables,
es una historia, una historia que va ocurriendo en el sub-suelo
y que se encuentra sincronizada en tiempo real con la historia
de él y ella, que es tan viva, tan cierta, tan real. Por lo
mismo, la historia del sonido de la grieta (y a su vez la
historia del movimiento que origina la grieta), o la historia
sexual de él y ella, no son más que pequeños eventos que son
parte de un conglomerado mayor de narraciones que se transforman
en una multiplicidad, en tanto coinciden en el tiempo y el
espacio.
8.-
Al terminar el corte comercial, él y ella se miraron extrañados
y se pusieron a reír. No supieron qué quiso decir la mujer con
esos "treinta y cinco pasos" para alcanzar la estabilidad
marital en tiempos difíciles, y más que buscarle sentido a
aquellos consejos, se burlaron de las idioteces televisivas. Sin
duda, la vida de ambos no tenía nada que ver con la
representación que había hecho la mujer en el extenso comercial
sobre “La vida saludable en pareja en días de crisis”. Por el
contrario, sus vidas, en algunos aspectos, eran insalubres o
terroríficas, o ambas cosas a la vez. Porque él y ella son
primos y se enamoraron y empezaron a vivir juntos cuando él, a
eso de los veinte años, se fue de su casa y ella le permitió
vivir en el piso en que ahora se encuentran. De eso ya han
pasado más de seis años. En ocasiones, ella recuerda el día en
que él llegó, un sábado por la tarde, después de una lluvia
intensa. Ella acababa de haber sido golpeada por su pareja de
ese entonces, por lo que, cuando él llegó, tenía un moretón en
el pómulo y la pintura de la cara corrida producto de las
lágrimas. Cuando él entró al departamento, ella no pudo esconder
lo que había sucedido, y entre cervezas y cigarros, contó una
historia de violencia y soledad. Él se indignó y juró matar al
hombre diez años mayor. Pero no fue necesario, porque después de
un par de llamadas telefónicas, el agresor nunca más regresó. Y
así, quizá sin quererlo, ellos empezaron a enamorarse, y contra
todo mal augurio familiar, intentaron construir un hogar. Al
poco tiempo él encontró trabajo en una panadería y ella continuó
dedicándose al cuidado de los hijos de familias acomodadas de la
ciudad. Curiosamente, el dinero recaudado entre ambos les
alcanzaba para pagar las dos piezas y un baño que arrendaban.
Ellos se consideran una pareja estática, en un sentido
antropológico o cultural, en cuanto, desde aquel entonces, no
han necesitado buscar otros trabajos y aspirar a mayores
ingresos. Él sigue de panadero y ella de niñera. Ellos, cuando
se encuentran borrachos, creen ser la antítesis de una pareja
convencional, una pareja que entre otras cosas, siempre necesita
más estudios, más trabajo y más dinero. Siempre más, para ir
subiendo de estatus, subiendo de nivel. A ellos ni el nivel ni
el estatus les han importado jamás. La vida de ambos se trata
sólo de resistir. Ahora ella, en tanto el semen transformado en
agua le corría por las caderas, le dijo que lo quería. Por su
parte, él acarició su cara pero no dijo nada.
9.-
Pues bien, más allá de las cuestiones teóricas que pueden
explicar el crujir del hormigón, el remezón acabado de ocurrir,
que no fue indiferente para ninguno de los dos, los sobresaltó y
les dio indicios de que algo podía pasar. No por superstición o
porque en su piso diecisiete se hayan movido los cuadros y los
vasos, sino porque la gente empezó a salir del edificio a
conversar sobre el asunto. Ellos se asomaron a la ventana y
vieron cerca de treinta personas, hombres, mujeres y niños, que
gesticulaban alarmados acerca del sismo. Pero ella, que
permanecía desnuda y con el vientre aún húmedo, le dijo a él que
la gente estaba paranoica y por un pequeño temblor eran capaces
de suponer el fin del mundo. Él, que ya se había puesto un
bóxer, miró por el balcón y reafirmó, con un gestó de ojos y
boca, lo que ella había dicho. En la entrada del edificio, la
gente murmuraba acerca del terremoto del año pasado; y del de
hace veintiocho años atrás; y sobre si el edificio alcanzó a ser
construido bajo las normas
Nch 433 y Nch 430; y si todos tenían agua y linternas
preparadas; y si el sismo se había sentido en otros lugares; si
se habían podido comunicar con sus familiares; si sus mascotas
se habían comportado de forma extraña, etc, etc. Pero a ellos,
que apenas distinguían lo que decía la gente, no les importó y
volvieron a la cama a seguir viendo televisión. Y mientras la
transmisión mostraba hombres y mujeres con cuerpos esculturales
vendiendo productos para bajar el abdomen, ella le habló sobre
la Historia de Roma de Indro Montanelli que había acabado de
leer. Le comentó que
el libro, según el prólogo del mismo autor, no había tenido
buena recepción de parte de la crítica especializada y había
sido acusado de facilismo y derrotismo. Al parecer a Montanelli
no se le perdonaba haber abordado un tema “sagrado” de forma tan
ligera. El mismo hecho de que el libro no tuviera más de 480
páginas, que no poseyera cita alguna y que el lenguaje utilizado
fuera del más común, acaso un lenguaje vulgar, ha dado, dijo
ella, muy mala espina. Pero le cuenta que Montanelli se defendió
y aseguró que lo único que quería hacer era dar acceso y
facilidad a la gente común para leer la historia de un pueblo
que había influenciado a todo occidente. Desde este punto de
vista, le dijo a él, que la escuchaba con atención, que el libro
le había parecido muy interesante. Y en aquel momento, mientras
ella empezó a hablar de Tiberio, Claudio, Calígula y Nerón, la
grieta del edificio, sin que ellos fueran alertados, comenzó a
grujir nuevamente y se separaron casi por completo dos paredes
del lado sur del edificio. Y nuevos micro-movimientos empezaron
a ramificarse: sonidos por aquí, sonidos por allá, crujidos por
aquí, crujidos por allá. Pero para sorpresa de cualquiera, ellos
no se dieron cuenta. Y después de que Nerón mandó a matar a su
madre y tuvo atisbos de arrepentimiento, según ella, algo que no
abordaba Montanelli, ambos empezaron a amarse nuevamente. Él la
montó de forma brusca, untó con saliva su vagina aún húmeda por
la eyaculación anterior y se puso a meter una y otra vez su
miembro por esas paredes blandas que le recordaban, no sabe por
qué, a las esponjas con que se lava la loza. Entonces, en tanto
el orgasmo estaba a punto de traspasarles los huesos, sintieron
un estruendo que los sacudió en la cama y desparramó todos sus
libros y unos platos y tazas por el suelo. Pero ya era tarde
para reaccionar y salir a ser parte del grupo de “los treinta”
que tuvieron la dicha de obedecer al miedo. Porque cuando el
techo del departamento dieciocho se les vino encima, destruyendo
las habitaciones y dejando dos cuerpos aplastados y mutilados
por el hormigón y descendiendo a toda velocidad entre los otros
pisos que se conformaban en ruinas, todas estas personas habían
corrido al menos dos o tres cuadras hacia el norte, lejos de
aquel lugar, donde el polvo, la piedra y los escombros, habían
empezado a dar forma a un nuevo horizonte, a un nuevo paisaje.
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