M I T O L O G Í A   M A P U C H E


p o r   M i g u e l   E d w a r d s   R o s a s

   

 

 

 

Miguel Edwards Rosas. (Santiago, 21 de junio de 1955).  Estudió Historia y Geografía en la Universidad Católica de Valparaíso y posteriormente Filosofía en la fundación Nueva Acrópolis, donde fue profesor por más de 15 años.

 

Miguel Edwards es autor de una serie de publicaciones y autoediciones acerca de filosofía, mitología y literatura, donde su principal pasión es la poesía.

 


 

 

 

DIÁLOGO DE UNA ABUELA Y SU NIÑA

 

ABUELA: Entonces dicen: tierra no había, agua tampoco había, ni plantas, ni árboles, dicen, todo era nada, dicen.  Entonces en los aires vivía un Espíritu poderoso…

 

NIÑA: ¿Dueño de todos los aires?

 

ABUELA: Sí, niña, y otros espíritus que le obedecían porque era él quien mandaba.

 

Entonces los espíritus que no mandaban quisieron mandar también.  No le quisieron obedecer al espíritu grande, y uno dijo, dicen: “nosotros mandaremos ahora porque somos muchos y él está solo”.  Pero quedaban algunos espíritus buenos que querían obedecer al jefe.  El espíritu grande se enojó y mandó a los espíritus buenos que juntaran a todos los malos.  Los apilaron en un gran montón y el espíritu grande los escupió y se convirtieron en una manzana grande de piedra.

 

NIÑA: ¿Grande y pesaá?

 

ABUELA: ¡Grande!

 

Entonces el Espíritu grande les puso el pie encima y toítos los espíritus se cayeron.

 

La manzana se partió y quedaron los pedazos esparcidos formando montañas.

 

Sucedió que no todos los espíritus eran de piedra, porque a los de adentro del montón no les había tocado los escupos.  Estos espíritus eran de fuego vivo y se lograron salir del montón de piedras, pero no los dejó el espíritu jefe estar entre mocetones y los dejó colgados en los aires.

 

Les llamamos estrellas…

 

 

 

NIÑA: ¡Ah!!!..., las estrellas… ¿Y cuándo hicieron a los hombres?

 

ABUELA: Espérate, ya te voy a contar…

 

NOTA: Esta escena es la conversación junto a un fogón de una abuela araucana y su nieta sobre el origen del mundo.

 

COMENTARIO

 

Esta es nuestra mitología, religiosa, mítica, mística y meta-histórica.  La belleza del relato por su forma, por su narración es realmente grandiosa y la veos emparentada a las más grandes tradiciones religiosas de la humanidad: el Antiguo Testamento, la Cabalah judía, el Popol Vuh maya, la tradición griega, india, etc.

 

En el principio no había nada, pero un espíritu jefe con sus jerarquías menores estaba presente.  Después, la primera lucha en el cielo por la búsqueda del Poder, ese mismo poder por el cual luchan los hombres en la tierra.

 

Es que de alguna manera este relato nos repite los mismos conceptos de la Ilíada de Homero, aquello que es como es en el Cielo es en la tierra.  Si no, veamos la historia de Chile.

 

El espíritu Grande es el Dios, gobernante que está detrás de Todo.

 

La Jerarquía de Ángeles dividida en: buenos, que son aquellos que no quisieron rebelarse y permanecieron en quietud.  Los espíritus malos desobedecen y a la manera de Prometeo o Quetzalcóatl de México (venus o serpiente emplumada) son convertidos en estrellas, son de fuego, o signo de la inteligencia creadora en el universo formal, lógico y terrestre.

 

 

 

ABUELA: Entonces estos espíritus (las estrellas) lloraron días y noches enteros y todo el llorar, dicen, caía sobre las montaña y arrastraba las cenizas y las piedras y se formaron las tierras y se aposaron las aguas y formaron, dicen, los mares y los ríos; y los espíritus malos se quedaron adentro de las montañas y fueron los pillanes que hacen reventar los volcanes de donde sale humo y fuego, así dicen.

 

NIÑA: Pero, ¿y cuándo hizo al hombre, puu?

 

ABUELA: Yaa…Ya niña.  El Espíritu grande de los aires miró abajo y vio todo esto y dijo: ¿Pa’ qué sirve esta tierra sin naa?  Así dijo, y tomó a un joven espíritu que era hijo suyo y dijo que lo iba a mandar sobre la tierra a ver lo que haría él y lo cambió en hombre de carne, muy hermoso.

 

NIÑA: ¿De carne como yo?

 

ABUELA: Sí puee niña y de arriba lo lanzó el espíritu, y al caer el joven se quedó aturdido, como muerto.

 

NIÑA: Pobre cabro.

 

 

 

ABUELA: Entonces la madre del joven se lamentaba y pedía que la dejaran bajar a ella también, para así acompañar a su hijo.

 

NIÑA: ¿Y tenía Maa también?

 

ABUELA: Sí, pero el jefe no quiso que bajara y mirando vio a una estrellita que estaba muy cerca, casi estaba por entrar.  Entonces él la pilló: era una luz muy bonita.

 

NIÑA: ¿Y pa’ qué hizo eso?

 

ABUELA: Niña…Niña, déjame contarte que con la estrellita formó una mujer y le sopló encima.  Ella voló en los aires, dicen, y él le mandó que se juntara con el hombre.  Así le dijo, dicen, y la mujer bajó y llegó a la tierra, algo distante de donde dormía el hombre.

 

NIÑA: Cha…hizo una mujer pa’ que tén juntitos…

 

ABUELA: Así no má…puu niña.  Pero la mujer tuvo que caminar, dicen, y como las piedras duras le hacían daño en los pies, el espíritu de los aires mandó salir por donde pisaba pasto muy blando y flores muy hermosas y ella, la mujer, dicen, cogía las flores en el camino y por jugar las deshojaba; y estas hojas que ella dejaba caer, se cambiaron en pájaros, mariposas que volaban y detrás de ella la hierba crecía así, tan grande, dicen, que formaba árboles muy grandes con frutas que ella comía.

 

NIÑA: Chaa…qué lindo era too…

 

ABUELA: Sí, m’hija.  Pasó que siempre estaba durmiendo el hombre.  Ella llegó, dicen, donde estaba y como estaba cansada, se tendió a su lado, dicen para dormir.  Entonces, dicen, despertó el hombre y vio a la mujer tan bonita y se quedó muy contento de verla; tan bonita era, dicen.  Cuando ella despertó se fueron los dos andando en los montes y miraban todo tan bonito, dicen, y se querían, dicen, y ya no pensaban más en volver a los aires, por lo bien que se hallaban.

 

NIÑA: Y se quedaron en el jardín pa’ siempre.

 

 

 

ABUELA: Casi niña, casi por mucho tiempo.  Entonces para ver lo que hacían, el espíritu que mandaba, abrió un portillo redondo en los aires y por allí miraba, y cuando miraba, dicen, todo brillaba y venía un gran calor de arriba.

 

NIÑA: Y la Maa?

 

ABUELA: También la Maa del joven quería mirarlo, escondía del jefe y abrió también un portillo, y cuando él no estaba, miraba ella, y para que su hijo pudiera ver bien su cara, dejaba caer una luz blanca muy suave que se podía mirar.

 

 

Bibliografía: “Cuentos populares”, S. Peralta; R. de Sauniere.

 

 

 

COMENTARIOS

 

El texto es bastante claro, pero digamos que:

 

 

 

1.- Primero es la aparición de la tierra y su paisaje terrestre, geotérmico, material.  Posteriormente la pareja humana se nos aparece y de ella sale las flores y fauna que nos rodea.  Esto es una coincidencia con textos orientales en que el hombre aparece antes que los animales.

Otra nota interesante es que el hombre estaba dormido, inconsciente o sin mente (AMA-NASA) antes de que apareciera la mujer.  Así lo dicen las tradiciones recogidas incluso por los griegos como Platón, las que narran el anterior proceso dentro de la evolución del hombre cuando era hermafrodita y sin mente, sin dualidad sexual ni mental.

 

2.- Es que el hombre no es del reino animal, sino del reino humano, lo cual es tan distinto como una planta y un pedazo de granito.  Por lo menos en este planeta no hay ninguna posibilidad de continuidad evolutiva desde el animal al hombre, como lo ha confirmado la ciencia últimamente.

 

3.- Por último, la relación con los astros, el Sol y la Luna, en sus poéticas formas expresivas del texto, nos muestran que los antiguos mapuches no adoraban a los astros por sí mismos, sino como ojos de los dioses.  Tal como en Egipto donde el dios Anubis nos mira por uno de sus ojos, la estrella Sirio, o el Sol de la galaxia, estrella mayor de la constelación del Kan.  El caso del sol es como el ojo de Horus, el hijo de la triada egipcia: Osiris como padre; Isis como madre y Horus como hijo.  O sea el símbolo es venerado como en todas las religiones, para hacer comprensible a los hombres los absolutos poderes de Dios: Inteligencia, Amor, Justicia.