B R E V E   C R O N O L O G Í A   D E

 

M I G U E L   H E R N Á N D E Z

p o r   M i g u e l   M o r e n o   D u h a m e l


 

 

 

 

 

 

1910

 

Miguel Hernández nace en Orihuela el 30 de Octubre.  Tercer hijo del contratante de ganado Miguel Hernández Sánchez y de Concepción Gilabert Giner, quien se encargaba de las labores de la casa.  Este matrimonio tuvo siete hijos de los que sobrevivieron cuatro: Vicente, Elvira, Miguel y Encarnación.

 

1910 – 1918

 

Transcurre la primera infancia de Miguel Hernández.  Una niñez rodeada de naturaleza en la luminosa sierra orielana, un tiempo en que debió compartir los juegos con el trabajo.  De su hermano Vicente aprendió el pastoreo y a conocer los fenómenos naturales: la luna, la lluvia, las hierbas y sus propiedades, el ritual del apareamiento de los animales, los sonidos internos de la producción de leche en las cabras, tal como años más tarde se lo comentaría a Neruda.  Elementos que aparecen en su futura producción poética.

 

1919

 

Su padre consigue ingresarlo a la escuela del Ave María, anexa al Colegio de Santo Domingo.  Estudia gramática, geografía, matemáticas y religión.  Esta labor escolar la sigue mezclando con las actividades de pastoreo.

 

1924

 

Conoce a Ramón Sijé, el que más tarde sería su gran amigo y quién lo impulsaría en la lectura de los clásicos españoles y en la poesía religiosa; corregirán textos y se transformará en un aliciente para su actividad creadora.  Por esa época, Miguel Hernández destaca en sus estudios.

 
 

 


 

 

 

 

 


 

 
 

1925

 

Debe abandonar la escuela para volver a dedicar más tiempo al pastoreo y ayudar así a su familia por la crisis económica que pasaban.  Sin embargo, ahora lo acompañan sus lecturas.  Consume ávidamente a Gabriel y Galán, Zorrilla, Miró y Rubén Darío.  Por ese tiempo visita con regularidad la Biblioteca del Párroco Luis Almarcha donde descubre la literatura griega y nace en él su pasión por el teatro; estudia la colección teatral “La Farsa” y junto con otros amigos forman un grupo dedicado al arte de las tablas.

 

En este año, Miguel Hernández escribe sus primeros poemas.

 

1925 -1930

 

Durante este periodo, los trabajos de Miguel Hernández comienzan a aparecer en distintas publicaciones de su región, tales como “El pueblo de Orihuela”, “Voluntad”, “Actualidad”, “Destellos”, “La verdad” y “El día de Alicante”.  Poco a poco su nombre y sus poemas comienzan a tomar cierta relevancia.  Forma, junto a Carlos Fenoll y a Ramón Sijé el llamado “Grupo de Orihuela”, quienes se reunían en las tardes, después de sus labores, en la tahona del padre de Fenoll, donde pasaban largas tertulias discutiendo, corrigiendo y recitando sus creaciones.  Una fuerte amistad cohesiona a este grupo.

 

1931

 

En diciembre de ese año, Miguel decide viajar a Madrid a tentar suerte con un puñado de poemas y las inmensas ganas de reconocimiento.  Sin embargo, las cosas no se dan como quería.  Las semanas pasan y no encuentra trabajo.  A pesar de que fue publicado en “La Gaceta Literaria” y en “Estampa”, debe resignarse a no cumplir sus aspiraciones y regresa a Orihuela.  A pesar del fracaso le pudo tomar el pulso a la inquieta y creativa realidad de la literatura europea de ese tiempo, inmersa en el surrealismo y en las vanguardias.

 

1933

 

Publica su primer libro “Perito en lunas”, poemas de adolescencia con cuatro ilustraciones hechas por la mano del propio poeta.  Libro de influencia Gongoriana, inmerso en metáforas herméticas.  Se cuenta que el mismo Miguel Hernández puso títulos en los poemas de un ejemplar de Federico Andreu Riera, para que este los entendiera.  El libro no tuvo el reconocimiento esperado,  y sigue siendo objeto de estudio.

 

En ese mismo año, sus amigos le preparan algunas actuaciones en público.  En el Casino de Orihuela recita y explica su “Elegía media del toro”, y luego, en abril del mismo año, vuelve a recitarla en Alicante después de una docta charla realizada por Ramón Sijé sobre “Perito en lunas”.

 
 

 


 

 

 

 

 

 


 

 
 

1934 – 1935

 

En 1934 realiza su segundo viaje a Madrid.  Ya había conocido en Orihuela a quien sería su esposa Josefina Manresa, con ella mantiene un noviazgo de más de dos años.  Esta vez su suerte cambia en la capital.  Su poema auto sacramental “Quién te ha visto y quién te ve y la sombra de lo que eras” se publica en la revista “Cruz y Raya” dirigida por José Bergamin y el nombre de Miguel Hernández comienza a resonar en el círculo de escritores y artistas que estaban en ese momento en España. Le identifican como el poeta pastor de cabras y, si bien es cierto debe superar una suerte de prejuicio primario, pronto es valorado por su cultura y el manejo del lenguaje.  Miguel Hernández ya es un poeta en todo el sentido de la palabra.  Conoce a Altolaguirre, Alberti, Cernuda, Delia del Carril, María Zambrano, Vicente Aleixandre, García Lorca y Pablo Neruda.

 

Mantiene una constante correspondencia con Josefina Manresa.  En esas cartas describe que, a pesar de sus éxitos y nuevos amigos; el tráfago de la ciudad, los edificios, el ruido, las intrigas entre escritores y por sobre todo ella le hacen extrañar a su pueblo de Orihuela.

 

Trata de promocionar la revista de su amigo Ramón Sijé “El Gallo Crisis”.  Pero, el tono neocatólico de esta no logra interesar a los literatos de Madrid.  Hernández se aleja de sus lecturas primarias y se comienza a involucrar en las vanguardias de la mano de Neruda y Alberti.

 

1936

 

Se publica su libro “El rayo que no cesa”, con textos producidos entre 1934 y 1936, este libro es considerado por muchos como la obra cumbre de Hernández.  La obra está escrita para Josefina Manresa, tal como lo indica la encantadora e inteligente dedicatoria: A ti sola, en cumplimiento de una promesa que habrás olvidado como si fuera tuya.  El corpus de este libro solo se quiebra hacia el final donde se incluyó “Elegía”, el muy famoso poema dedicado a la muerte de su amigo Ramón Sijé: En Orihuela, su pueblo y el mío, se ha muerto como el rayo Ramón Sijé, a quien tanto quería.

 

En julio de ese año estalla la Guerras Civil Española.  El compromiso político por la república que siente Miguel Hernández, lo hace tomar sin vacilación alguna las armas y a formar parte de las milicias republicanas.  Este hecho se instaló también en su escritura que reflejó la lucha a favor del pueblo, contra el fascismo de Franco.

 

 

 

1937 - 1938

 

En plena Guerra y después de haber cumplido con diversas obligaciones en variados frentes, Miguel Hernández logra volver a Orihuela, donde contrae matrimonio con Josefina Manresa.  Con ella tendría dos hijos: Manuel Ramón y Manuel Miguel, el primero de ellos muerto tempranamente en el otoño de 1938.  Este hecho llevó al poeta a escribir “Cancionero y Romancero de ausencias”, poemas de 1938 a 1941.

 

En 1937 publica “Viento del Pueblo”, con prólogo de Tomás Navarro.  Esta obra pertenece a su tercera etapa poética, poesía bélica y de urgencia.  La angustia y la protesta por el sufrimiento de los pobres inundan el libro, y el amor deja ya de ser sólo un regalo para la pareja, convirtiéndose en un amor al colectivo, al pueblo.  Se incluyen en esta publicación Aceituneros (Andaluces de Jaén) y El niño yuntero.

 

A finales de 1938, la “Subsecretaría de Propaganda”, a través de la “Sección de Publicaciones del Comisariado del Cuartel General del Grupo de Ejércitos” recibe el original de “El hombre acecha” de manos del mismo autor, el que tendrá la oportunidad de revisar los ejemplares que fueron impresos, sin embargo, el libro nunca vio la luz realmente y se mantuvo inédito.  Sólo en 1981 los 19 poemas que lo componen fueron publicados póstumamente.

 
 

 


 

 

 

 

 


 

 

1939 – 1942

 

El desbande del frente republicano ante la inminente victoria de las fuerzas fascistas, impulsó a Miguel Hernández a tratar de cruzar la frontera de Portugal en la primavera de 1939.  Allí es detenido y devuelto a las autoridades españolas.  Comenzó un peregrinar por distintos centros de detención, de los muchos que inundaron la España de esa época.  A mediados de septiembre y de forma inesperada, es liberado.  Fue un momento de malas decisiones.  Miguel decide volver a Orihuela, allí es reconocido y vuelto a apresar.  Lo recluyen en el Seminario de San Miguel, convertido en prisión.  Conoce cárceles en Madrid, Ocaña y Alicante.  Su salud comienza deteriorarse.  Las noticias terribles de que su esposa e hijo viven tan pobremente que apenas tienen qué comer lo sumergen en la desesperación.  Entonces escribe ese tremendo poema trágico y lleno de esperanzas “Nanas de la cebolla”.  Sólo el zumo de cebolla puede confundir en parte el hambre del pequeño:

 

 

En la cuna del hambre

mi niño estaba.

Con sangre de cebolla

se amamantaba.

Pero tu sangre,

escarchada de azúcar,

cebolla y hambre.

 

 

Es tu risa la espada

más victoriosa,

vencedor de las flores

y las alondras.

Rival del sol.

Porvenir de mis huesos

y de mi amor.

 

La carne, aleteante,

súbito el párpado,

el vivir como nunca

coloreado.

¡Cuánto jilguero

se remonta, aletea,

desde tu cuerpo!

 

Desperté de ser niño:

nunca despiertes.

Triste llevo la boca:

ríete siempre.

Siempre en la cuna,

defendiendo la risa

pluma por pluma.

 

 

Vuela niño en la doble

luna del pecho:

él, triste de cebolla:

tú, satisfecho.

No te derrumbes.

No sepas lo que pasa

ni lo que ocurre.

 

La salud de Miguel Hernández empeora.  Un problema pulmonar se complica transformándose en tuberculosis.  En medio de dolores, toses espásticas y hemorragias, Miguel Hernández muere en la enfermería de la prisión de Alicante y es sepultado en el cementerio de Nuestra Señora del Remedio de esa misma ciudad.  Al momento de su muerte, el poeta, miliciano defensor de la república y pastor de cabras contaba con 31 jóvenes años.