pero a los
interrogadores la disonancia no les molesta al
contrario les
causa emoción y placer
porque al
igual que muchos otros estos hombres
nunca se han
convencido de la teología el dogma y la
espiritualidad
musical
la disonancia
juzga uno de los interrogadores
en tanto
vuelve a presionar el interruptor contribuye a
que la
electricidad
se expanda y
abarque todos los recovecos del cuerpo
mientras su
compañero que fuma mira con ansiedad la cara
contraída
del chico que
aún no ha dicho palabra
que aún no ha
dado la pista que ellos buscan porque sea
preciso
mencionar ninguno de los interrogadores le ha
preguntado
nada porque aún no quieren o prefieren
seguir
escuchando el sonido chillón
de las
descargas eléctricas en la cama metálica
que no habían
escuchado antes pero uno de los
interrogadores
ha decidido
que es
suficiente y le quita la venda de los ojos y desata el
trapo mal
oliente y lo retira
de la boca del
chico que lo mira con cara de perro herido
tratando de
decir basta pero el interrogador que en esos
segundos de
meta-comunicación
se mete el
dedo en la nariz
sacando un
grotesco moco verde con negro que pega en
la pared
le pide que le
diga dónde está su amigo
lo que el
chico al borde del llanto contesta que no sabe
de lo que
hablan
que no sabe a
qué amigo se refieren
pero el
interrogador no lo escucha y toma un palo de
escoba y le da
dos golpes
en el rostro
que de inmediato
empieza a
sangrar a la altura del pómulo y los labios
y mientras
aquel interrogador le sigue preguntando el
otro bárbaro
aburrido de mirar la escena
comienza a
prepararse un café y unas galletas con
mermelada que
una vez devoradas
le provocan
retorcijones en la guata y ganas de cagar.
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