Ser un escribidor es otra manera del ver el oficio literario.  En algún lugar de Latinoamérica se le llama así a quien  

   escribe por encargo, a aquel que, por extensión, es un obrero de las letras.  También, si quieren, es volver al antiguo tópico literario de la falsa modestia. 

Al poeta Ulloa lo conocimos a fines de la década de 1980 mientras participábamos en los talleres que impartía.  Nos encontramos con él así, con ese afán de enseñar y lograr que quienes nos mostrábamos interesados por la poesía, lo hiciéramos con una sólida base en conocimientos literarios, movimientos, escuelas, tendencias y autores.  Esta faceta docente se vio reflejada en la publicación de tres manuales para escribir poesía y uno de cuentos.  Material muy bien logrado que es de consulta permanente aún hoy por quienes fuimos sus alumnos y amigos.  Pero el poeta Ulloa era también un comprometido con las causas sociales y el respeto por las personas.  Esta postura le trajo como consecuencia el estar preso y luego relegado en una remota localidad del sur de Chile, durante los años en que la derecha y los militares rompieron este suelo.  Humano y lleno de contradicciones, fue un buen maestro con quien aprendimos a respirar la poesía.  Luego de su fallecimiento, un grupo de amigos del vate nos reunimos en la Sociedad de Escritores de Chile para rendirle un merecido homenaje.  Allí estuvieron sus padres, sus hijos, su mujer.  En esta edición de "Los Escribidores" entregamos a ustedes la edición especial para internet que se hizo de este encuentro. 

Miguel Moreno Duhamel