L O R D   D U N S A N Y

E L   R E I N O   E N C A N T A D O


 

 

 

 

El nacimiento del futuro Lord Dunsany ya estuvo rodeado por un decorado de leyenda: en una fortaleza del siglo XII, situada en el corazón del dominio de los Ard-Righ, los antiguos reyes celtas, nació Edward John Moreton Drax Plunkett, decimoctavo heredero de la ilustre familia de los barones Dunsany.

 

Nació sumergido en el gran misterio de la tierra irlandesa, en el condado de Meath, cerca de Tara, donde se levanta la piedra sagrada de los antiguos druidas.  Y sin embargo tuvo que exiliarse a Eton (obligado por una educación aristocrática) y luego a Sandhurst, la prestigiosa escuela militar.  Durante la guerra de los Boers, se distinguió en los Coldstream Guards.  La guerra de 1914 le sorprendió en el frente flamenco.

 

Cazador, viajero entusiasta, sucesivamente oficial de los ejércitos de Si Graciosa Majestad, profesor de literatura en Atenas, periodista y conferenciante, encontró, sin embargo, tiempo para traducir las Odas de Horacio y para publicar unas sesenta obras, en géneros tan diferentes como la poesía, el teatro, el ensayo, la novela policiaca y, sobre todo, el género fantástico.

 

Su primera narración fantástica, The God of Pegana, apareció en 1905.  Compañero de William Butler Yeats, Lord Dunsany es uno de los que más trabajó para el éxito del Abbey Theater, el primer teatro nacional irlandés.

 

Su inspiración, su modo de abordar lo sagrado y lo mágico y su dominio de lo fantástico han ejercido una gran influencia en escritores como Robert E Howard, Clark Ashton Smith, L. Sprague de Camp o Fritz Leiber.

 

 

 

Sin hablar de la admiración que sentía por el otro gran maestro del género fantástico, H.P. Lovecraft, a quien conoció después de una conferencia, en 1919, en los Estados Unidos.  En sus Cartas de Arkham, Lovecraft le rindió un sentido homenaje: "Realmente, Dunsany es el autor que más ha influido, a excepción de Poe.  Su lenguaje rico, su punto de vista cósmico, ese mundo de ensueño encerrado en él y su exquisito sentido de lo fantástico, me fascinan más que todo lo que ha producido la literatura moderna".

 

Enamorado del pasado, Lord Dunsany es el escritor de lo fantástico feérico.  Su universo tiene sus raíces en los orígenes de la mitología celta.  Escucha las extrañas músicas de los antiguos reinos encantados.  Subyugado por la belleza sobrenatural de los paisajes irlandeses, Lord Dunsany empuja a sus héroes hacia los caminos de la magia.  Respetuoso de las hadas, sabe prestar atención a los grandes árboles cuándo entregan el mensaje que el viento ha dejado olvidado en los ramajes.  Todos los representantes del Pequeño Reino de la Noche, las hadas, los duendes o los genios son amigos suyos.

 

De todas sus obras, que escribía con una pluma de ganso para indicar su desprecio por los avances de la técnica, la más conocida y también la más encantadora es La hija del rey de los elfos, aparecida por primera vez en 1924.

 

Nos encontramos con Alberico, el príncipe del Valle de los Alisos, que ha partido a la conquista de los sortilegios del país azul.  El príncipe va armado con su espada, hecha con diecisiete flechas de rayo, y se dirige a enseñar el amor a Lizarel, la hija del rey de los Elfos.

 

El Tiempo es el tema, pero también el protagonista de esta epopeya.  Alberico ha conseguido franquear la muralla transparente que separa nuestro mundo del mundo del país encantado.  Su búsqueda de lo maravilloso despierta, sin embargo, el odio de los sacerdotes de la religión de los dogmas.  No tarda en llegar el anatema: "¡Sean malditos sobre la tierra los Elfos, los duendes, los genios y las hadas! ¡Sean malditos, en los aires, Pegaso y todos los caballos alados! ¡Sean malditas en las aguas las que atraen a los marineros!  Nuestros santos ritos los prohíben… ¡Sean malditas todas las dudas, todos los sueños extraños, todas las quimeras, y que la buena gente sea preservada de la magia! Amén".

 

 

 

El sacerdote pasa a ser aquí el aliado del Tiempo.  Se esfuerza en someter al sueño.  Quiere tranquilizar.  Quiere proteger contra los efluvios de las tierras maravillosas.  Cultiva el miedo y la ignorancia del mundo paralelo.

 

Pero, ¿qué puede hacerse contra los encantos de los Elfos si no es huir o mezclarse en sus bailes? ¿Qué puede esperarse de las viejas tierras esterilizadas por la razón, si no es una irrupción de magia, que Dunsany define como "la sal de la vida, su misma esencia, su adorno y su gloria"?  Lord Dunsany ha sabido transmitirnos unas imágenes repletas de símbolos y de elementos maravillosos.  Según palabras de L. Sprague de Camp, nos ha dado unas "aventuras que tienen lugar en tierras imaginarias, pobladas por dioses, por brujas, por espíritus y repletas de magia, como cuentos para niños, pero a un nivel más elaborado, como para adultos".

 

No se crea, sin embargo, que Dunsany sea un escritor almibarado.  En algunas de sus narraciones ha sabido dar prueba de un humor feroz.  En The Fourth Book of Jorkens, aparecido en 1948, nueve años después de su muerte, imagina que un médico inventa una enfermedad para poder encontrar su remedio y enriquecerse de esa forma.  La moraleja de la historia es tremenda: el médico contrae la enfermedad antes de haber hallado el remedio que buscaba para ella.

 

 

 

En otro cuento de Dunsany, los Terrestres envían un mensaje a los Marcianos: se trata de un dibujo que representa el teorema de Pitágoras.

 

 

Los Marcianos responden enviando otro dibujo que también contiene un triángulo que podría significar "¡Así os ahorquen!".