H U I T R A N A L H U E

E l   V a m p i r o   d e   A r a u  c o


p o r   M i g u e l   M o r e n o   D u h a m e l 


 

El mito del vampiro.  Aquel no muerto que ve pasar eternamente el tiempo.  Aquel que adopta la apariencia que quiere, a veces seductoramente joven, a veces terrible.  Un maldito abandonado por Dios cuyo alimento preferido es la sangre.  Puede matársele con estacas o con la luz del sol.  En fin, un mito que las novelas y sobre todo el cine lo ha hecho muy cercano al saber popular.

 

En la tradición mitológica mapuche existe un ser espiritual que se refleja en esta descripción.  Es el llamado Huitranalhue.  Aunque a estas alturas del pasar del tiempo existen diversas versiones de qué es y de cómo se comporta.  Por ejemplo, en Argentina , se denomina Huitranalhue a un genio invisible, también conocido como "alma de forastero", que toma forma humana; vestido elegantemente y portando una espada de madera con la cual ataca a los cuatreros sorprendidos en el delito o a bestias salvajes que habitan la pampa; preocupado de defender a los niños y a los perros ovejeros.  Es mudo y como viste siempre de negro se confunde entre las sombras.

 

Otros dicen que los Huitranalhue son espíritus del bosque, los guardianes de la tierra que viven bajo el follaje y que impiden que los forasteros entren en territorio mapuche.

 

Como ven son visiones bondadosas y disímiles de este espectro.  Pero como suele suceder en la mayoría de las cosas, es siempre más atractivo el lado oscuro de las cosas: mejor la bruja que la aburrida Blancanieves.

 

El perverso Huitranalhue mapuche es propiamente tal un no muerto que se alimenta de sangre haciendo un orificio en el corazón de sus víctimas, comenzando por los niños.  Posee el poder de matar con sólo acercarse a unos metros, o fijando unos brillantes ojos rojos sobre las miradas.  Se presenta como un hombre alto, fornido y bien vestido, de negro o blanco,  con un pañuelo de seda al cuello y espuelas de plata. Quizás un seductor.  En otras ocasiones toma la apariencia de los esposos que se encuentran lejos de las mujeres y así poseerlas sin resistencia alguna antes de beber de ellas.

 

Existen relatos en donde se les describe montando a caballo como hombres o como esqueletos andantes.  A veces se presenta como un remolino haciendo muy difícil la huida.  Su solo contacto significa la muerte.

 

En la creación de un Huitranalhue es necesaria la participación de cuatro Calcú o brujos malvados.  Cuando alguien de la comunidad moría, ya sea adulto o niño, los brujos debían ir durante cuatro noches seguidas a la sepultura para resucitarlo, bailaban incansables al rededor del sepulcro.  Si el muerto era adulto se hacía un Huitranalhue, si era un niño, se  creaba un Anchimallen, este último era generalmente maltratado,  lloraba gritando por comida y así le daban animales y alimañas para calmar su hambre.

 

Al momento de resucitar el cuerpo los brujos no lo sacaban de la sepultura, era el espíritu del Huitranalhue que se metía en la tierra habitando el cadáver y salía en forma de hueso, el cual era guardado en un bolso por los Calcú para llevarlo a su lugar de destino: la vivienda de uno que hubiera pagado buen dinero para tenerlo, por ejemplo.  El hechizo no surte efecto si no se avanza un paso por noche, sin importar cuanto se demore el brujo en tal empresa.

 

Una vez entregado el Huitranalhue, por lo general no se deja ver salvo por los brujos o por el amo que lo compró.  El Huitranalhue siempre está ávido de comer.  Comienza pidiendo al amo, a quien llama "padre", que le entregue algún "corderito".  Cuando accede a su petición, el Huitranalhue con máxima rapidez asesina a un hijo del amo para devorarlo.  Algunos dicen que se alimenta una vez al año, pero hay otras historia en donde su hambre no es saciada fácilmente y sus comidas son más regulares.  Si pide una "vaca" devora a una de las mujeres del amo.  Si pide un "ternero", a algún hermano o sobrino.  Si el dueño el Huitranalhue no tiene más familiares que ofrecer, debe entregarse él mismo como alimento.

 

El Huitranalhue es solicitado para el cuidado del ganado o para la espeluznante misión que le encomiende su "padre".

 

Hay relatos que muestran al Huitranalhue como un espíritu errante que busca hacer el mal en su camino.  La gente huye apenas notan su presencia, y es un mito arraigado aún entre las familias mapuches más viejas, donde hay personas que juran haberlo visto o haberlo enfrentado salvando la vida de pura suerte.

 

Se cuenta de un hombre dueño de varias cabezas de ganado que, al tener problemas con cuatreros, solicitó a los Calcú la compra de un Huitranalhue.  Cuando lo tuvo en su poder, este espíritu le comenzó a pedir "corderitos" y el hombre, sin saber, le entregó a sus hijos.  Al momento de descubrir la mala treta y viendo que el Huitranalhue 

 

tenía hambre de sus esposas, este quiso deshacerse del vampiro araucano, así que tomó el hueso que lo contenía y lo llevó hasta un río donde lo lanzó a las correntosas aguas.  Con gran miedo en su alma partió después a embriagarse, pero fue sorprendido en la cantina por una voz que le dijo "¿Por qué quisiste ahogarme, padre?  ¿Papá, por qué me tiraste al agua? ¿Que no sabes que nada puede matarme? ¿Que ni el fuego ni el agua?"  Desesperado trató de huir, pero el Huitranalhue siempre le seguía.

 

De alguna forma, al pasar del tiempo, un viejo amigo se enteró de su padecer y, como era dueño de un poder especial, le contó la única manera de matar al Huitranalhue.  El hombre siguió los consejos y antes del anochecer, que es cuando el Huitranalhue se incorpora, tomó el hueso y lo echó en una olla con agua caliente que contenía una piedra de moler, la que usó para taparla y dejó todo al fuego para que hirviera.  El hombre debía alejarse rápidamente de allí para salvar su vida, por eso tenía su caballo ensillado y esperando.  Al alejarse al galope escuchó un gran estruendo, una explosión, que significaba la muerte del vampiro.

 

Otra historia conocida habla de una fiesta familiar bulliciosa y empapada en alcohol.  Al término de esta el anfitrión fue a dejar a algunos invitados a sus casas quedando su esposa a la espera junto a algunos jóvenes que dormían.  Entonces, al poco rato, llegó al galope el marido de la mujer.  Ella fue a recibirlo para compartir el lecho y, al momento del abrazo, se dio cuenta de que era un Huitranalhue.  Uno de los jóvenes despertó con los gritos de ella y vio como los brillantes ojos del espectro resplandecían mientras la esposa caía muerta al suelo.  Al verse descubierto, el Huitranalhue huyó soltando carcajadas y gritando "¡He comido harta sangre hoy, casi voy empachado con sangre!".

 

Seguramente son más las historias con este espectro.  Variarán de un relator a otro como con toda tradición oral, haciendo más vivo el mito, acercándolo al actual modo de vivir del pueblo mapuche.  O quizás este espíritu maligno no necesite ser echado a una olla hirviendo para matarlo ya que la transculturización se encargará de ello.  La forma de vida del "hombre blanco", de aquel que desprecia y no acepta su "morenidad", o la de aquellos hijos de la tierra que empiezan a olvidar sus orígenes seducidos por el tráfago, la apatía y los megacentros comerciales; puede ser lo suficientemente poderosa como para desterrar del imaginario a este y otros seres que habitan el bosque, los caminos, los ríos.  Espíritus que se aparecen en la noche mirando con ojos rojos por la ventana de las casas al que duerme, esperando el momento de horadar su pecho y beber la sangre palpitante de un corazón que se apaga.