H I R O H I T O

E m p e r a d o r   d e

            l a   P i c a r e s c a   C h i l e n s i s


p o r   E u g e n i o   B a s t í a s   C a n t u a r i a s

 

 

 

Eugenio León Hernández, nacido en Chile en 1924, y tal vez con inercia (o ignorancia e inseguridad) podríamos decir que en Santiago de Chile, fue un hombre a quien se le ocurrió autodesignarse Emperador (no es para extrañarse, ya que hay varios que en el desarrollo de nuestra historia han gustado de autodesignarse rey de bastos, colchonero, presidente o dictador) del género ligero del doble sentido, que cuenta en Chile con varias canchas; la principal, la calle, aunque mucho de ello es a cuenta de la estereotipada expresión de la "folclórica-pintoresca picardía chilena", cual es una de tantas lápidas que le ponen a la cultura popular esos enterradores de las expresiones culturales que también juegan en el campo de las ideas, y cuya última hazaña es haber hecho el birlibirloque de dictadura por "régimen militar". Bien sabemos, vuestro servidor entre tantos, que del influjo de todo régimen resulta, al menos, la baja de peso.

 

Pero no nos perdamos de vista con nuestro personaje que, a pesar de su aparente sencillez y la facilidad que ofrece para representarnos a los chilenos como simplones, concupiscentes y/o creadores de bajo pelaje, me creo que no es tan simple llegar a ese logro si miramos de conjunto a la música popular chilena. La mezcla, el hibridismo, señal rotunda de mestizaje en buen castellano, de este submundo de la picaresca musical chilena, nos ofrece un buen espejo de nuestro cuerpo físico y síquico-social.

 

Oyendo los éxitos más resonantes de nuestro Hirohito, un ejercicio, se los aseguro, muy constructivo cuando se hace sin necesidad de estar bailando al mismo tiempo (a riesgo de caer en falta tras la sentencia "el que no baila es cola"), vemos cómo logró este Emperador colocar verdaderos clásicos de la música popular en el oído de la "familia chilena". "El viejo lolero" (con el cual nos vamos identificando muchos de los que estamos doblando la curva de los años en la campana de Gauss), "La vieja Julia", una genialidad de la onomatopeya y la metonimia, en cambio de una expresión soez referida a la sexualidad de una mujer mayor; y otras composiciones musicales de menor rango

 
 

en cuanto a su masividad, como "El pela’o y el chascón", "La historia de Domitila", "Cloteamos todos" y "El pato calvo", las últimas cuatro de autoría de un tal Jacinto Amoroso –personaje que daría para otra charla, asociada a otra dilecta agrupación, "Los Hijos de Putre", faraones del género que nos ocupa- todos, temas musicales y de rango cultural (sí, he dicho cultural) que exhiben en buena síntesis mucho del humor chileno [1] y algunos rubros interesantes de observar, expresados por los niveles de identificación que manifiesta el público al oír, más bien bailar y "gozar", estos clásicos –entendiendo el término como aquello que vence al tiempo, es decir, a las modas y al cambio del gusto de las generaciones.

 

Pero nuestro héroe musical nos legó interpretaciones bastante interesantes y de buena factura interpretativa, si consideramos los temas instrumentales absolutamente desconocidos, como suele suceder cuando la industria de la música sobreexpone con intención lucrativa a las obras de arte (echando mano de esta idea en su alcance más general posible), dejando en las sombras surcos tan interesantes y, en bastante medida, sorprendentemente gratos como "Delicado", el muy conocido "Tico Tico" (sólo los primeros compases bastarán a ustedes para decirme que lo conocen), "El cumbanchero" y "Lamento borincano". Pero, como el formato éste es sólo textual y no les puedo tararear estos temones, les recomiendo buscar un CD editado por el sello Cumbre, que se puede adquirir en el fiel y constante Persa Bío-Bío por una muy módica suma, porque yo no recomiendo "bajar" música de la red, ya que la calidad técnica no siempre es la ideal y nunca los "productos" que se obtienen están vinculados a ninguna información. De esa manera, ¿qué se puede saber del ser humano o de los seres que crean y/o interpretan una obra artística?

 

 

 

Eugenio León, transfigurado en Emperador de la risa, conformó su agrupación "Hirohito y su Conjunto" con la cual grabó en discos largaduración, que giraban, no lo olvidemos, a 33 revoluciones y 1/3 por minuto, y en sencillos (estos otros a 45 rpm) bajo un popular sello discográfico de los '70, "Sol de América", que recogió una buena cosecha de la música ranchera y tropical en los inicios de eso que ahora llaman "régimen militar". Y pan y circo, y algo más de garrote, hubo en esas fechas. En el circo, si somos mal intencionados como un asesor cultural del "régimen", se incluyeron todos estos funambulismos y humoradas del doble sentido, sin olvidar a "Los Huasos Cochinos", que cubrían el frente de la música de factura seudo-campesina. Aquellas fiestas "de toque a toque" fueron sazonadas con esta música, en un recio contraste con el desgarro de esa era.

 

Y las olas de la música popular se retiran y regresan, pero, como en este caso, tras una larga ausencia. Vuelven en gloria y magestad (como decía un viejo tratado teológico chileno, escrito en la ortografía dieciochesca) después de treinta o cuarenta años de ausencia de las pistas, y he aquí que Horohito fue llevado en andas para participar en eventos "kitsch", y recibir también una distinción por parte de la SCD por sus más de cincuenta años de circo (esperamos que con pan y sin garrote), en 2006.

 
 

 
 

 

 

 

 

 
 

Su última aparición en los escenarios, fue en la inefable "Blondie" [2], luego de lo cual, una neumonía le borró la sonrisa eterna, en su querida población "Polígono" de Quinta Normal [3], un día 23 de febrero de 2010, a 86 años de haber lanzado al aire su primer grito cumbianchero, rijoso y jocundo.

 


[1] "Uno de los rasgos más importantes del pueblo chileno es su visión cómica del mundo expresada en un lenguaje festivo forjado a través de los siglos. Las herencias espirituales y milenarias de los indígenas y de los españoles se aunaron para dar forma a un mestizaje pletórico de formas de sabio humorismo". Véase "En el chileno el humor vive con uno" de Maximiliano Salinas, Santiago, LOM Ediciones, 1998, pág. 7.

[2] Discoteca, disco o recinto bailable de la juventud vanguardista de Santiago de Chile, el cual constituyó uno de los pocos centros contraculturales durante nuestro muchas veces recordado "régimen".

[3] Barrio de Santiago de Chile ubicado en el sector poniente, parte integrante de su casco antiguo. El nombre de él deriva de su pasado cuando, antes de ser subdividido su terreno para construir casas, era lugar de práctica de tiro por manu militari.