Más de un mes de iniciado este
gobierno del empresario, especulador y también Presidente, ha
habido deliberados y parciales vítores de los comentaristas
asalariados de la prensa y similares, pero la derecha nacional
(buena cláusula para iniciar otro texto) está perpetrando su
eterna deposición de excremento tras excremento político de la
mano de ministros pelotudos, nepotismo y ahora sí, un virtual
tsunami de abuso empresarial contra la clase media y popular
(marejada de la cual la reciente huelga sindical de los
tripulantes de cabina de Latam es sólo un tráiler).
Atrocidades que de tan
repetidas y cotidianas dejan de impactar en la narcotizada
percepción de este pueblo esclavo.
En Chile se ha operado con
precisión de cirujano un genocidio antropológico, evidente en la
dependencia que exhibe la gente frente al consumo y al
despliegue mediático y digital tanto como en la incapacidad
infrahumana de ejercer la ciudadanía y la opinión crítica en
casi la totalidad de este pueblo, que nació de la colusión del
gran empresariado y su brazo político (Chile vamos y las
facciones de extrema derecha); los poderes ejecutivo, judicial y
legislativo, las jerarquías religiosas y por supuesto, las
Fuerzas Armadas, cuyas vocerías son indistintamente las de los
medios del duopolio , la televisión y la radio.
La derecha. Siempre la derecha
chilena, medularmente fascista y aniquiladora de cuánto síntoma
de vida que amenace o simplemente cuestione su estructura
dominante y la malignidad de su discurso.
Discurso nacional hecho de
frases preimpresas, con una pretendida buena crianza de
convivencia democrática y de renovación ideológica que ya se
quisiera más en sintonía con los cambios que experimenta nuestra
sociedad pero que apenas son un ridículo camuflaje de odioso
totalitarismo genocida. A la primera de cambio, se le cae la
careta y muestra su fauce fétida de mercader atrabiliario y
rasca, su mirada de codicia en estado clínico (la codicia es de
las peores enfermedades que afectan a la especie humana),
trasluz de su único mandamiento divino que reside exclusivamente
en el ejercicio diario del derecho de propiedad.
Pero está a las claras una
inversión de su talante comunicacional. Los fachos más lúcidos
entienden que deben presentar un rostro más verosímil de buena
intención democrática pero no lo lograrán porque su manera de
ser, su genética social está mandatada por la pretensión de
dominación y arrasamiento civil y económico. La derecha
latinoamericana no conoce otra forma de ser en lo histórico. De
ahí la inmoralidad de su falsedad discursiva cada vez que llaman
a la (¿cuál?) unidad o (imposible) reconciliación.
Ya a un mes y medio de los
trompetazos pomposos del Reich chileno, se distingue también los
primeros manoteos de una población que trata de despercudirse de
su embotamiento y que al parecer no seguirá admitiendo- aunque
sea sólo electoralmente- ser sodomizada socialmente todos los
días.
La derecha nacional es estúpida
y su hegemonía reposa únicamente en su monopolio de la fuerza
productiva, su concentración del capital, su propiedad de las
comunicaciones y la cómoda seguridad que le brinda la posesión
de la fuerza bruta y de orden.
No hay nada que esperar de esta
derecha canónica por más que se disfrace con ropajes de
renovación estilo socialismo ochentero.
Ya sabemos que son la
quintaesencia del fascismo chileno que sólo desea vernos muertos
a todos quienes queremos algo mejor y diferente de este régimen
de esclavitud y de autoimpuesta impotencia. Nunca habrá
sinceridad ni convicción en su discurso aperturista porque sólo
la mueve la consecución del dinero a manos llenas y del poder
que trae aparejado. ¿Qué humanidad puede contener este hediondo
tacho donde se besan apasionadamente Kast y Moreno, Van
Risselberge y la Maldonado?
Pero, así como la repulsiva
acción de la derecha nos deprime día a día, no menos repulsiva
es la capitulación entreguista y cobarde de la izquierda
histórica y de su nueva referencia frente ampliada.
¿Dónde están el PS y el PC?
Contando los corruptos billetes de su desnaturalización los
primeros; formulando cálculos estériles desde su cúpula, los
segundos.
¿Y qué está pasando con el FA?
Se está burocratizando, parlamentarizando, bailando al son que
los demás le imponen y sobre todo exhibiendo un frágil esqueleto
político cuya única vertebración era el rechazo a la Nueva
Mayoría y las ganas de contraponerse al avance bárbaro de la
derecha.
Lo único bueno que está pasando
es que al fin asistimos con regocijo a la desintegración final
de esa tragedia nacional llamada Democracia Cristiana y de su
católico reguero de crímenes políticos y golpistas.
La política sólo es viable a
partir de uno mismo. Se puede existir sin las orgánicas que a la
postre no solucionan nada y sólo generan demora y estorbo. |