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D I E G O
Y F R I D A
U N A
P A R E J A P R I M I G E N I A
p o r J u a n R a f a e l C
o r o n e l R i v e r a
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Juan
Rafael Coronel Rivera (Ciudad de México, 1961) es poeta,
fotógrafo, narrador, ensayista, crítico e historiador del arte,
curador, etnólogo y editor.
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Para Juanito
I
Era una luz tono plúmbeo la que
marcaba la hora. La fluorescencia nos miraba y dejó su tatuaje
de acero sobre nuestros rostros. En el automóvil íbamos tres;
dos machos y una hembra, ella cuarentona. Cruzaríamos la
sierra, de costa a costa atravesaríamos el Istmo de Tehantepec.
En un parador de camioneros nos detuvimos a comprar víveres y
unas caguamas que nos darían el valor suficiente para salvar la
sinuosa carretera. Los transportistas tomaban café e ingerían
aspirinas, y encomendándose a la Potencias, amarraban a los
timba burros de sus vehículos imágenes de la Virgen de
Guadalupe. Sabían que algunos se quedarían sin frenos y se los
llevaría patas de hilo.
De vuelta a nuestro transporte
cerramos las ventanillas y comenzó a oler a petate quemado. La
música, a todo lo que toleraban las bocinas encadenadas a un
ecualizador Pioneer, era la milonga. Estábamos claros
que era la temporada de lluvias, así que tratamos de salir lo
más temprano posible. No lo logramos, era cerca de la una de la
tarde cuando partimos y para llegar a nuestro destino
ocuparíamos nueve horas. La carretera a manera de tripas se
dejaba ver a lo lejos tejida, como si fuera la cabeza de
Medusa. Tomamos camino por las sierpes en compañía de
Quetzalcóatl y su gemelo.
No habían pasado ni dos horas,
cuando un camión desde lo lejos nos comenzó a hacer señales,
indicándonos que nos quitáramos de su metálico paso, el camino
no tenía acotamiento, así que nos pegábamos lo más posible al
filo de la carretera, tanto, que parecía que la mitad del
automóvil se encontraba a flote, lo que nos permitió apreciar
una vista aterradora y maravillosa del precipicio. El camión,
al transitar junto a nosotros a una velocidad fuera de control,
se llevó el espejo lateral izquierdo. Dentro del vehículo todos
nos envolvimos en nosotros mismos, como si al encogernos
redujéramos el volumen exterior del coche. Cuando oímos el
ruido de la colisión, un golpe rápido y limpio, pensamos en la
muerte y en ese pasaje, muertos por centésimas de segundo, nadie
logró decir nada. Cuando la adrenalina nos dejó recobrar la
conciencia, esto es, al aparecer el miedo, comenzamos todos de
manera compulsiva a desatar nuestra experiencia, una que se
enrrolló en un solo monólogo de agradecimiento ante el hecho de
seguir vivos. Lo más impresionante fue ver en los rostros del
conductor y su acompañante las alas de los zopilotes.
Resignados y fuera de sí trataban de evitar su destino.
Di un profundo suspiro para
recuperar el alma. A los pocos minutos encendí el coche, y
conduciendo lo más rápido que se conseguía por su madeja de
chapote, traté de darle alcance al camión, para ver si podíamos
tener la suerte de ver el instante mismo cuando se saliera de la
carretera. Llegamos tarde, el transporte estaba ya en el fondo
del acantilado y en torno al desfiladero una multitud hacía los
honores a los muertos y la historia de ese día. Nos bajamos del
auto e hicimos fila como todos los demás, con nuestra plática
contribuímos a hilar un enorme códice que, daba constancia de lo
sucedido. El gusto por la sangre, nos viene desde los
sacrificios humanos que hacíamos en la plaza mayor de la grande
Tenochtitlán, está en nuestra genética. Por desgracia no se
alcanzaba a ver mucho. Ni tripas ni hierros torcidos, sólo la
imaginación daba vuelo a las aves carroñeras. Repentinamente
comenzó a soplar un viento ansioso, y después se desató una
tormenta tropical excitada, fuera de sí, la lluvia estaba en un
estado de histeria absoluta, como si fuera víctima del Gran
Mal. Esto no hizo que la multitud se apartara del sitio, la
gran mayoría cortó vastas hojas de los platanares cercanos y se
tapó con ellas. Nosotros queríamos continuar nuestro camino,
pero ambos sentidos de la carretera estaban bloqueados por el
expectante multitud y sus máquinas, no había manera de circula.
Lo que pocos habían notado, era que el carguero al
desbarrancarse, con su enorme peso, se llevó como un metro de
asfalto, dejando el relleno al descubierto. La lluvia con su
potencia hizo lo demás, poco a poco y ante nosotros la carretera
se desintegraba. A la hora se había llevado carril y medio.
Tendríamos que buscar refugio.
La vegetación tropical y el
lodo se nos enroscaban en los pies, las gotas de lluvia llenaron
cada poro de nuestra piel. Se hizo de noche y no conseguíamos
encontrar refugio. Comenzamos a tener miedo, lo que nos hizo
entrar en calor. Finalmente, a unos metros vimos una casa de
construcción netamente indígena, nos dirigimos hacia ésta. Los
perros anunciaron la llegada de nuestras ánimas, los dueños nos
vieron y el señor salió a averiguar qué queríamos. Platicamos
bajo la lluvia, como si nada estuviera pasando. Al poco rato la
confianza del campesino abrió la puerta de su casa. “¿No gustan
pasar a tomar un café?”, dijo. Sabíamos que tendríamos donde
pasar la noche. Fui el último en entrar, mis amigos estaban
parados frente al altar familiar y se miraban desconcertados.
Me vieron de reojo y al fijar la vista sobre la imagen que
precedía el sagrario, me di cuenta que era unja estampa que
reproducía Autorretrato como tehuana de Frida Kahlo. La
señora de la casa nos afirmó que era “la Virgencita más
milagrosa que habían tenido”.
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II
Diego Rivera asegura que
conoció a Frida Kahlo mientras él pintaba el paraninfo del
Anfiteatro Simón Bolívar, en la ciudad de México, con el tema de
La Creación (1); que es la primera pieza mural de Rivera
y que constituyó el inicio de éste género dentro del arte
moderno. El encausto sobre cemento aplanado marcaba con su
hechura, la inauguración del primer movimiento plástico que el
Continente Americano aportó al arte moderno internacional: el
muralismo. Rivera realiza esta pieza entre noviembre de 1921 y
marzo de a923; al iniciarla él contaba con 35 años y Frida Kahlo
14. Hay que mencionar que en este periodo no solamente conoce a
Frida, sino que también a su hermana Cristina Kahlo. Es durante
el tiempo en el que Rivera pintaba su mural que encontramos,
como lo compendia el catálogo razonado de la obra de Frida Kahlo
(2), la pieza más temprana de la artista, un lápiz sobre papel
de 14.2 x 9 centímetros, fechada en 1922 y que conocemos como
Aquí te mando mi retrato. Es interesante observar que Frida
se relaciona con las expresiones plásticas de este periodo,
debido a que esto nos hace ver el impacto que debió haberle
causado a la estudiante, observar a Rivera pintar en su
escuela. También seguramente la impresionó el enorme revuelo
que causó esta obra mural, la cual fue profusamente comentada en
la prensa de la época y que se vio rodeada de una sonada
polémica. Es muy probable que Kahlo, precisamente en este
momento, haya hecho conciencia de la importancia pública del
arte, situación que siempre la sedujo. Mientras Rivera está
pintando La Creación, conoce a Guadalupe Marín entre
diciembre de 1921 y febrero de 1922, quien será su modelo
principal para esta obra. Lupe, como la conocía el mundo
cultural, posó para tres figuras y para todas las manos de obra
(3), magníficos bocetos que Rivera tenía colocados con
chinchetas en el espacio, y que Frida indudablemente vio.
Aclaro esto debido a que a los pocos años, en dos obras
tempranas de Kahlo, Autorretrato de 1926 y Retrato de
Alicia Galant de 1927, las manos que plasma la joven pintora
son de vital importancia en la obra, ya que marcan la tensión de
los retratos, y si el espectador observa las extremidades con
detenimiento, se puede deducir un inmediato parecido con las
manos de los bocetos y las del mural, que Rivera realizó para el
Anfiteatro. Hay que mencionar, de paso, que Marín y Rivera
contraen nupcias el 20 de julio de 1922, éste será el segundo
matrimonio de Diego.
Rivera se divorcia de Marín en
1926. Entre 1923 y 1929, año de su boda con Frida Kahlo, Diego
está realizando a la vez, dos de sus obras murales más
importantes, los frescos para la Secretaría de Educación Pública
y los que hace para la Ex Capilla de la Universidad Autónoma de
Chapingo. (4) En el edificio de la SEP, ubicado en el centro de
la ciudad de México, es que Frida lo visita, ya con la clara
intención de mostrarle al maestro, un conjunto razonable de
obras para que éste las viera desde la perspectiva estética. El
re-encuentro se da entre los años 1927 y 1928. ¿Cuáles serían
las ligas emocionales de Frida con Diego entre 19223 y 1927?
Ambos eran camaradas comunistas, en ese entonces se encontraban
en las filas del partido alrededor de 1.500 personas, de las
cuales el 70% eran obreros y campesinos. El grupo conformado
por intelectuales se limitaba a un 10%. Seguramente en algún
momento es encontraron. Lo que nos queda claro es que, aquella
primera impresión de Frida, al ver a Rivera pintar en su
colegio, se le quedó marcada fuertemente, ya que cinco años
después lo busca. (5)
Cuando sucede el encuentro de
Kahlo y Rivera en 1928, Frida ha realizado, según el catálogo
razonado que estamos utilizando para desarrollar este texto, un
total de 28 obras entre los años 1922 a 1928, a saber: 14 óleos,
1 fresco, 8 acuarelas y 5 dibujos. Las piezas de Frida que
poseen una personalidad propia y que están realizadas dentro de
la tónica más adelantada del arte moderno mexicano, son las que
presentan un definitivo estilo estridentista. Segundo
movimiento cultural americano que fue fundado por el escritor
Manuel Maples Arce, también en la ciudad de México. El primer
manifiesto de esta corriente apareció a manera de una
hoja-cartel en diciembre de 1921, y presenta un inciso
denominado Directorio de Vanguardia, en el que están
enlistados Diego Rivera y Jorge Luis Borges, entre un centenar
de autores. (6) El movimiento estridentista está comprendido
dentro del periodo que va de 1921 a 1927. La primera obra de
Kahlo que podemos ligar definitivamente con este proceso
calológico, la encontramos en 1925 y se llama Paisaje Urbano,
un óleo sobre tela relacionado con las piezas de corte citadino
que se realizaban en la época, y que exaltaban valores como el
progreso científico, el desarrollo cultural de las ciudades y
sus interrelaciones y las ideas de vanguardia, derivadas del
futurismo italiano instaurado en la ciudad de Milán en 1909.
Otras obras de la pintora desarrolladas dentro de esta tónica
son: Si Adelita… o los Cachuchas y Pancho Villa y la Adelita,
ambas de 1927. Estas son tres de las probables obras que Kahlo
le mostró a Rivera.
Tras el encuentro entre ambas
personalidades, Frida deja el estridentismo, e inscribe su
estética, a lo que en la actualidad conocemos como la escuela
mexicana. Seguramente la mala opinión de Rivera, relacionada
con las vanguardias europeas, y todo lo que con estas tuviera
que ver, influyó a la joven pintora, para que buscara un camino
dentro de los parámetros nacionalistas de la época y abandonara
las búsquedas de corte internacional, que en ese entonces
estaban abanderadas por el estridentismo. Esto queda claro al
ver las piezas que, a partir de su relación con Rivera, comienza
a facturar. Una que ya está inscrita totalmente dentro del
estilo riveriano es Niña sentada con pato de 1928 y que
coincide con el retrato que Rivera hace de la camarada Kahlo en
el fresco de la SEP, dentro de los paneles del ciclo titulado
Corrido de la Revolución, precisamente en ese año de 1928 y
que lleva por título El arsenal. En esta escena
riveriana se ve a Frida y al también muralista David Alfaro
Siqueiros repartiendo armas, pero ese no es el arsenal al que
hace alusión Rivera, el pintor está estableciendo una metáfora,
el “arsenal” son los camaradas comunistas, que repartirán las
armas más valiosas, las del conocimiento de las nuevas ideas.
Diego y Frida contraen matrimonio, el tercero de Rivera, el día
22 de agosto de 1929. Él tenía 43 años, ella 22.
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III
¿No les gustaría ser Frida
Kahlo? Dentro de la ahora amplísima bibliografía que tenemos de
estos dos artistas Diego y Frida, y especialmente, contemplando
el fenómeno internacional que la obra y persona de Kahlo tienen
en el mundo, una de las interrogantes que más me seduce, es el
establecer por qué, a partir de los años ochenta del pasado
siglo, la iconografía de Frida ha tenido esa repercusión en la
psique del ser humano. Estamos observando un fenómeno mundial,
una situación globalizada, y que en occidente ha acaparado la
atención de un público muy amplio y que no está relacionado con
la cultura. La historia que narro al principio de este texto,
no es ficción, es autobiográfica, fue algo que viví y que en su
momento me impresionó sobremanera. He debido cuestionarme cómo
una imagen plástica ha trasmutado su esencia meramente
pictórica, para convertirse en una iconografía sacra. Esta
estampa que vi en aquel pueblo oaxaqueño, ha tenido el camino
inverso que, desde el Renacimiento, le hemos querido dar al arte
público. ¿Qué es lo que nos cautiva? Una de las propuestas que
he podido establecer para entender este fenómeno, está
relacionado con la individualidad. Frida, definitivamente se
forjó un estilo, no plástico, sino uno más importante, el
vivencial. Ella es distinta, es el extremo opuesto a lo
estándar. No sigue ninguno de los cánones del mundo moderno… ¿O
será precursora de todos? Otra lo relaciono con la narcisopatía
que el mundo contemporáneo nos obliga a vivir. No podemos poner
en tela de juicio que Kahlo es una mujer exitosa; es seguro que,
junto con la Reina de Inglaterra, sea una de las mujeres cuya
imagen se reproduce con más asiduidad. Y aquí hay que ver los
dos extremos que el mundo ha tomado como lo femenino, una reina
y una pintora. La primera, una mujer correcta, normativa,
rectora, acética y multimillonaria. La otra, un personaje
impúdico, bisexual, rebelde y cuyas pinturas se han convertido
no solamente en un bien cultural, sino en el más importante bien
de cambio dentro de la pintura femenina. Son punto y
contrapunto, prácticamente establecen los parámetros del bien y
el mal del comportamiento femenino que rigió todo el siglo XX.
Personalmente no veo a Frida
como muchos la aprecias, una especie de Mater Dolorosa,
que no solamente llora por el hijo que no pudo tener, sino por
ella misma, solloza por su dolor. Por el contrario, veo a una
mujer que establece sus reglas incluso a costa de lo físico. Le
fue avisado que no podría tener hijos y aún así trató de
desafiar a la naturaleza. Le gustaba indiscutiblemente la
adrenalina, pero la utilizaba para construís un ¿monólogo?
¿diálogo? con la vida. Ella finca las alternativas del
atrevimiento, de la posibilidad, del desarrollo, incluso a costa
del ostracismo social. La pregunta correcta no es entonces la
que formulé al inicio de este segmento escrito sino: ¿Con qué
rasgo de Frida Kahlo se identifica usted? Y si ya sabe con cual
¡Tendría la suficiente personalidad y el potencial humano para
desarrollarlo?
(1) De la
Torriente, Loló. Memoria y Razón de Diego Rivera. Editorial
Renacimiento, S.A. México 1959. Tomo II. Páginas 182
- 183.
(2)
Prignitz-Poda, Helga. Et al. Frida Kahlo Das Gesamtwerk.
Verlang Neue Kritik. Frankfurt 1988. Página 193.
(3) Gran
parte de estos bocetos se encuentran en la colección del Museo
de Arte Moderno de San Francisco.
(4) En
co-autoría con Luis-Martín Lozano, para la casa editorial
alemana Taschen.
(5) Es
Hayden Herrera quien narra la situación, ver: Herrera,
Hayden. Frida. A Biography of Frida Kahlo. Harper
and Row, Publishers. New York 1983. Páginas 94 a 97.
(6)
Schneider, Luis Mario. El Estridentismo. México 1921
- 1927. Universidad Autónoma de México. Monografías
de arte 11. México 1985. Páginas 41 a 48.
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