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P O E T A E P I G O N
A L
C O M E N T
A R I O S O B R E
D E S D E R E C O L E T A
D E
G U S T A V O D O N O S O
p o r J u a n P a b l o d e
l R í o |
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Juan Pablo
del Río es poeta, prosista y documentalista chileno.
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Leyendo la muy bien editada selección de poemas "Desde
Recoleta", del poeta chileno Gustavo Donoso, vino a mi cabeza la
palabra epígono. Dícese que esta palabra, se aplica a quién
sigue una forma anterior de arte o estilo. Palabra que además
tiene cierta connotación despectiva, ya que se trata de alguien
que de alguna manera no es original. Está demás decir que en
poesía, no hay nada nuevo bajo el sol. Que el poeta no puede ser
"totalmente" original aunque lo pretenda. Aunque por auténtico,
nuestro poeta lo es, por lo demás. Existe, especialmente entre
los más jóvenes, la necesidad de ser novedosos, ingeniosos o
vanguardistas. Vanguardista en el sentido de negar o destruir de
alguna manera, a quienes los han precedido. En aras de aquel
"ideal" se han escrito libros que perdiendo toda compostura, se
han convertido en textos difíciles de digerir, incluso de
entender, por la preocupación obsesiva por la forma y alejarse
de lo que supuestamente, se intenta superar, descuidando así el
fondo, el contenido y el sentido poético. Como decía, creo que
ningún poeta es totalmente original. La voz, el manejo de la
palabra y el estilo, son la particularidad de cada escritor, su
ser en sí y no ser otro. No se trata aquí de intertextualidad,
de tomar versos ajenos (cosa común en algunos autores hoy en
día) y hacerlos pasar como propios. En el caso del poeta chileno
Gustavo Donoso, lo suyo es internalizar a los otros poetas y
vivir la otredad poética. Es como cuando se juega con niños.
Sería un contrasentido pedir a un niño seriedad adulta. Lo que
hace uno es "bajar" al nivel del niño, para así poder jugar en
su clave, en su registro, que es la alegría y la inocencia. La
mirada "inocente" de Gustavo Donoso sobre sus pares, Abundan en
este poemario (Desde Recoleta) el homenaje y el reconocimiento
del otro, de los otros poetas. Como tributo a nuestra tal vez,
única y verdadera tradición cultural. Es la poesía la que deja
su huella y su memoria, obstinadamente y persiste en un medio
copado por el mercado y las ventas. Nos entrega su gratuidad y
su misterio. Nos dice de alguna manera, que ser chileno(a) es
ser poeta.
La palabra humildad (concepto terrible para los egos
desmesurados) tiene su raíz en el vocablo humus, es decir
tierra. Tierra que se forma de la descomposición de hojas y
ramas en las capas someras del suelo, conocida también como
"tierra de hojas". La poesía de nuestro autor, es una poesía
humilde, en los más profundo del significado, es decir, logra
sintetizar en palabras más bien sencillas e imágenes de belleza
contemplativa, lo más sagrado, lo mas arcano (no arcaico) de una
poética que tiende a la sabiduría. Ahí está el abuelo: "Cada
noche/mi abuelo con su fe/movía montañas. El sol/ con santa
paciencia/ las volvía a su lugar/cada mañana." Y está la madre,
el padre, los hermanos, los poetas y hay un día en que fuimos
felices. Llama la atención el prologo de este libro, que es una
suma muy bien lograda, de distintas miradas sobre del arte
poético, de grandes escritores como: Pound, León Felipe, Gonzalo
Rojas, De Rokha y otros más. La artista y académica Paulina
Brugnoli, a propósito de epígono, dice respecto a los museos, el
carácter epigonal que deben tener, no como santuarios
impenetrables y conservaduristas, si no como lugares que
proyectan el arte y la cultura hacia las personas.
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La literatura es un lugar definitivo y provisorio a la vez, como
es nuestro transcurso, porque la precariedad de la poesía es su
grandeza. Otra particularidad de este particular poeta, es su
ser cristiano, un ser que no pretende ser moral, si no que busca
expresarse desde el amor, de un amor que nace en un Dios que es
amor.
Que en un acto de santa humildad, se convierte en hombre y nace
en un pesebre. Un Dios que vino a darnos "la alegría de su
tristeza" (dijo De Rokha). Que vino a morir por la humanidad y
que nos pide muy poco; amarnos unos a otros: "El fiat de
Dios/creó el universo. El fiat del hombre/no tiene donde
estacionar." Así la poesía del poeta chileno Gustavo Donoso,
proyecta este amor y este humor por hombres y mujeres. Por los
grandes y no tan grandes poetas chilenos. Porque este poeta
epigonal, se ha tomado en serio su oficio del verso, de esposo y
padre de familia, de católico comprometido, especialmente con
los más pobres y los que sufren. Porque para el verdadero
cristiano la "teletón" es todos los días, pero sin show, sin
cámaras, sin prensa, sin aspavientos. Pero volvamos a los poemas
que además tienen la gracia y también el humor, un humor que se
hace profundo, reflexivo: "Díaz Arrieta/Díaz Casanueva/Díaz
Eterovic/Díaz Loyola/Díaz Varín/Díaz como éstos/no nacen todos
los días." Otra vez el poeta hablando de sus pares, de los
otros. La otredad. Su gesto generoso desprendido de sí. Porque
es necesario no sólo recordar a muertos y caídos, si no también
a los que fueron dejando su huella en el oficio de escribir
versos. No podemos ser copados, por imágenes inmanentes, que no
nos dejan ver los árboles del bosque. Cada poeta que se larga a
la aventura de publicar sus textos, sean estos "buenos" o
"malos" "grandes" o "pequeños" tienen derecho a ser y esos
textos son necesarios, como es necesaria una hoja en un árbol.
El poeta chileno Gustavo Donoso nos entrega muchas hojas y no
sólo eso, nos entrega su árbol y un árbol de buenos frutos.
Celebramos la aparición de este libro, de cuidada edición.
Celebramos la generosidad del poeta a la que podemos llamas "epigonía";
la necesidad de hacerse cargo de quienes estaban antes y que nos
enseñaron a escribir. Las tradiciones, se mantiene vivas no
dejándolas en un lugar intocable, las tradiciones son dinámicas
y se alimentan de las particularidades de quienes las practican.
Alguien dijo que para mantener una estaca pintada de blanco en
medio de un campo, no bastaba con dejarla aislada sin que nadie
la tocara, porque seguramente con el tiempo perdería su
blancura. La mejor manera de mantener una estaca blanca en medio
de un campo, es dándole una mano de pintura cada cierto tiempo.
Nuestro poeta con cada homenaje, cada dedicatoria, mantiene viva
la memoria de lo que somos, en obstinada misión, incluso
incomprendida. Celebramos al poeta chileno Gustavo Donoso por
permitir que la poesía se mantenga viva pese a los negros
presagios de un mundo cada vez más alejado de la belleza, de la
gratuidad, de la solidaridad. En fin del amor.
Santiago, Diciembre de 2014.
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