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“La memoria es lo que uno recuerda, sí, pero al mismo tiempo es
lo que uno cree que recuerda”, esta es una advertencia que
consta en el libro “Recuerdos que mienten un poco”, memorias en
conversaciones con Marcelo Figueras, la biografía a modo de
diálogo-entrevista en la que el lector transita a través de los
recuerdos de Carlos Alberto “El Indio” Solari, figura
trascendental del rock argentino. Esta advertencia me sirve como
punto de partida para abordar una temática importante no solo
para la literatura sino también para la historia dentro del
mundo de la música.
Mi intención no es hacer un recorrido erudítico sobre libros
vinculados a cronistas de artistas o grupos; el propósito de las
siguientes líneas es poder analizar características asociadas a
este ámbito, a través de casos vinculados a material en nuestra
lengua, debido a que considero que en este tipo de obras podemos
encontrar importantes recursos que van desde inspiración,
lecciones de vida, mil y un formas de destrucción, ejercicios de
estilo, técnicas periodísticas y narrativas, incluso,
reflexiones más allá de las canciones o anécdotas.
Este viaje vamos a desarrollarlo desde fuera hacia dentro,
empecemos por el lector, ¿quién busca un libro de biografías
sobre sus artistas preferidos?, una primera respuesta va
vinculada a los fanáticos, otras quizás a personas que quieren
saber algo sobre estas figuras, alimentados por detalles
asociados a la fama, encontrar lógica a inspiraciones o quizás
solo por curiosidad. Aquí se presenta una bifurcación de
caminos, puesto que la selección puede estar guiada solo por el
nombre de la “estrella”, sin importar realmente si esta persona
escribió el libro, si alguien ejerce las veces de
entrevistador-biógrafo o tiene en letras chiquitas la leyenda
biografía no autorizada, etc., esta ruta es una de las más
comunes; sin embargo, vamos a elegir el otro camino, analizar
quién está involucrado en el desarrollo del material en
cuestión.
En este punto aparecen varios títulos que muchas veces son
vistos como sinónimos: biógrafo, cronista, entrevistador, etc.,
aquí es preciso compaginar la idea de esta palabra con una
profesión; casi siempre la persona que hace las veces de quien
escribe o direcciona un texto de este tipo es, principalmente en
el mundo del rock, un periodista o mejor dicho un periodista de
rock. Un profesional que se especializa en esta vertiente
musical, sin importar en qué parte del planeta se encuentre,
tiene características como: vivir de cerca la escena musical,
experiencia en cobertura de recitales, establecimiento de
contactos tanto con los artistas como con quienes están en la
organización y producción; pero para poder hacer ese salto
contundente de aparecer en la portada de un libro junto al
nombre de la banda o artista, en este caso de rock (como se
pueden dar cuenta voy a hablar de rock en español ya que es una
de mis pasiones, ¡viva la objetividad!); el requisito esencial
es que el periodista tenga experticia comprobable en el género
de la entrevista y la crónica.
A diferencia de otros géneros musicales, para el rock en nuestro
idioma, la trascendencia de los conciertos y las fuertes
pasiones que se originan en los fanáticos constituyen un
poderoso coctel para aquel periodista que emprende el arduo
trabajo de dar forma a un contenido en el que se plasmará la
historia. Ahondar en detalles vinculados a cómo ese periodista
llegó a ser el “biógrafo oficial”, no es motivo de este análisis
puesto que hay de todo, desde haber sido un fan incondicional
hasta negocios burocráticos de transnacionales.
La hoja de ruta de este texto presenta a algunos de estos
cronistas, para destacar aspectos que a mi modo de ver son
esenciales para el desarrollo de este género. Sin buscar alguna
cronología exacta o un repaso detallado, inicio con este nombre:
Juan Puchades. Español, fundador de la ilustre revista musical
“Efe Eme”, no solo ha desarrollado su faceta de periodista, ha
recorrido también el camino de la creación de cómics. Hablaré un
poco de su producción puesto que esto robustece el apartado de
experiencia, Puchades, es quien mejor ha utilizado la palabra
“Conversaciones” para su trabajo, puesto que lleva el oficio de
entrevistador a un nivel muy alto, el cual se puede apreciar en
libros como: Un alto en el camino. Conversaciones con Loquillo
(2001), Sin vuelta atrás. Conversaciones con Ariel Rot (2003).
19 días y 500 noches, Sabina fin de siglo (2019), entre otros.
Podría hablar del libro sobre Sabina, pero no, he elegido la
vertiente más cercana a las guitarras emblemáticas de nuestro
rock, es decir, cómo Puchades plasmó en Sin vuelta atrás, la
figura de Ariel Rot, para quienes no lo conocen fue el
guitarrista principal en Los Rodríguez, banda icónica en la
década del 90, liderada por Andrés Calamaro. Rot no solo puso
alta factura en las guitarras, sino que creó canciones icónicas,
a poco creen que “Mucho Mejor” (conocida coloquialmente como
Hace Calor) es una composición de Calamaro, pues al igual que La
Milonga del Marinero y el Capitán parten de creaciones de Ariel.
No vamos a hablar de la historia de Los Rodríguez o de Rot
solista, más bien del oficio de Juan Puchades para lograr a
través de un formato de preguntas y respuestas, que cualquier
persona, independientemente de su conocimiento o no de la
carrera del músico en cuestión, quede inmediatamente envuelto en
un relato que gracias al buen hacer del periodista, estructura
el contenido en capítulos donde la voz del protagonista nos
invita a imaginar postales de la vida de una figura importante
del rock en español.
Es aquí que podemos abrir la puerta a un elemento en el que
muchas obras juegan a lo seguro, el factor: sexo, drogas y rock
& roll, pues bien, por supuesto que habrá partes en las que este
tipo de situaciones tienen cabida, pero hay que saberlas manejar
para no olvidarnos que la esencia de este tipo de libros es
destacar la historia de la persona, no solo alimentar los deseos
de muchos buscadores de morbo para leer sobre peleas, chismes o
destrucción de cuartos de hotel. Por ejemplo, Puchades permite
que el relato de Rot sobre su canción “Me estás atrapando otra
vez”, no sea solo un anecdotario de cómo nació esa letra, sino
más bien una comprensión de ese momento tan duro en la vida del
artista. Este camino nos lleva a otro escenario, un poco
escabroso si se quiere titular de alguna manera, sobre todo
porque al escribir el nombre Sergio Marchi, a muchos vendrá a la
mente solo su libro “No digas nada” en el que sus periplos junto
a Charly García dieron luz a dicho texto biográfico.
Este quiebre en el análisis permite destacar un componente que
también encontramos en estos textos, cuando el periodista se
vuelve parte de la narración como un protagonista en varias
escenas; la perspectiva cambia de foco, del artista al cronista,
teniendo incluso incidencia en algunas acciones. Es aquí donde
los formatos se mezclan, por ello menciono a Marchi, porque a
diferencia de lo explicado con Puchades, las fronteras del
relato se rompen porque Sergio en esta interacción con García en
algunas ocasiones tuvo que fungir de mánager, psicólogo y
compinche de Mr. Say No More, sumado a que la característica de
fan influye también en la grandilocuencia de ciertos relatos. Si
bien es un poco complicado distinguir estos detalles puesto que
la vida alrededor de Charly en esta etapa tan caótica estuvo
llena de hechos por decir algo estrafalarios, es importante
resaltar la importancia de que el periodista pueda ser ese cable
a tierra en la narración para que las acciones conlleven el
establecimiento de matices y no un devenir continuo de
situaciones que por más locas que parezcan siguen hablando del
mismo tema.
Si utilicé el adjetivo escabroso para calificar un poco la
introducción a esos detalles, considero que, en este nuevo
punto, el término podría ser desequilibrado, puesto que para el
siguiente contraste basado en ejemplos para resaltar el papel de
quien escribe en este género, mencionaré a Enrique Symns. Yo
como seguidor de la obra de Álvaro Henríquez y Jorge González,
al leer lo que Symns escribía respecto a Los Tres y relatos
sueltos del texto no publicado sobre González, podía percatarme
que la palabra biografía muchas veces era solo empleada para dar
rienda suelta a narraciones de escenas llenas de ficciones
morbosas. Es importante darse cuenta de que más allá de caer en
un problema serio que es el poner a quien hace de cronista como
uno más de la banda o como una “estrella del rock”, se destaca
otro gran inconveniente, un estilo propio del periodismo
gonzo, querer influir en el ámbito de análisis, mezclar
opiniones con hechos reales, exaltar el papel de quien escribe
como algo esencial incluso determinante en pasajes de la vida de
los artistas.
Resulta tentador colocarse en esta postura de generar atracción
a través de este estilo, lo cual provoca una mezcla peligrosa
de ficciones puesto que si el relato sobre la banda puede estar
situado en el contexto de recuerdos que mienten un poco, tener
encima el problema de que el que escribe también le mete su
sazón de fantasía o delirios, el lector caerá en una espiral sin
fondo de múltiples relatos ficticios, es así que El Indio
Solari, en el tema “Héroe del whisky”, emblemática canción de
Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, tiene una letra que
grafica claramente el papel de Symns: “Bailará para la prensa/ y
dedicará/ el nuevo rock de las cavernas/ a su vanidad/ Un héroe
del Whisky más (el perro se hace notar)/ su truco le hace ganar
nenas bohemias”. Es importante que al momento de elegir un libro
de este género en cuestión analicemos el estilo que caracteriza
al autor para poder saber qué mundo vamos a afrontar.
Luego de hablar del desequilibrio del
estilo que toman algunos autores para plasmar biografías o
“conversaciones”, aprovecho para aterrizar en el otro lado de la
moneda, con el ejemplo de “Maldito sudaca: Conversaciones con
Jorge González” de Emiliano Aguayo, la continuación de estas
conversaciones se titula “Independencia Cultural”, lo acabo de
adquirir, así que no puedo hablar todavía de su contenido. Mi
reflexión final es sobre aspectos que se presentan en “Maldito
Sudaca”, nuevamente estamos ante la característica de que este
oficio lo emprenden principalmente periodistas.
Aguayo desarrolla un abordaje completo con
buenas introducciones a las distintas etapas musicales y
personales de González, un tono en el que si bien se puede notar
en ciertas partes la voz del admirador, situación muchas veces
inevitable, presenta que, en épocas turbias, conocidas muchas
veces por el público, el tono empleado para las preguntas y para
el desenvolvimiento del relato evita ahondar en detalles, igual
considero que es un buen documento que cumple además con otro
elemento: aportar con una revisión completa de la obra del
artista acompañada de fotos personales que enriquecen el
contenido.
Terminaré como empecé, haciendo uso de una
reflexión presente en el libro del Indio Solari, en el cual se
cita a
Salvador Dalí, y sirve muy bien para poder dar un cierre a este
particular abordaje de los libros biográficos o de
conversaciones con personajes del rock en español, Dalí dijo con
total acierto que: “La diferencia entre los recuerdos verdaderos
y los falsos es la misma que en materia de joyas: las falsas son
precisamente las que parecen más reales, las que brillan más”.
Jorge William Tigrero Vaca.
Ecuador. Escritor, periodista y docente.
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