B R A M   S T O K E R

E l   p a d r e   d e   D r á c u l a

 

 

¡Drácula! Tres sílabas inquietantes, cargadas de misterio, que hacen temblar al repetirlas. Drácula es el vampiro, el príncipe de las tinieblas, tal como ha sido inmortalizado en la pantalla por Christopher Lee. Drácula es la encarnación del mítico vampiro, la criatura universalmente conocida que bebe sangre de sus aterrorizadas víctimas. Evidentemente, en la pantalla, esas víctimas suelen ser con preferencia tiernas jovencitas.

 

Curiosamente, el creador de este personaje literario fuera de lo común resulta poco o nada conocido. Se trata de un Irlandés, Bram Stoker, que nació en 1847 en Dublín, en el seno de una familia de modestos empleados de oficina. Y como todo niño al que le hacen creer que tiene un hada protectora siempre a su costado, Bram Stoker al parecer no la tuvo hasta los ocho años, ya que se mantuvo en una lucha constante entre la vida y la muerte. Sólo su constitución de extraordinaria resistencia le salvo de las enfermedades que le asaltaron.

 

Mas adelante el joven Bram Stoker hizo un poco de todo: contable durante el día, por la noche se trasformaba en periodista o crítico teatral. De hecho, el teatro fue su pasión, y gracias a él hizo amistad con un hombre que le influyo de un momento decisivo: Henry Irving. En 1871, descubrió Carmilla, una obra de Sheridan Le Fanu, que en parte iba a inspirarle el personaje de Drácula.

 
 

 
 

 

 

La Inglaterra de finales de siglo era aficionada a lo extraño y a lo fantástico. Bram Stoker tuvo ocasión de encontrar, en los ambientes esotéricos, a algunas vampire personnlities, tiempos originales muy frecuentes en aquella época. Abundaban las sociedades de iniciados. Una de ellas, la Goleen Dawn (alba Dorada) le sedujo hasta tal punto que se hizo miembro de ella. Encontró allí a muchos escritores de literatura fantástica, tales como Arthur Machen, Algernon Blackwood, Sax Rohmer y William B. Yeats.

 

Aún hoy, se conocen mal las actividades reales de la Golden Dawn, aunque se sospecha la influencia considerable que esta sociedad secreta, mágica y neopagana ejerció en la literatura fantástica de la época. Y también en acontecimientos como la subida triunfal del nacionalsocialismo en Alemania. Una cosa es segura; en la Golden Dawn, sus afiliados se dedicaban mucho a las prácticas de magia y al ocultismo. Escrita en dicho período, la novela de Stoker reflejaba inevitablemente la influencia de las actividades de esta secta. Posteriormente, el autor pretendió haber tenido la inspiración durante una mala digestión.

 

Pero, lo que no cabe duda alguna es que Stoker se basó en un importante corpus de leyendas populares (sobre todo rumanas) y en turbadoras narraciones recogidas de las historias de vampiros. Al fin de cuentas, está demostrado que un tal Drácula, voivoda todopoderoso en la Valaquia del siglo XV, existió realmente. Según algunas fuentes, se habría llamado Vlad Drakul, y habría defendido valientemente Transilvania contra los moldavos y los turcos. No sin dejar de llevar acabo algunas crueldades muy conocidas y temidas en su época y que le habrían valido los sobrenombres de Drakul (diablo, en dialecto local) y de "el empalador".

 

Más tarde, el término de Drakul ha pasado a convertirse en sinónimo de espíritu maléfico, y posteriormente de vampiro. El nosferat es una variedad particular de Drakul, y Murnau se inspiró en estas mismas leyendas rumanas cuando llevó a la pantalla, bajo el título de Nosferatu, el Drácula de Bram Stoker. La lista de los diferentes nombres (moroiu, strigoiu, murony, priccolitch) que se han dado a los vampiros en las leyendas de toda Europa central es inacabable.

 

 

 
   

 

 

 Sobre estas líneas Christopher Lee, el insustituible Drácula de los filmes de Terence Fischer; y a la derecha, la más ilustre adaptación de su Drácula, Nosferatu, de W. Murnau (1922)

 
 

 

 

Aún así, Stoker no se limitó a repetirlas. Hizo innovaciones: su Drácula fue el primer vampiro que tuvo la capacidad de trasformarse en murciélago; también se debe a su pluma el que la cruz y el ajo sean los medios para protegerse contra los eres bebedores de sangre. Luego en cine seguiría abundando en estos temas, versión tras versión y acabaría de acuñar el mito de Drácula. A esto ha contribuido tanto la maestría de los directores; Murnau, Brownig, Fisher, Herzong, etc. Como los intérpretes que han sabido plasmarlo hasta caso identificarse con él: Bela Lugosi, Christopher Lee, Klaus Kinski, entre otros.

 

El mito de Drácula es uno de los más bellos de la literatura fantástica. Aparecida en 1897, la novela tuvo inmediatamente un gran éxito popular, por lo que su autor decidió dedicarse enteramente a la literatura.

 

Sin embargo, Bram Stoker no volvió a conseguir el estilo y la pureza de la primera novela. Pero podemos citar dos obras que enlazan con la línea de Drácula: La alhaja de las siete estrellas (historia de la resurrección de una reina de Egipto) y La guardia del gusano blanco (un gusano monstruoso sobrevive en los subterráneos de un castillo).

 

Debilitado por la enfermedad, que le atacó de nuevo después de algunos años de buena salud, se detalla que Bram Stoker puso fin a su vida en 1942, en medio de graves dificultades económicas.

 

 

 

Pero en estos tiempos aun nos preguntamos irresolutos: ¿Cuál fue su intención como escritor? ¿Quiso iniciar a sus lectores en algún gran mito, tal como él mismo había sido iniciado en el seno de la Golden Dawn? Sus obras han narrado siempre la eterna historia de la lucha entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas. Una lucha tan antigua como la vida y que nunca terminará: encarnación temible y horrible del mal, el conde Drácula sigue muriendo y resucitando. ¡Para terror y deleite nuestro!

 

 

 

 

 

Dos fotogramas del Nosferatu de Werner Herzog, con el actor Klaus Kinski.  Una soberbia interpretación del Drácula de Bram Stoker y un homenaje inequívoco al film expresionista de Murnau.

 
 

 

 
 

 


Extraído de Maestros de lo insólito, publicado en 1981 en el semanario Lo inexplicado.