P I S T A S   P A R A   L E E R   S O N I D O S   E R R A N T E S

D E   D A N I E L A   S O L


p o r   M i g u e l   M o r e n o   D u h a m e l

 

 

 

 

 

 

Daniela Soledad Ramírez Sepúlveda (Talca, 1983) es poeta y artesana.  De formación inicial pedagógica, actualmente es magister en estudios latinoamericanos por la Universidad Autónoma de México y doctorante e literatura hispanoamericana por la Universidasd de Alicante, España.

 

 


 

 

 

 

Al leer por tercera vez el libro de Daniela Sol, comencé a buscar y revisar las pistas que me llevaron a entender mejor su escritura.  Ya había pasado la impresión primera que surge cuando uno se acerca sin prejuicios a cualquier obra de arte.  Allí me encontré con el epígrafe que le da mucho sentido al libro, ópera prima de la autora, dice: "Escríbete, es necesario que tu cuerpo se deje oír" ( Hélène Cixous).

 

A mi parecer, la autora, muy sagazmente entrega el motor de este breve conjunto compuesto por 21 poemas.  "que el cuerpo se deje oír" como símbolo del Yo con toda la riqueza conceptual que conlleva identificar y exponer procesos, ideas, complejas figuras intelectuales, pero también contiene a la "vulgaridad biológica" de un ser  humano que se mueve y se enfrenta a cotidianidades como el roncar y no dejar dormir al otro o el no sentirse reconocido por lo que se está seguro de que se es.  El ejercicio del conocimiento personal, intelectual y espiritual se aprecia en todo el libro.

 

 

 

 

En el poema Partículas innecesarias la creadora nos muestra la incapacidad del academicismo de identificarla como una persona valiosa y distinta al resto, inundándola de los lastres que se adueñan de la lección de literatura, pero que son incapaces de detener la rebelión interior,  como sugiere el verso:

 

 

"Mi poética, profesores, es sólo

esta respiración,

en ese poder observar

con el otro ojo

el canto profundo de los días".

 

 

O en el texto Desapego/Apego/Ego/Go, donde trata, no sé si con éxito, alejarse del ego y de todas las trampas que nos pone en el camino.

 

 

"Cierro mis salados ojos.

Desaparezco al unísono

de toda esta constelación amarilla.

No soy nada".

 

 

Cabe comentar que la lucha contra el ego, según mi petulante Yo interior, va de la mano con el reconocer que la vida es un espacio que compartimos con otros, no somos tan diferentes del vecino y es necesario involucrarse con la comunidad.  Trabajo, riesgos, acumulación de experiencias, un gran cofre interior que llenar con tesoros apenas perceptibles.  Es de esperar que en el trayecto del camino podamos encontrar la voz de la profunda sencillez, encontrar a la verdadera palabra.

 

 

 

 

Se ve en la escritura de Daniela Sol la tradición literaria que afortunadamente habita este país, sus estudios y el reconocimiento del poema logra que cada uno de estos escritos sea agradable de leer.

 

Apreciamos citas a viejas leyendas o escritos bíblicos tal como la archiconocida historia de la mujer de Lot convertida en sal en el poema La estatua de sal cuya estrofa final me parece de las más interesantes del libro:

 

"Sí, me lo reiteraron

los maestros ascendidos:

No mires hacia el Sur,

pero en cámara lenta

volteo, desacelerando el

inminente y cruel pulso

de las respiraciones latentes.

 

Me paralizo.  Me cristalizo".

 

Para mí, el final de un poema es un aspecto muy importante, sobre todo en textos cortos como los que habitan este libro.  Un final debe cerrar el círculo de este tipo de obra, debe ser capaz de sintetizar la idea, de coronar el relato.

 

La autora ha sido ubicada en los territorios del surrealismo, quizás por sus cercanías con integrantes del grupo derrame o su amistad con Ludwig Zeller en México, sin embargo no lo creo así.  Sólo veo en sus textos tintes o pinceladas de este movimiento que se niega a morir y que está prolongado en generaciones, más que una pertenencia propiamente tal.  Las palabras se juntan dando nacimiento a  nuevos significados, en el poema a Zeller las vocales son "profundasnegrasincandescentes", todo junto, un solo calificativo; volvemos a encontrarlo en el verso "jugar al sueñovigildirigido", donde el  sueño se transforma casi en un misil.

 

Convengamos, también, que la disposición de las palabras, las ideas y formas que encontramos en estos poemas no son nuevos, ya se han practicado mucho décadas atrás, sobre todo durante las vanguardias, pero ¿qué cosa nueva, completamente nueva, podremos encontrar hoy por hoy en la literatura?, creo que nada.  Lo interesante es que Daniela Sol juega con la alquimia poética y logra una voz particular en Sonidos Errantes, una poética transhumante que viaja tanto por países, historias, recuerdos, leyendas.  Destaco hacia el final de estas palabras, el interesante Texto Remembranza dedicado a sus padres donde reconoce que la realidad más real es la soñada, que se vuelve a nacer bebiendo la leche tibia y que la alameda nómade que vomita flor de aromo retiene a una casa que ya no canta.

 

Interesante este libro de la autora, hay que esperar a ver como camina solo y esperar el advenimiento de nuevos textos, sabiendo que más difícil que publicar por primera vez es hacerlo por segunda, y a mí, me gustaría leer un segundo libro de Daniela Sol.

 


Miguel Moreno Duhamel, es poeta, músico y director de la revista virtual de literatura Lakúma-Pusáki.