Luisa Johnson y la Trascendencia:

Los que vendrán hablarán por ti.

Por María Teresa Pérez Domínguez.  Con archivos en Mp3.

 

El tiempo, ha transcurrido compulsivamente su voluntad en presencia de nosotros, los poetas.

 

No importa si las palabras cargan solas con el espíritu, muchas veces intransigente, de los sueños.  Podemos argumentar distancia, abandonarnos entre puntos suspensivos al silencio, reposar el alma en otras causas; pero una vez reconquistados los sentidos nada nos detiene, la poesía nos estremece...

 

Autora de dos libros de poesía, A Nivel de los Pájaros (1959) y Horario de un Caracol (1963).  Luisa Johnson, aún cuando dice desconocer su generación literaria es una de esas voces chilenas que responde a la memoria obligada de una constelación poética brillante; entre otras, Delia Domínguez, Stella Díaz Varín, Carmen Gaete confluyen en la palabra al  mismo tiempo que ella enseñaba a niños en la oficina salitrera de María Elena, donde situó su residencia durante unos años junto a su marido (profesor de música) y su hija.  Desde ahí, le envía cartas y poemas al poeta chileno Andrés Sabella, quien también, asumiendo el mismo rolo epistolar realiza trascendentales observaciones a su obra, publicándole al poco tiempo su primer libro en la revista "Hacia".  Lamentablemente, no hay cartas ni registro palpable de los poemas compilados en Antofagasta; salvo unos cuantos, los que por casualidad ha descubierto con real asombro durante la entrevista.

 

Posteriormente se viene a Santiago, trabaja como secretaria, obtiene el título de Bibliotecología y Documentación en el Pedagógico de la U. de Chile, trabaja por horas en el Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas; ya había publicado su segundo libro y así el dolor le pesa un poco menos a esta cálida mujer que obedece a la razón y a los sueños, separada del músico, motivada por el derecho a crearse una nueva vida, por su hija.

 

Comenzó escribiendo prosa y durante quince años lo hizo en la poesía con un talento que sólo hoy logra dimensionar tal como si de pronto analizara o leyera los poemas de alguien más.  Pero me cuesta seguirla, me muerde por dentro una clara descoordinación en las palabras.  Su mirada me acoge, tiene toda la intensidad de quien vive el paso de los días en plenitud.

 

No recuerda con precisión en cuantas antologías la han incluido.  Parte de sus libros están guardados en una casa que tuvo y no los ha trasladado nunca.  Sin embargo, hay una antología que a ella no deja de maravillarla.

 

Su emoción es única cuando abre un libro titulado Antología de Poetas Chilenas.  Confiscación y Silencio, de Eugenio Brito, publicado en Septiembre de 1998.  Las mejores 31 poetas del siglo XX.

 

Entonces doy un paso atrás en la conversación y le pregunto:

 

¿Cuándo y por qué comienza a escribir?

 

Yo nací en una familia donde había mucha gente muy brillante.  Cuando comencé a estudiar me costó mucho aprender a leer porque soy disléxica, pero en esa época nadie te diagnosticaba la dislexia.  Un día la profesora de castellano me pide escribir una versión en prosa del poema "La Higuera" de Juana de Ibarbourou.  Según ella esta versión resultó tan bien que la leyó en el curso, en varias partes, en el colegio, en fin; ahí me di cuenta que yo servía para algo y que servía para esto.

 

¿Por qué deja de escribir poesía?

 

Escribí poesía durante largo tiempo y de repente decidí, no sé...que la poesía en un cierto sentido es bastante egocéntrica, entonces quise salir de esto y me pareció que la narrativa era más abierta.  La poesía está muy centrada en uno; sin embargo, ahora, releyendo mi poesía, cuestión que por lo general no hago, me doy cuenta que tiene validez y que tiene algo mucho más amplio que el yo, porque es el yo de muchos y no sólo el mío.

 

Hay una historia particularmente hermosa sobre el cómo llegó a sus manos un libro de su autoría.  ¿Me puede contar esa anécdota?

 

Como yo soy bastante desarmada para todas mis cosas carezco de ejemplares de mis obras, incluso el último se lo presté a alguien y no me lo han devuelto.  Un día, un novio de mi hija, llegó con uno de mis libros y me dijo en la dedicatoria:  Resulta extraño regalarle su propio libro a un autor, pero aquí va este.  Y me lo entregó porque yo no tenía ninguno.  (Se refiere a Horario de un Caracol).

 

Otra cosa que me pasó fue cuando la Feria del libro se realizaba en el Parque Forestal.  A mí me dejaron a cargo del stand de la Sociedad de Escritores y entre esos libros estaba el mío; yo me distraje un momento, dejé abandonado mi puesto y cuando volví el único libro que se habían robado era el mío.  Me sentí premio Nóbel, absolutamente.

 

¿Cuánto le cuesta escribir?

 

Desgraciadamente yo no he escrito todo lo que habría gustado.  Me ha tocado enfrentar situaciones económicas difíciles y por los demás me cuesta mucho escribir.  Cuando lo hago, descubro que ese rincón está sucio, que hay una araña allá, etc.  Comienzo a descubrir las cosas que uno no ve en otro momento...empiezo a buscar disculpas, esa es la verdad porque a veces resulta difícil escribir.  Yo tuve una disciplina muy grande pero la he ido perdiendo, otras exigencias en mi vida me han comido la creatividad.

 

¿Es posible renunciar a ese impulso interior?

 

No, desde mi experiencia puedo decirte que quien escribe siempre está pensando.  Y lo hace en una forma distinta que otra gente y mirando también de una manera distinta.  La mirada del escritor es permanente aunque se pase mucho tiempo sin escribir.

 

¿Qué poetas resaltaría de su biblioteca personal?

Desde luego a Rilke, Pablo Neruda (sus Residencias).  César Vallejo me disloca.  También Ludwig Milosz, aunque debo decir que ahora lo he vuelto a leer y no me produjo la misma emoción de antes.  Gabriela Mistral, Gonzalo Rojas, Efraín Barquero, etc.

 

¿Y de los que aún no están en su biblioteca.  Mencionaría alguno?

 

Sí.  A Diego Maquieira.  A Carmen Ávalos que es de una profundidad increíble y, no sé, no se me viene otro nombre.

 

Presente y Futuro de la literatura femenina en Chile.

 

Yo creo afortunadamente que se está masificando el escribir, lo que me parece muy interesante.  Además ocurre que con la aparición de los talleres literarios se le están dando muchas posibilidades a las mujeres de escribir.  El crear en general, es de una soledad tremenda;  entonces, el hecho de tener a un auditorio cautivo como se da en los talleres hace crecer mucho al que escribe y a los otros también. Sí, hay mucho futuro y los talleres que se hacen en la mañana están llenos de mujeres.

 

¿Cuánto hay de pasado en la poesía del nuevo milenio?

 

Yo no creo que haya pasado.  Lo que pasa es que nosotros hemos tenido una pléyade de poetas que nos han marcado.  Nosotros somos el resultado de una cadena tremenda.  Ahí están nuestras influencias.  Es inevitable, pero en la medida que tratamos de decir las cosas de otra forma le damos una identidad a lo que se escribe.  El mismo Nicanor Parra, Pablo Neruda, Pablo de Rocka, Vicente Huidobro y en la época del '50 tenemos a Alberto Rubio quien trató de abrir otros campos.  El hizo una poesía extraña y muy distinta a lo que se pudiera haber esperado en esos años.  Sin embargo, nunca pudo sobrepasar a uno de sus libros La Greda Vasija.

 

Se dice que la gente no lee poesía.  Entonces, ¿por qué siguen habiendo tantos poetas?

 

Uno no escribe para que lo lean.  Aquel que escribe lo hace porque es una necesidad hacerlo.  El crear está relacionado sólo conmigo.  Luego, quisiéramos ser leídos, no con el fin o el afán de vanagloriarse sino de compartir para huir de esta soledad que es la creación.

 

¿Cómo se descubren los buenos poetas?

 

¡Uy, que difícil!.  Yo creo que es cuando te hacen vibrar, cuando te hacen sentir, desde luego, cuando las emociones no están dadas de una forma rebuscada, sino más bien entregadas así como se da un bofetón, una caricia o una carcajada.  Es la emoción que nos produce, porque no hay tal vez un abuso de metáforas en su estructura.  No sé, pero se sabe.

 

¿Qué impresión le han dado las nuevas generaciones de escritores teniendo como referencia las últimas obras inéditas que ha leído?

 

En realidad, no fue mucho lo que leí entre poesía, cuento y novela.  Pero podría resumir diciendo que, como en toda la literatura hay cosas buenas y malas.  Así también es muy difícil que el autor sepa la calidad de lo que está haciendo.  Hay gente, y eso me llama la atención, que a pesar de ser rechazados se mantienen.  Tienen fe en su trabajo.  Eso lo encuentro maravilloso.

¿Qué grado de emocionalidad y/o racionalidad hay en lo que escribe?

Mira...Sabe uno con exactitud cuánta emocionalidad o cuánta racionalidad le pone a la vida.  Difícil saberlo.  Se puede decir que hay racionalidad cuando se corrige.  Pero al escribir están presentes 

ambas cosas, como en la vida.  Eso sí, ¡cuidado!, a veces se mata algo por hacer excesivas correcciones.  Es difícil saber, la autocrítica nos juega malas pasadas.

 

¿Contra qué fantasma no puede enfrentarse el escritor en el proceso creativo?

 

Que sus expectativas con respecto a lo que está haciendo sea mayor y más grande que el mismo resultado.  Ese es un fantasma que cuando se tienen muchas expectativas te está mordiendo la creatividad.

 

Desde su perspectiva, ¿todo tiempo pasado fue mejor?

 

No. Todos los tiempos son buenos.  Nosotros somos el resultado de todas nuestras etapas, por buenas o malas que estas hayan sido.  Todas son necesarias para enfrentarnos a la vida como seres íntegros.  El pasado nos revela lo que hemos llegado a ser.

 

Si yo le pido irnos a su esencia como ser humano, qué diría de las siguientes palabras:

 

Tiempo :  Angustia.
Sueños :  Me habría muerto sin ellos.
Amor :  Necesario. Imprescindible.
Dios :  De igual modo.
Muerte :  Ineludible.

 

¿Y quién es Luisa Johnson?

 

A ver, que difícil.  Es una mujer que ha vivido bastante.  Que le ha tocado vivir o pasar muchas cosas y si hay algo que la ha mantenido viva es el humor.  Una herencia de familia que realmente siempre la ha aplicado en situaciones complicadas con muy buenos resultados.

 

Otra cosa, yo soy una persona que nació para la reflexión y que por alguna extraña equivocación me pusieron en un mundo distinto a lo que soy.  Me gusta sentarme a pensar, a comentarme a mi misma ciertas cosas...

 

¿Qué le diría a los lectores de la revista Lakúma-Pusáki?

 

¡Uy!.  Que lean mucho.  Que siempre se están descubriendo mundos a través de la lectura y que siempre se están descubriendo mundos dentro de uno mismo.  Eso es lo interesante...cómo te despierta.

 

 

FICHA:  Luisa Johnson Edwards.

 

PANORAMA FAVORITO : Le encanta estar en su casa.
DESEO CUMPLIDO : En un cierto sentido es toda su vida. Todavía le quedan cosas por hacer.

FRUSTRACIONES

: Muchas, son tantas.  Una bastante seria, el quiebre en su matrimonio, aunque confiesa ser algo más bien doloroso.
SUS MEJORES AÑOS

: Sin duda, cada etapa en la vida tiene su gracia, su belleza.  Por suerte las ha

 vivido todas hasta el fondo.

ÚLTIMO VICIO : No considera vicio ninguna de las cosas en su vida.  Cree que ha tenido pura vida, no vicios.
VIVIR SOLA : Es su mayor placer.  Le permite darse libertad para la reflexión.

SE DEDICA

 

 

 

 

 

: A realizar talleres literarios en su casa.

Da clases en la Universidad Académica de Humanismo Cristiano; es parte de una cátedra sobre derechos humanos.

En el I.N.P realiza clases relacionadas con el envejecimiento (se ríe).

Por años integra un taller de narrativa.  Hoy por hoy, escribe cuento, prosa y ensayo.

También se preocupa siempre por su hija y los nietos.

 

PREMIOS:

 

En 1963 con su libro Horario de un Caracol, obtiene una mención honrosa en el II Concurso Nacional de Cuento y Poesía. ATENEO de San Bernardo.

 

Hace dos años en una feria de libros viejos que se realiza en la Universidad Mayor, recibe un galardón por la labor cumplida y el valioso aporte a la literatura chilena.  Ese mismo año recibe también dicho galardón Stella Díaz Varín.

 

Como dato curioso cabe mencionar que, colgado se haya sobre una muy distraída pared un dibujo de Delia del Carril (La Hormiguita).  Único premio que se ha ganado en un concurso, 1963.

 

ÚLTIMA PUBLICACIÓN:

 

De Enterezas y Vulnerabilidades.  1973-2003.  Hablan los Mayores.  En co-autoría con Eliana Brotman.

 

Treinta años de olvidar recordando un golpe militar que se llevó de golpe una utopía y nos dejó a cambio, un duelo permanente en la razón y el corazón de Chile.

 

 

ALGUNOS POEMAS DE LUISA JOHNSON

 

HORAS

 

Quizá ya sea tiempo

de acordarse de la tarde.

 

Ya debe ser hora

de cerrar postigos

y encender una luz

disimulada en la casa,

y achicar el juego de los niños

bajo algún alero.

 

Es hora de enternecerse

sobre la última cebolla del día

teñida de arreboles

y repartir fragancias en la casa

dando a la sopa ese olor atardecido.

 

Cuando callan los pájaros bueno sería detener

el tumulto interminable de nuestro corazón,

estar alertas

al juego del viento en las cortinas

transformándolas en compañeras.

 

porque ante tanta distracción

¿qué ojos guardamos para palpar

el momento en que se va el sol?

 

 

 

NIÑA

 

A mi hija Claudia.

 

Lloraste en el rincón oscuro

y las lágrimas te hicieron más pequeña,

apenas un montón de humo.

Sin querer, en juegos,

tu pie aplastó una mariposa nocturna

encerrada en su noche

sobre la baldosa negra.

Consuelo no hubo

para alcanzar la totalidad

de esa pena.

Al fin callaste.

Sin embargo, quedó fresca

una partícula de daño

que en sueños te hizo gemir

como perro acorralado.

 

 

EXISTIR

 

Tu casa se ilumina.

También se llena de sol la calle

convirtiéndose en un corredor de juegos.

El día reparte zumbidos y abejorros,

olorosas flores del aire.

 

Nosotros, en el banco de tu plaza

recibimos la fiesta de esta hora

y al mirarnos somos un augurio más

de la prolongación inacabable de los días.