C A R L   M I L L E S

M A E S T R O   D E   L A   F O R M A


p o r   G ö r a n   S ö d e r l u n d

   

 

 

La originalidad de Carl Milles como escultor se caracteriza por una quasi insólita versatilidad.  Receptivo en extremo de frente a las sugerencias más diversas, buscó una continua renovación del propio arte.  La escultura clásica y los maestros de Oriente fueron para él importantes fuentes de inspiración; al mismo tiempo, buscó sus raíces en una antigua tradición escultórica sueca que se remonta a la Edad Media.  Dos componentes importantes de su arte son la fantasía y los elementos de la fábula; fantasía que lo ayudó a encontrar soluciones poco convencionales, en ocasiones sorprendentes, a los problemas escultóricos.

 

Las dimensiones artesanales del trabajo fueron elementos que no quiso descuidar, y aprendió muy pronto a respetar la estructura interna de los materiales utilizados.  Carl Milles era un escultor que provocaba el diálogo entre la forma y el color en un modo tan decorativo como rico de efectos.  Poseía además la capacidad de expresar, en el acto de crear, las propias experiencias vividas y sus pensamientos.

 

DESCRIPCIONES REALISTAS DE VIDA POPULAR

 

Un periodo muy interesante –y en parte poco estudiado-de la vida de Carl Milles está constituido por los años transcurridos en París, en el inicio de su carrera artística.  En 1897, a la edad de 21 años, dejó atrás Estocolmo y los estudios en el Politécnico para buscar su propio camino en “la Meca del arte”.  En París estudió anatomía en la Escuela de Bellas Artes y, poco después, entró en contacto con el famoso escultor francés Auguste Rodin, cuyo arte ejerce inicialmente sobre él una importante influencia.  Los años de aprendizaje en París habrían formado a Milles como hombre y como artista.

 

El periodo parisino se refleja de modo interesante en gran parte de sus pequeñas esculturas.  Los motivos que el artista privilegia en estos trabajos fueron prevalentemente descripciones realistas de la vida cotidiana popular.  Se trata de gente pobre de la calle, representada en su pathos social, que viene a nuestro encuentro a través de estas esculturas.  Otros temas que el artista explotó intensamente fueron el baile y el movimiento.  Por citar alguna, la obra Danzarina sinuosa es una escena de danza inspirada en la bailarina norteamericana Loie Fuller.

 

Por un tiempo, el joven escultor realizó estudios en la sección zoológica del Jardín des Plantes, mismos que desembocaron en una serie de esculturas de animales concebidas de manera realista.  Bisontes y Juegos de elefantes son dos ejemplos representativos de tales estudios.

 

En el otoño de 1903 Milles emprende, en compañía de su novia y futura esposa, la retratista austriaca Olga Granner, un viaje a Holanda.  Durante la estancia en las tierras bajas holandesas, cerca de la costa, su producción de pequeñas esculturas conoce un nuevo florecimiento.  Se sentía a sus anchas inmerso en la pintoresca vida pueblerina, y el ambiente campesino le ofreció preciosos motivos.

 

1904, año de estudio en Munich, Alemania, fue decisivo para su evolución; aquí recibió fuertes influencias del escultor Adolf von Hildebrand, cuyo arte macizo y de gran disciplina marcaba la escuela alemana de aquel tiempo.

 

Todo cuanto Milles vio y aprendió en Munich, inspiró la elaboración de su propuesta en El monumento a Sten Sture, un encargo que el escultor obtuvo después de muchas controversias y que habría significado su afirmación definitiva en Suecia.  Carl Milles se casó en 1905 con Olga Granner, en la ciudad natal de ésta, Graz.  El año siguiente la pareja se estableció en Estocolmo; Milles adquirió un terreno sobre la isla de Lidingö, en los suburbios de la ciudad, donde, en 1908, mandó construir una vivienda y un taller.  En los años subsecuentes, Milles estuvo totalmente absorto por los trabajos que le eran comisionados de diversas partes.  Entre los encargos de mayor importancia se encontraba La estatua de Gustavo Vasa para el Museo Nórdico de Estocolmo.

 

Como consecuencia de una grave enfermedad pulmonar, el artista debió interrumpir todos los trabajos y pasar un año de convalecencia en el norte de Italia y Suiza.  Transcurrió un periodo en Garmisch, donde surgió el primer boceto de Las alas (llamado también Joven con águila).  Las alas representa un águila que, agachándose, envuelve a un adolescente entre sus fuertes alas.  La posición arrodillada del joven recuerda la famosa escultura de Rodin: El hijo perdido; además, es posible que el motivo haya sido inspirado por antiguas representaciones de Ganímedes.  En adelante, las águilas son un tema recurrente en la producción de Milles; entre otros, el monumento El arquero y El monumento al aviador, ambos en Estocolmo, sin olvidar Águila sobre esfera.

 

Durante sus viajes y sus estancias en el extranjero, Milles tuvo numerosas oportunidades de estudiar arte antiguo.  Como verdadero omnívoro, extrajo inspiración del arte de épocas diversas.  En el transcurso del periodo de estudio en París se dedicó asiduamente al conocimiento de los museos y pasó largas horas en la sección de escultura del Louvre.  “Ahí, no dibujaba casi nada.  Sin embargo, verificaba atentamente la composición de las estatuas, imprimiendo en mi memoria la relación que corría entre las líneas y las formas.  Al mismo tiempo, movía involuntariamente los dedos como si las estuviera copiando.  De este modo aprendí de memoria todo el arte egipcio y griego”.  Son palabras de Milles, extraídas de una conversación entre el artista y su amigo íntimo Sixten Strömbom.

 

Entre 1910 y 1920 ejecutó diversas esculturas de bailarinas, en las cuales el arte antiguo juega un papel importante.  Ménade danzante es una de éstas donde el tema central es el movimiento etéreo.

 

 

 
 
 

Las alas

 

Ménade danzante

 

Bailarina con trenzas

 

 

 
 

 

 

MAESTRO DE LAS FUENTES

 

Carl Milles es sobre todo un maestro de las fuentes.  Las primeras creaciones de este género que salieron de su taller de Lidingö tuvieron su origen alrededor de 1917.  Además de Esplendor solar, fueron ejecutadas en este periodo La pequeña náyade y El pequeño tritón, dos fuentes que se encuentran en Millesgarden, la casa-museo de Lidingö con un enorme jardín anexo.  En la medida en la que el arte de Milles se orienta hacia la ejecución de fuentes.  Sus pesadas formas se aligeran y nacen las primeras figuras etéreas.  Esplendor solar es precisamente una de las esculturas preferidas del artista.  Las aletas del delfín y los adornos de la náyade forman ornamentos decorativos que ondean en el viento.

 

Los años veinte fueron un periodo particularmente activo en la vida de Milles, pletórico de trabajo y viajes.  Obtuvo diversos encargos importantes y ejecutó fuentes y monumentos en ciudades suecas.  Al mismo tiempo, enseñó técnica de modelado en la Real Academia de Bellas Artes de Estocolmo.

 

Importantes reestructuraciones tuvieron lugar en la residencia del artista en Lidingö, a las que se sumaron nuevos edificios.  Fueron construidas flamantes terrazas y no se escatimaron esfuerzos para embellecer aquel lugar que se convertiría más tarde en el Millesgarden de todo el pueblo sueco.

 

UN APOLO NÓRDICO Y EL IDEAL DE ANTIGÜEDAD

 

Los años veinte son la década del clasicismo, y Carl Milles fue uno de los representantes más notorios de tal orientación estilística.  Lo vemos claramente en El cantante del sol.  Fue en 1919 cuando Milles obtiene de la Academia Sueca el encargo de ejecutar un monumento a la memoria del poeta Esaias Tegnér, que debía ser colocado en el Strömparterr, en el centro de Estocolmo.  Desde las fases iniciales el artista renunció a la idea de ejecutar un retrato realista de Tegnér.  En cambio, se dejó inspirar por el ideal de la antigüedad, realizando un Apolo nórdico, para simbolizar la adoración de la luz presente en la poesía tegnériana.  EWl punto de referencia del monumento a Tegnér fue el Canto al sol del poeta, una inspiración que aportó al escultor su amigo Verner von Heidenstam.

 

Carl Milles admiraba a Bernini, escultor barroco oriundo de Roma, en quien probablemente se inspira para imprimir una mayor pasión a la ejecución de sus fuentes.  La primera gran fuente de Milles fue inaugurada en 1926 en Halmstad, sobre la costa occidental de Suecia.  Se trataba de Europa y el toro.  La obra tuvo una larga gestación, ya que mantuvo ocupado a Milles por varios años.  Un interesante estudio en yeso muestra como, inicialmente, el artista pretendió colocar cerca del toro numerosas figuras.  Con el tiempo, el número de los personajes disminuyó, hasta llegar a la solitaria figura femenina, vaga y etérea: entre fuerza masculina y gracia femenina.  Juntas, ambas fuentes forman un grupo decorativo con un estilo que evidencia tendencias estéticas de la antigüedad.

 

EL FOLKE FILBYTER ENVUELTO EN EL MITO

 

Carl Milles se inspiraba frecuentemente en la literatura para realizar las figuras de carácter histórico.  Esto vale también para Folke Filbyter, que es un bosquejo del personaje central de La fuente de Folkunga, en Linköping inaugurada en 1927.  Folke Filbyter es una de las figuras más citadas del mito del medievo sueco.  Fue un jefe poderoso, antecesor de la estirpe de los Folkunga.  Cuando su nieto fue raptado por los monjes, Folke partió de su casa a caballo, e incansable se dio a la búsqueda de su hijo.  La composición se caracteriza por el movimiento que nace cuando caballo y caballero oscilan cvada uno por su parte.  Se puede oncervar esta figura del caballero desde cualquier ángulo y, sin embargo, reconocer cada vez la misma concentración formal, originada por un movimiento de extrema tensión.

 

 

 
 
 

El cantante del sol

 

Folke Filbyter

 
 
 

 

 

ENCARGOS MONUMENTALES EN ESTADOS UNIDOS

 

En 1931 Carl y Olga se trasladaron a Estados Unidos, donde vivieron veinte años.  Durante cvasi todo este periodo, Milles dirigió la sección de esculturas de la Cranbrook Academy of Art en las cercanías de Detroit, Michigan.  En esta escuela tenía acceso a un gran taller donde podía trabajar en los modelos de las obras monumentales que se le comisionaban.

 

Uno de los primeros grandes trabajos fue La fuente de Orfeo para la Konserthus, la Sala de Conciertos de Estocolmo, inaugurada en 1936.  El gigantesco personaje de Orfeo toca la lira, circundado por ocho figuras colocadas en círculo debajo de él.  Éstas poseen la expresión etérea característica de la producción del escultor.  Uno de los encargos más complejos que Milles obtuvo en Estados Unidos fue La fuente de la Resurrección, en las inmediaciones de Washington, D.C.  La obra comprende no menos de treinta figuras humanas de diferentes edades.  El tema desarrollado por el artista para esta fuente es la reunificación de parientes y amigos íntimos después de la muerte.  Muchos de los personajes son retratos de personas que Milles encontró a lo largo de su vida y que en aquel tiempo habían fallecido.  En la Fuente de la Resurrección, Milles reúne a todos los personajes para formar parte de una comunidad nueva.  Sus dos hermanas, quienes aún jóvenes murieron ahogadas, aparecen también aquí.  Para Milles, la idea de que la vida pudiera proseguir de una forma u otra después de la muerte no era extraña.  Así se expresó en una ocasión, entre serio y bromista, durante una entrevista para un diario:

 

“En la vida futura comenzaré a reposar, porque quiero convertirme en una ninfa flotante sobre las aguas del lago Hacka, en la región de Uppland, donde aves, golondrinas y libélulas sobrevuelan las rocas de granito, con el tupido bosque por un lado y el terreno desnudo por el otro, y algún pino enano desperdigado entre los peñascos”.  También las esculturas A un lado del mundo y Ángel con muchacha de rodillas estaban destinadas a formar parte de La fuente de la Resurrección, pero no fueron incluidas jamás en la versión definitiva del monumento, inaugurado en 1952.  Los ángeles músicos son cinco y constituyen los bocetos de los ángeles ejecutados en Estados Unidos, mismos que ornamentaron frecuentemente las fuentes ahí realizadas.  En El monumento de San Martín en Kansas City, aparece un ángel que toca la flauta y que sobrevuela mucho más alto que los restantes personajes de la fuente.

 

LA MANO DE DIOS

 

Después de 1951, los Milles se trasladaron nuevamente a Europa, permaneciendo durante el invierno en Roma, donde el artista pudo utilizar un taller de la Academia Americana.  Una de las obras ejecutadas en el taller romano fue La mano de Dios, que es absolutamente una de las más notables del artista.  En su versión monumental, La mano de Dios se encuentra en diversas partes del mundo.  “La idea de esta escultura me llegó en sueños.  La dibujé a la mañana siguiente, la olvidé, y más adelante encontré el dibujo y nació en mí el interés por realizar la idea a gran escala”, reveló Milles en el discurso que sostuvo para la inauguración de la escultura en 1954 en Eskiltuna, pequeño poblado al suroeste de Estocolmo.

 

La mano de Dios fue concebida para ser contemplada al aire libre: una silueta que se clava hacia el cielo.  La figura humana colocada en la mano abierta aparenta curiosidad por conocer todo lo que existe de inexplicable en el universo.  Es frecuente la pregunta de si Milles habría querido transmitir un mensaje particular con La mano de Dios.  Pero no es así, dado que en alguna ocasión parece haber respondido: “Dios Padre dijo al joven: ¡Mira a tu alrededor en el mundo y, después, haz de tu vida algo bueno!”.

 

Las preguntas existenciales influyeron sobremanera en la actividad creadora de Milles.  En numerosas cartas y declaraciones, expresó su reverencia de frente a la vida y el universo.  En una ocasión, durante un discurso a los estudiantes de Cranbrook, afirmó: “¿Por qué existimos? ¿Qué son las cualidades y el talento? ¿Quién ha dado la genialidad aun a  los primitivos? ¿Qué nos sucede al morir? ¿De dónde venimos?  Ahora que soy viejo, sé que ninguno puede responder y que nadie podrá hacerlo jamás.  No tenemos la posibilidad.  No contamos con los medios.  Como artista me pregunto con frecuencia: ¿Por qué tal anhelo hacia el arte, a la escultura, a la pintura, a la música, a la arquitectura, a la literatura? ¿Por qué nos atrae la belleza en todas sus manifestaciones?  Los filósofos buscan dar una explicación pero, en cierto punto, sus posibilidades se agotan; es como el árbol que no puede crecer más allá de una altura determinada.  Esto vale para todos: animales, insectos, flores y nosotros mismos”.  Estas son las preguntas vitales que se encuentran en la base de una obra como La mano de Dios y que quedan plasmadas también en los dibujos realizados por el artista en el otoño de su vida.

 

 

 
 
 

Muchacha arrodillada

 

La mano de Dios

 

Princesa patinando sobre el hielo