G A N A D O R   D E   C A B A L L O   F U R I O S O

Q U E J U M B R E S   Y   R E S E N T I M I E N T O S


 

 

 

 

Arturo Ruiz Ortega, con su trabajo "Quejumbres y resentimientos",  es el ganador del concurso de poesía "Caballo Furioso" impulsado por Revista Virtual de Literatura "Lakúma-Pusáki" y Editorial la "Polla Literaria".

 

Arturo nació el 18 de noviembre de 1970, es licenciado en Filosofía de la Universidad de Chile y Master of Fine Arts en Escritura Creativa de American University, en Washington DC. Destacan en sus publicaciones literarias la rutina "Allende Ghost" de Juan Carlos "palta" Meléndez en el Festival de Viña 2007 y la novela "Los Pájaros Negros" publicada por RIL Editores en 2010. Es además el autor y la voz del podcast Con Colores Propios que ya no hace, porque las ideas cómicas que usaba ahora las vende, pero todavía pueden escucharse los capítulos antiguos en su web personal y youtube. Recientemente lanzó el "Breviario de la Derecha" que es una especie de "Manifiesto del Partido Comunista", pero de derecha y una parodia, aunque lamentablemente no un chiste.  Actualmente trabaja en proyectos teatrales o algo parecido, su web es  http://arturoruiz.net

 


 

 

 

De su trabajo, escribió parte del jurado algunas divagaciones:

 

Eugenio Bastías Canturias, cronista, músico y miembro de la Sociedad Chilena de Historia y Geografía.

 


 

Breves Comentarios Reales a "Quejumbres y Resentimientos.

Poemas sin fines de lucro desde el descenso social", escrito por Arturo Ruiz.

 

El autor abre el libro, su "trabajo", "labor penosa, pero lucrativa" en términos económicos como él lo llama, con unas advertencias varias, la principal y que nos identifica a todos quienes "trabajamos" (por darle nombre elegante a un atado de obsesiones) en esto de buscar el cuesco a la breva:

 

"no son más que los delirios de un hombre en extremo

perezoso, inadaptado, y súper superficial;

un hombre que ha malgastado toda su existencia

en labores de escaso valor productivo,

que ha invertido tremendas cantidades de esfuerzo

y toda su pobre porción de ingenio en buscarle

el cuesco a la breva o la quinta pata al gato;"

 

Esto ya nos sugiere una influencia cervantesca del aquijotado que reconoce su falta de "éxito" desde el principio. Y la carencia de "éxito" para el chileno que sembró la dictadura y que tenemos que cosechar hoy, es peor que la muerte. Y sigue en cierta tradición de la literatura hispanoamericana, más exactamente en la llamada vertiente oral de ella, abriendo sus "trabajos" con unas décimas espinelas, que si llevaran el encabezamiento de una cuarteta, siendo ésta glosada en cada una de las cuatro estrofas siguientes, y acabado el "verso" con una décima de despedida, ya podría reconocérsele pleno valor tradicional y patrimonial chileno. Y esa tradición no se trata de asimilarla a una actitud anquilosada en el pasado, sino que, por el contrario, desde el inicio de su libro, Ruiz se muestra transparente, ágil, actual y diverso en sus medios expresivos. Coloca un verso libre, junto a una décima y al viejo soneto restaurado, todo acoplado a un discurso sarcástico, directo, muy actual, descreído y casi en consonancia con los pies que han marchado porfiadamente por nuestras anchas alamedas estos últimos dos años. A ese oficio que llamamos poesía y al oficiante, poeta, o como se llamen ambos lugares comunes o corrientes, le han sucedido vertiginosos y espasmódicos cambios. Sin salir de nuestro continente, los ejemplos son muchos, y quedemos en la generalidad no más, sin especificar los ejemplos de esos cambios, ya que comentamos el trabajo de un poeta desde un país que se enorgullece –eso sí, cuando le conviene no más- de haber engendrado dos Premio Nobel en el área.

 

Ruiz juega desde diversos metros o sin ellos, pero no deja de dar su mirada del hoy, en una versión de la actualidad que fácilmente, en demasiados casos, se cae al zanjón del panfleto. Pero ahí está la libertad del creador que no es atrapado por ninguna capilla. ¡Vaya que ya no es tiempo de ninguna militancia! Y de eso mucho nos muestra Ruiz. No se adscribe a una forma y sólo es fiel a un cierto estado picaresco, en el sentido que se puede encontrar en el género literario bajo ese rótulo, aunque dicho estado no lo exonera de estar comprometido con un todo social, con un estado de cosas extra-sistema, que va en ruta de institucionalizarse si llegan a sentarse algunos de sus líderes en los incómodos escaños parlamentarios, camino plagado de espinas, que muy bien se cruzan con buena dieta parlamentaria.

 

El dominio del idioma y la claridad de su expresión nos invita a leerlo, casi digo a escucharlo por su cercanía con la oralidad, como atrapados por un buen cuentacuentos que retrata el estado actual de su ser a través del sentir social del Chile actual, que ya no es la anatomía de un mito, como planteaba el sociólogo Moulián en los años noventa, sino que es el escenario que está a punto de reventar para transformarse en otra cosa. Aunque, valga aclarar, ese "a punto de" no garantiza que el final sea el descrito, por eso se agradece el sarcasmo y la actitud incrédula cuando se mira el marcador de un partido, en la azarosa cancha de la política, donde uno de los contendores tiene el poder efectivo (el de las armas y el del dinero) y el otro el "querer poder" cambiar su destino.

 

Y luego de haber destacado la actitud, la diversidad formal, el dominio del idioma, su intransigente actualidad, la transparente apariencia de su mensaje –lo que se logra, a no dudarlo, con años de oficio modelando la arcilla de las palabras- me quedo con esa actitud de fondo, honesta y gozadora, además de sencilla, una vuelta al origen –"¡y llamarlo casa!", como añadiría el gran Fernando Alegría- después de la mucha estridencia y efectos pirotécnicos del siglo XX chileno, en cuanto a poesía se refiere. Eso se ve, como en tantos pasajes de la obra de Ruiz, en los siguientes:

 

"Me gustan antros sinceros de verdad,

no me gusta que me vendan simulacros

¡ya no hay noches que pueda desperdiciar!"

 


 

Por su parte, el más escueto Gustavo Bernal, escritor y editor de la "Polla Literaria", nos informa:

 

"Al comenzar con este poeta te topas de frentón con su genialidad explosiva. Su poesía está mezclada con irreverencia y altas dosis de  sarcasmo; eso es lo que encontraremos en esta recopilación que ha hecho Arturo Ruiz Ortega, poeta, podcaster y escritor chileno para nuestro concurso. Hemos premiado, sin duda, la genialidad, la locura, las ganas de decir todo sin querer decir nada. Ese contrasentido es esencial. Ruiz es una máquina de hacer poemas. Es más, ninguno de los demás que dirimimos sobre los poemas conocíamos a los concursantes, y cuando nos juntamos a decidir, teníamos al menos un par de ganadores. Entonces concluimos que lo que debíamos hacer era ver nuestras coincidencias, y como espero entiendan, coincidimos en Ruiz Ortega. Sin saber más de él que como llegaron los otros 156 poetas concursantes. Ahora nos enteramos de su historia, de sus libros, de su seudo-fama. Entonces no estuvimos tan mal. Escogimos a un buen poeta."

 


 

Finalmente, Miguel Moreno Duhamel, poeta marciano y director de esta revista virtual expele desde su cansado cuerpo extraterrícola:

 

"Debo decir, que "Quejumbres y resentimientos" no era mi trabajo favorito, no obstante estaba muy cercano a mi elección.  A diferencia del amigo Bastías, considero que los "efectos pirotécnicos", como él los llama, son parte inherente de la poesía desde siempre (más desde mediados del siglo XIX hasta nuestros días), ya que la poesía es completamente libre, irreverente, salvaje e indomable (referencia ineludible a un caballo furioso).  Veo bastante de esto en el lenguaje de Arturo Ruiz.  Sus versos están emparentados con la antipoesía parriana, muchos de ellos viven en ella; y otros se sueltan las amarras y van a dar al universo de los poetas populares, a las décimas cultivadas con maestría por el mismo Nicanor y otros miembros de aquella familia en vendimia.  Hay un soneto, que me pareció tan lúdico y fluido como los de Francisco Quevedo, aquel de "Puto es el hombre que de putas fía", me refiero a "Soneto funcional": "Odio a los funcionarios funcionales / a este sistema en todas sus funciones / que funcionan para hacer tantos males / en tantas funcionales expresiones".

 

La poesía que nos envió Arturo Ruiz es ecléctica como nuestros tiempos; es un reflejo de lo que ve en lenguaje cercano; se pasea por varias escuelas literarias y casi siempre su tono es irónico, la sonrisa nos espera a la vuelta del verso.  Lo que más me llamó la atención de estas "quejumbres" es la naturalidad del lenguaje.  Ruiz es un buen poeta que maneja bien su oficio, que es capaz de viajar desde breves estrofas de ideas claras hasta poemas que llenan la hoja de intricados juegos de palabras que al final no dicen nada".

 

 

 

Algunos poemas de

"Quejumbres y Resentimientos"


 

 

 

 

Advertencia

 

Los trabajos contenidos en este trabajo

realmente no constituyen un verdadero

trabajo en el sentido estricto de la palabra

‘trabajo,’ esto es una labor penosa, pero

lucrativa en términos de mera economía.

Valgan esta y toda necesaria redundancia.

Los irónicamente así llamados “trabajos”

que forman parte de este así llamado volumen

no son más que los delirios de un hombre en extremo

perezoso, inadaptado, y súper superficial;

un hombre que ha malgastado toda su existencia

en labores de escaso valor productivo,

que ha invertido tremendas cantidades de esfuerzo

y toda su pobre porción de ingenio en buscarle

el cuesco a la breva o la quinta pata al gato;

un hombre que aún antes de poder haber pensado

en alguna forma práctica de financiarse

esas modestas necesidades materiales,

puso adelante sus desmesurados caprichos

individualistas, diletantes sin valor

ni estético, ni monetario, ni intelectual.

No contento con ello, se atreve a presentar

el producto de sus cavilaciones vacías

en este así llamado volumen, como sí

fueran un legítimo trabajo intelectual

que hubiera develado algún misterio

del corazón, la existencia, o nuestra relación

con las cosas que componen el llamado mundo.

Aplaudamos sin embargo la desfachatez,

la candidez y las agallas, porque las tiene;

aplaudamos también la contumaz rebeldía,

que en algunos mercados vale algo todavía,

pero sobre todo aplaudamos el gran absurdo

que nos refleja a todos nosotros por igual

y que este autor se ha atrevido a llevar a sus límites,

así haya sido más que por que la caprichosa

voluntad del destino no le dio más remedio.

 


 

Décimas de los fondos concursables

 

Está claro que la causa del exceso

de poetas que aflige a nuestra nación

se debe a que los impulsos de creación,

encuentran un muy económico acceso

a las simples herramientas del proceso,

como son sus sueños, lápiz y papel

¡y todo puede aguantarlo el buen papel!

Surgen así tomos de cursilerías,

frases que venden como filosofía

y poemas que no son más que oropel.

 

Todo esto con honrosas excepciones,

entre las que no está el autor de estas décimas

quien también se vio obligado por paupérrimas,

muy lamentables y duras condiciones

a realizar este tipo de creaciones,

que son mas bien propias del proletariado

que de un hijo de familia de abogados,

que son gente de sana mediocridad,

patriotismo y común moralidad

y supongo que han de estar avergonzados.

 

Es más propio de las clases dominantes

el que torturen al resto de la gente

con trabajos como cine independiente,

artes visuales de una fealdad flagrante,

todo esto con presupuestos gigantes,

propios de ese uno por ciento que es el dueño

de casi toda la riqueza y los sueños

que pueden ser transformados en proyectos

en vez del destino común y abyecto

de quedarse para siempre en mero ensueño.

 

Es para engrosar esas filas de poetas

que profitan de los fondos del Estado

que presento a ustedes este compilado:

también yo quisiera chupar de la teta.

Yo no tengo “amigos” ni me sé las tretas

y mi muy  reciente descenso social

no me permite un proyecto audiovisual,

no tengo espacio para las artes plásticas

estoy recién aprendiendo las tácticas,

pero en pedir no puedo ver ningún mal.

 


 

A propósito de las últimas cifras

 

La economía no refleja realmente

eso que llaman el costo de la vida

¡apenas dice el precio de la comida!

Pero no muestra el cansancio de la mente

ni su parte en el sudor de nuestra frente

o el costo de las caricias omitidas

por torpezas también propias de la vida,

ya que todo pasa así tan de repente.

Se omiten en los guarismos las cuestiones

de los costos que no son cuantitativos

y que implican procesiones desde dentro

con sus hordas de complejas sensaciones,

cuyos costos son más bien cualitativos,

y que solo pueden medirse por dentro.

 


 

Soneto funcional

 

Odio a los funcionarios funcionales

a este sistema en todas sus funciones

que funcionan para hacer tantos males

en tantas funcionales expresiones.

 

Odio los sistemas que no funcionan,

sino para funcionarios del sistema

funcionales a estructuras que funcionan

en función solamente del sistema.

 

¿Qué hay de la persona que no funciona

en función del sistema funcional

que funciona sin ver a la persona?

 

¿Qué función cumplirá el profesional

que tras ver a las personas, razona

que el sistema más que bien hace mal?

 


 

Superficies

 

Todo el mundo vive de la boca pa fuera,

hasta que le aprieta el zapato propio,

hasta que la crisis se siente en la casa,

hasta que la sangre corre hasta la puerta,

hasta que se siente el hambre desde adentro,

hasta que se sufren golpes policiales,

hasta que algo duele en la vida privada,

antes de eso todo es mera teoría,

meros discursitos de buena crianza,

mera indignación de dama o caballero,

mero progresismo burgués moderado,

mera buena onda de gente educada,

mera solidaridad obligatoria,

meras frases para calmar la conciencia.