H . P .   L O V E C R A F T

E L   G E N I O   D E   L A   M I T O L O G Í A   C Ó S M I C A


 

Howard Phillips Lovecraft (1890-1937) era más pobre de lo que permitía la decencia en el ambiente de la pequeña burguesía norteamericana, cuyo precepto fundamental -trabajar para vivir, enriquecerse y adquirir una posición social-, él despreciaba.  Se consideraba ante todo un "artista creador".

 

Vivía solo, voluntariamente retirado al final de su vida en su casa natal de Providence (Rhode Island), lejos de un mundo insoportablemente vulgar y que prácticamente no aparece en su obra:  la Norteamérica de los años veinte y treinta.

 

En varias ocasiones, para hacerle ganar dinero, los amigos de Lovecraft intentaron animarlo a escribir novelas más "rentables", que ellos se brindaban a vender a alguna de las numerosas revistas populares de la época.  Lovecraft lograba sorprender siempre a  los jefes de redacción por su profundo desconocimiento de las cosas y de la gente de su tiempo.

 

Era un extraño para el mundo que le rodeaba; precisamente una de sus más célebres novelas se titula así: El extraño.  Lo suyo era una visión de lo fantástico que lograba atraer a sus lectores al mundo de los sueños, de las leyendas y de los grandes ciclos cósmicos.  Incluso más allá, como escribió en su novela Viajes al otro mundo, "del radio de acción de la imaginación".

 

Su obra, ignorada prácticamente inédita mientras vivió, y de unas dimensiones de apenas dos o tres mil páginas, ha ido adquiriendo una envergadura que la coloca sin duda alguna entre los más grandes monumentos de la literatura fantástica de todos los tiempos.

 

Niño soñador, frágil e introvertido, el joven Lovecraft se sumerge muy pronto en las encuadernaciones de viejo cuero de la biblioteca familiar.  Se interesa por la astronomía, una pasión que lo conduciría rápidamente al mundo de lo fantástico.  "A los siete años -confesaba en una de sus cartas-, descubrí a Poe, y este encuentro determinó para siempre mis preferencias, mi modo de escribir y la elección de mis temas".  A los trece años escribe su primer cuento, La bestia de la caverna.

 

En 1914, cuando era un joven a la vez totalmente introvertido y seguro de sí mismo, se hace socio de la United Amateur Press Association, donde establece lazos -sobre todo epistolares- con sus futuros amigos y admiradores.  Ante todo se presenta como un "exiliado interior", un ser de élite perteneciente a otra época, perdido entre sus contemporáneos.  Como si lo hiciera a drede para limitar sus relaciones sociales, vivía de noche y dormía de día.

 

A partir de entonces empieza a soñar y a construir la terrible cosmogonía fantástica que se despliega en su obra.  A partir de la publicación de sus primeros textos, empieza a surgir uno de los universos más extraños jamás imaginados por un escritor.  Se encuentran en él ecos de los viejos mitos fundacionales de la cultura europea, mezclados con meditaciones más originales sobre el destino de la humanidad, a la que consideraba abocada a ser tan sólo un juguete de algunas divinidades más antiguas que la vida.

 

La insólita y completa cosmogonía creada por Lovecraft se encuentra dominada por el dios Cthulhu, "el que vendrá de los abismos del Océano", y "el señor de R'lyeh", la ciudad sumergida anterior a los hombres; le acompañaban  Shub-Niggurath, "la cabra negra con mil cabritillos"; Nyarlathotep, el "caos reptante" y " el que aúlla en la noche"; Yog-Sothoth, "el Todo-en-uno y el Uno-en-todo"...

 

Esta demonología, que el estilo clásica y voluntariamente alusivo de Lovecraft hace parecer terriblemente, no tendría importancia sin el pasado que la explica.  Pasado poblado de extraterrestres no humanoides:  los Antiguos, las hordas de Cthulhu o los Mi-Go llegados de Yuggoth (Plutón).  Pasado en el que lucharon los seres de la Gran Raza, llegados de Yith, planeta situado más allá de lo desconocido.

 

Contra estas fuerzas implacables los hombres se hallan desarmados.  Algunos se hacen cómplices de la amenaza.  En primer lugar, los híbridos que dan testimonio de "cultos horribles" llegados de más allá del Tiempo, cruces entre humanos y no humanos.  Luego, los poetas malditos, que han plasmado la sabiduría prohibida en libros que "transcriben" estos mitos prehumanos en lenguaje humano: el Necronomicón del árabe loco Abdul Alhazred, el Libro de Eibon o los Manuscritos Pnakóticos, que hablan de Tsathoggua, la "cosa" anfibia llegada de N'Kai, el reino de las tinieblas...

 

Algunos de estos libros se encontrarían en la Universidad Miskatonic de Arkham, una de las principales localidades míticas de la geografía lovecraftiana, junto con el puerto de Dunwich  Kadath, la maravillosa ciudad coronada de estrellas desconocidas.

 

Desgraciado en su matrimonio, desgraciado en los negocios (producía poco, y no siempre se ajustaba a las normas de la época), Lovecraft se vio obligado, para vivir, a rescribir las novelas de otros autores, estableciendo a menudo con ellos interesantes correspondencias, e incluso a hacer de "negro" para personajes célebres como el famoso mago Houdini.  A medidas que pasaban los años, su misantropía se agravaba y no soportaba ni el frío ni el simple olor del océano, que él había contribuido a poblar de tantos monstruos.

 

El único volumen de sus obras publicado durante su vida apareció en 1936, un año antes de su muerte prematura y solitaria.  Él mismo había dejado de creer en su talento.  Fue enterrado en el cementerio Providence donde, sin embargo, ninguna piedra sepulcral lleva su nombre.  Último misterio de una vida de exilio dedicada a ensanchar el campo de nuestras imaginaciones hasta mundos situados más allá de las puertas del sueño.

 

Extraído de Maestros de lo insólito, publicado en 1981 en el semanario Lo inexplicado.


 

 

 

 

 

 

 

Ilustraciones del artista Philippe Druillet para distintos relatos de H. P. Lovecraft