D I N O   B U Z Z A T I

L a   a n g u s t i a   c o t i d i a n a


 

¡No!  La razón y la experiencia afirmaban que el enemigo no podía llegar por aquel desierto.  ¡Era absurdo!  Desde hacía siglos, el fuerte Bastiani vigilaba tan sólo el vacío y la ausencia.  Y sin embargo…sin embargo Giovanni Drogo, recién ascendido a teniente, necesitaba creer en la posible llegada de los enemigos por aquel desierto.  ¡Quería creerlo!  E iba a dedicar toda su vida a esta apuesta insensata.  Y el tiempo iba a pasar…

 

Exactamente igual como sucedía en el departamento de redacción del diario milanés Corriere della Sera, donde Dino Buzzati trabajaba como periodista.  Formaba parte del equipo de noche, y su trabajo consistía en clasificar y retocar las noticias para el día siguiente.  Trabajo monótono:  "Tenía constantemente la impresión de que los años pasaban sin que yo hubiera hecho nada".

 

De allí nació El desierto de los Tártaros (Il deserto dei Tartari), publicado en 1940, su obra maestra, traducida a todas las lenguas, reconocida como un libro importante de la literatura europea y llevada brillantemente a la pantalla por Valerio Zurlini.

 
 

 
 

 

 

Nacido en Belluno, en el norte de Italia, en 1906, Buzzati no abandonó nunca su primer oficio, el periodismo.  Corresponsal de guerra en Etiopía en 1939, acabó su carrera como crítico de arte.  El periodismo ha alimentado con su experiencia una obra colocada casi totalmente bajo el signo de lo fantástico, ya explícita, ya implícitamente.

 

En efecto, el mundo de Buzzati es un mundo de angustia y de inquietud.  Y de miedo, un miedo que acecha y sorprende desde el seno de lo cotidiano, a la vuelta de la esquina de una vida sin problemas.  Sus colecciones de narraciones, como La K, Las noches difíciles o El sueño de la escalera, son testimonio de ese poner al desnudo las debilidades, las angustias y las obsesiones humanas.  Así, en Crescendo,  las fantasías de una anciana señora transforman la llegada de un simple notario en la de un monstruoso animal erótico.  Y un ascensor –en la novela del mismo nombre- penetra en las entrañas de la tierra para permitir la declaración de amor de un hombre y una mujer.  Algunas narraciones hacen intervenir, en pleno mundo de lo verosímil y de lógica tradicional, un acontecimiento extraordinario que perturba la serenidad cotidiana.

 

La visión que Buzzati tiene del mundo contemporáneo es profundamente pesimista e inquietante.  En El arma secreta describe un gas que no mata; ¡su efecto consiste, nada menos que en convencer!  Los cohetes intercontinentales alcanzan sus correspondientes blancos.  Los Estados Unidos pasan a ser comunistas, y la URSS se convierte al capitalismo.  Y la guerra vuelve a comenzar…Boomerang muestra como un perrito atropellado por un coche puede ser el origen de la primera guerra atómica, y Elephantiasis presenta las metamorfosis monstruosas e imprevistas de la materia plástica con que están construidos algunos objetos.

 

Angustia, pues, frente a un mundo de cambios peligrosos e imprevistos.  Una de las grandes pasiones de Buzzati – además de la literatura – es el montañismo (esquí, excursionismo, escalada…)  La montaña llama al hombre a un contacto más estrecho con la naturaleza.  Puede descubrir en ella una verdad más profunda.

 

 

 

 

 

Una escena de la interesante adaptación cinematográfica, filmada por Valerio Zurlini, de la obra maestra de Buzzati:  El desierto de los tártaros (1976).  En el fuerte Bastiani, perdido en medio del desierto, el joven teniente Giovanni Drogo espera al enemigo que no llega.

 

Esta búsqueda de una verdad esencial impregna los grandes temas contenidos en su obra: el tiempo y la espera, la enfermedad y la muerte.  El tiempo huye inexorablemente y el hombre, engañado por la espera, se da cuenta de que su lucha es inútil.  Ésta puede ser la lección de Buzzati.  Pesimista, sin duda, pero lúcido.  El tiempo es el verdadero enemigo del hombre, y su punto de convergencia es la muerte.

 

Así, en La torre, Giuseppe Godin vigila desde lo alto de su torre la llegada de los habitantes de Saturno.  Al final de su vida descubre que estos seres misteriosos, enviados por el tiempo, ya han llegado, y que llevan a cabo su tarea destructiva en nuestro propio interior.

 

Parecido es el tema de El desierto de los tártaros, en el que los hombres, con la voluntad extrañamente anulada, misteriosamente fascinados por el desierto y por la atmósfera deprimente del fuerte, olvidan que al esperar a un hipotético enemigo es en realidad su propia muerte lo que están esperando.

 

Un sentimiento de amenaza y de angustia domina las reflexiones de Buzzati acerca de la vida humana; el mismo sentimiento se aprecia en sus pinturas, ya que Buzzati fue también un pintor de talento.  Su pintura y algunas de las ilustraciones que concibió para sus propias obras son el reflejo de un mundo atormentado, alucinante, angustioso:  puntas aisladas, cimas inaccesibles y severas, seres deformes y defectuosos…

 

 

 El segundo libro de Buzzati, El secreto del bosque viejo, anunciaba ya en 1935, con un tono fantástico, la presencia de una realidad de doble cara:  la naturaleza es animada, los animales hablan, los genios de un bosquecillo se inquietan.

 

En  Dulce noche, una pareja, en su casa de campo, se extasía a la luz de la luna, gozando del silencio, de la quietud y de la paz profunda que reinan en aquel lugar.  Pwero sólo a pocos centímetros de sus zapatos, todo es barbarie, atrocidades, agresiones y violencia entre los animales que pululan en la tierra.

 

La realidad tiene dos caras.  La de las apariencias, de la vida cotidiana, organizada, banal, y la oculta, la que se encuentra detrás.  En ella reinan la angustia y el misterio.  Dino Buzzati ha elegido la segunda, para deleite e inquietud de sus lectores.

 

 
 
 

 

 

En diversas ocasiones, Buzzati ha realizado él mismo, y con gran acierto, ilustraciones para el universo angustioso y atormentado de sus libros.  Grabado para La invasión de Sicilia por los osos.

 
 
 

 

 
 

 

 
 

 

Mezclando y combinando palabras e imágenes, Dino Buzzati propone en Poemas en viñetas (Poema a fumetti) un versión muy personal del mito de Orfeo.

 
 

 


Extraído de Maestros de lo insólito, publicado en 1981 en el semanario Lo inexplicado.