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Marcela
Parra es docente, música y poeta
La escritura es siempre
consecuencia de una creación colectiva
LO QUE MAÑANA SUCEDIÓ
SUCEDERÁ AYER
La Creatividad social, según Adrián
Koberwein (2014) es un proceso de producción que sugiere una
tensión entre lo viejo y lo nuevo, en el cual se encuentra
latente el problema político acerca de quiénes tienen el poder
para definir los criterios con que ponderamos a las cosas de
“novedad” y en qué aspecto de nuestras relaciones sociales es
necesario innovar. Frente a esta idea, la poesía tiene (o
debiera tener) el poder de proponer transformaciones y
re-configuraciones de la cultura sin censuras ni jerarquías de
poder, asumiendo y desafiando a la vez el costo que esta
libertad presenta: la escasa exposición de esa re-configuración,
si la comparamos con el poder mediático de la cultura de masas.
Por esto último, es difícil definir un criterio para medir el
impacto de la palabra poética en nuestras vidas en relación a
otras comunicaciones que nos llegan, ya que si bien la poesía
tiene un radio de difusión menor, en esa pequeña irradiación
puede condensar mucho más de lo que la cultura de masas es capaz
de diluir en su vasto territorio.
Volviendo al punto de vista de la
creatividad social, nos encontramos con el hecho de que la
escritura es siempre consecuencia de una creación colectiva,
aunque aparentemente parezca un acto individual. Esto quiere
decir que tanto nuestras memorias como las cosas que imaginamos
y proyectamos a raíz de ellas, son un precipitado de relaciones
sociales, signos culturales, espacios privados y públicos que
confluyen en lo creado. Demoliciones Económicas pareciera poner
énfasis en este punto, abriéndose como un ensayo poético en
torno a la re-significación y reinvención constante de la
memoria individual y social. Su co-autoría señala también en
esta dirección, ya que los límites entre los autores se pierden
entre las páginas mientras el tiempo y su cuerpo acrónico nos
lleva a reconocer distintos signos e historias ajenas como si
fueran nuestras, porque en el fondo, todo aquello que
reconocemos como signo visual, palabra y escenario, tiene con
nosotros una historia común; un territorio del cual todos somos
parte.
Los recuerdos no son archivos guardados en
un cajón bajo llave; su conservación depende de la introducción
de un cambio, de una novedad en el recuerdo aprehendido. Sin la
introducción de ese cambio o novedad, el recuerdo es fagocitado
por el olvido. Por ello, Demoliciones Económicas no es un
llamado a recordar, si no la puesta en marcha del recuerdo, como
acto político y de amor. En sus páginas aparece una historia
cohabitada, que se configura con un objetivo a veces caótico a
veces plausible; como lo es la puesta en escena de la dictadura
de 1973 en Chile, donde el amedrentamiento del movimiento social
y el poder de las instituciones y las armas sobre los cuerpos,
encuentran su forma de sobrevivir como memoria en la
transformación de esa opaca realidad por medio de la
humanización, de la fuerza del ingenio, de la recuperación de la
expresión social, incluso del humor. Esta fuerza humilla a las
balas. La línea temporal retrocede aún más cuando aparece la
disciplina autoritaria en la niñez, expresada como una forma de
temprana sumisión, adoctrinamiento y aceptación del papel de los
organismos represivos en nuestra vida como parte del crecimiento
personal.
Por otro lado, un abanico de mensajes en
tránsito aparece: desde la imagen de masas hasta los avisos
económicos que circulan en una especie de micro-publicidad de
bajo costo, diseñada con collage, fotocopiada e instalada en
pequeñas e improvisadas plataformas públicas con las que
entramos en contacto a diario. Este abanico condensa símbolos,
mensajes, posturas ideologías, formas de hacer y deshacer. La
mayoría de las imágenes que aparecen en el libro perfectamente
podrían estar en el archivo histórico de la biblioteca
nacional, lo que propone una lectura a distancia, re-significada
desde nuestro presente y que nos permite observar con extrañeza
aquello que antes parecía “natural”. La combinatoria de
imágenes, memorias, fantasías, aumenta debido al ejercicio del
collage, lo que potencia más aún la extrañeza del compendio
cultural.
“La poesía puede usar cualquier
significante, pero es poesía, no es otra cosa”: Este verso llama
potentemente mi atención y me lleva a pensar que debido a lo
mismo, si la poesía se instala en nuestra mirada, en la vida se
vuelve indistinguible qué es poesía y qué no lo es. Planteado
esto es donde las poesías del porno, de las fotografías
familiares, del cómic, hasta el Costanera Center (“edificio en
el ojo/torre de muerte/apocalíptico burdel de cristal i
sangre/masturbamos ojos manos registros sobre el horizonte/Paulman
te lo muestra sin anestesia”) entran en el código de la poesía:
un ejercicio que dialoga con el Parriano Quebrantahuesos y nos
recuerda que bastante seguido hay que volver a bajar a los
poetas del Olimpo.
El erotismo heteronormado también aparece,
como un punto de observación de la mujer que a la vez protege al
observante de ser observado, por sí mismo y por las demás
personas, generando una dicotomía en la que el voyeur se conecta
con algo sublime en su interior a la vez que se aliena de sí
mismo. Los femicidios, son planteados por los autores como
“regalos de iniciación”, conjeturo que quizás en esta dicotomía.
El zodiaco surge de pronto como un elemento
inesperado, cerquita de los crímenes pasionales y de un set de
pulgas gigantes que saltan de página a página. Las tumbas vacías
de Chile. Imágenes que en su mayoría, de una u otra manera,
están cargadas de violencia, tanto por su contenido
visual-social como por la velocidad con que son desplazadas unas
por otras dentro del libro, estrategia por medio de la cual dan
cuenta no sólo de una crítica a la capitalización del ser
humano, ya que también han sido escogidas como una “toma de
muestra” de la información visual que a diario entra por nuestra
retina, tanto a lo largo de nuestra historia individual como de
nuestra memoria colectiva, por lo cual la violencia que aparece
en las imágenes sencillamente da cuenta de su homónima realidad.
Al terminar el libro quedé con la sensación
de que crear es un proceso digestivo; una demolición cuyos
escombros vuelven a aparecer en nuevas murallas, grafitis,
ventanas, avenidas, centros comerciales, paraderos de micro,
callejones sin salida. Demoliciones
Económicas plantea que la poesía es quien retira los escombros,
evitando que se descarguen en lugares donde no podemos verlos,
donde podrían ser incinerados, arrojados a los ríos o a los
cajones cerrados donde se gesta el olvido. En lugar de ello los
instala arriba de nuestra cama, sobre la mesa, en el lavamanos,
donde sea que puedan convertirse en parte de los ingredientes de
la cotidianidad.
Miguel Moreno Duhamel es
escritor, músico, visualista. Ha publicado los libros "El
Barco de Papel" (2005); "La Fragilidad de la Belleza" (2013);
"La Legión de los Tártaros" (2015).
Raúl Muñoz es
escritor, músico e imprentero. Ha publicado "Eyacubraciones"
(1987); "Pantalla Paranoi K" (1989); "Dos en Uno. El Sabor de la
Poesía" (2015).
"Demoliciones Económicas", Marciano
Ediciones, 2018. Poemas. 74 páginas.
Disponible
en Librería TXT de Huérfanos 649, Santiago, Chile.
Librería
Recoletras.
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